Amplio eco internacional de la encuesta sobre las mejores películas iberoamericanas
- por © Redacción / F.P.-NOTICINE.com
Los datos de la encuesta internacional -primera en su género- organizada por NOTICINE.com para nombrar las mejores películas del cine iberoamericano en toda su historia tuvo un amplio eco en todo el ambito cultural latino. Sus resultados fueron publicados por las principales agencias internacionales en español (EFE, Telam, Notimex, Prensa Latina...) y tras la victoria de "Memorias del subdesarrollo", el Instituto del Cine Cubano (ICAIC) lanzó un comunicado especial sobre los resultados obtenidos por su cine.
Nuestro corresponsal en Cuba, Frank Padrón, ha analizado así los resultados de la encuesta y la importancia de la película ganadora:
Para casi todo cubano de algún modo relacionado con el cine (y hasta para los que no) hay consenso en otorgarle a "Memorias del subdesarrollo", el film que realizara Tomás Gutiérrez Alea, "Titón", en el lejano 1968, el primer lugar en encuestas y sondeos, pero lo verdaderamente sorprendente (y claro, no menos halagador) es que en la recién finalizada por este portal (que ha sido reproducida por otros tantos, inclusos no especializados en la materia) también encabece nuestra obra maestra, por demás irrepetible, dentro del cine "hecho en casa"
Algo que resulta doblemente significativo si se tiene en cuenta que el espectro de la selección abarcaba todo el cine hispanoamericano (o sea, además del que se extiende al sur del Río Bravo, un competidor nada desdeñable como España) y aún así, por encima de Buñuel, Almodóvar y todos los pesos pesados de la región, la cinta cubana sigue imponiéndose. La noticia, en momentos en que por acá se celebra el 50 aniversario del ICAIC, resulta además de todo, un cálido regalo de cumpleaños.
Aunque han corrido ríos de tinta desde su estreno, lo cual parece acrecentarse por años, vale la pena dada las coyunturas volver a este clásico no ya del cine cubano y latinoamericano sino, quién puede dudarlo a estas alturas, internacional. Y ello, para no salir del peculiar mundo de las encuestas, y para quizá sobrestimar un poco su importancia dentro de los complejos meandros de la recepción, no olvidemos que la cinta ocupa el lugar número 19 (cierto que con muchos empates, pues casi todos los lugares lo tienen) dentro de la célebre encuesta internacional que realizó en 1996 la FIAF (Federación Internacional de Archivos Fílmicos) sobre las 100 mejores películas de todos los tiempos, y aparece en otras realizadas en varios países (por ejemplo, dentro de la realizada dos años después por la crítica cubana sobre los mejores films latinoamericanos, conquistó también el primer lugar).
Ante todo, la cinta es reveladora por más de un hallazgo técnico en el temprano 1968: inclusión creadora del documental, movimiento desenfadado de la cámara, agilidad y libertad del guión, asimilación creadora de influencias (el colega y coetáneo Cinema Novo brasileño, la Nouvelle Vague francesa, el cine de Antonioni...), prescindencia de recursos manidos (por ejemplo, la sustitución del campo-contracampo del diálogo por la voz "in off"), fotografía vanguardista...; luego, insiste en un ideologema que después se convertirá en quintaesencia del cine más o menos épico de la región: el hombre en pugna con el contexto social.
1968 es un año oportuno para que un cineasta fascinado por tales coordenadas, Tomás G. Alea, reflexione en torno a las colisiones clasistas que el tornado revolucionario—casi diez años después—ha generado en la sociedad cubana.
Como actante salmónico (que no salomónico, aunque muchas de sus reflexiones fueran atinadas), el antihéroe titoniano siente sobre sí el acorralamiento de una burocracia que le censa el apartamento finalmente sustituido, o le juzga por "corrupción de menores". Realmente se le cuestiona tanto el espacio físico como moral extensivo al de una clase que "sobra", molesta en la nueva coyuntura. Mirada que no es, afortunadamente, la de Titón como artista revolucionario a quien le une a su personaje algo más que mero paternalismo creador-criatura.
Basado en una noveleta de Edmundo Desnoes, "Memorias..." es el retrato de un individuo autosegregado, incapaz de entender y mucho menos incorporar los virajes de una realidad que supera con mucho sus miras, pero es también -acaso lo más escamoteado, lo menos estudiado de la película- la crítica latente y aguda a un proceso no menos culpable, por no asumir a un elemento rescatable, salvable, al menos ubicable en el sitio bajo el sol que merecía, sobre todo si no protagonizaba un choque frontal con el nuevo sistema.
Titón establece, con estas memorables "Memorias..." entre muchos hallazgos, un método para el estudio del "ser social" cubano inmerso en un dilemático océano histórico, que el mismo autor desarrollará admirablemente en su obra hasta "Fresa y chocolate". Es un verdadero pionero, ya en el marco del cine hispanoamericano, de lo que hará el Nuevo cine en sus mejores poéticas, un precursor que permitirá a teóricos, fuera de tales marcos, hablar de "sociocrítica" (Claude Duchet) o "inconsciente político" (Fredric Jameson).
Y ya que mencionábamos esa otra obra, también aparece entre los 10 primeros lugares (concretamente el séptimo) pero de ello hablaremos en otra ocasión, por ahora, alcemos de nuevo la copa de Diego y David, invitemos también al Sergio de "Memorias" (incluyendo también al inolvidable y homónimo actor, de apellido Corrieri, quien nos dejó recientemente) y hagamos un brindis por estar de punteros en los resultados de esta seria y masiva encuesta sobre lo mejor del cine hispanoamericano en toda su historia, junto a valiosos títulos de España, México, Brasil y Argentina; ni más ni menos que un acto de justicia, una muestra al canto de lo que fuimos (y somos) en el concierto internacional de las imágenes fílmicas.
Nuestro corresponsal en Cuba, Frank Padrón, ha analizado así los resultados de la encuesta y la importancia de la película ganadora:
Para casi todo cubano de algún modo relacionado con el cine (y hasta para los que no) hay consenso en otorgarle a "Memorias del subdesarrollo", el film que realizara Tomás Gutiérrez Alea, "Titón", en el lejano 1968, el primer lugar en encuestas y sondeos, pero lo verdaderamente sorprendente (y claro, no menos halagador) es que en la recién finalizada por este portal (que ha sido reproducida por otros tantos, inclusos no especializados en la materia) también encabece nuestra obra maestra, por demás irrepetible, dentro del cine "hecho en casa"
Algo que resulta doblemente significativo si se tiene en cuenta que el espectro de la selección abarcaba todo el cine hispanoamericano (o sea, además del que se extiende al sur del Río Bravo, un competidor nada desdeñable como España) y aún así, por encima de Buñuel, Almodóvar y todos los pesos pesados de la región, la cinta cubana sigue imponiéndose. La noticia, en momentos en que por acá se celebra el 50 aniversario del ICAIC, resulta además de todo, un cálido regalo de cumpleaños.
Aunque han corrido ríos de tinta desde su estreno, lo cual parece acrecentarse por años, vale la pena dada las coyunturas volver a este clásico no ya del cine cubano y latinoamericano sino, quién puede dudarlo a estas alturas, internacional. Y ello, para no salir del peculiar mundo de las encuestas, y para quizá sobrestimar un poco su importancia dentro de los complejos meandros de la recepción, no olvidemos que la cinta ocupa el lugar número 19 (cierto que con muchos empates, pues casi todos los lugares lo tienen) dentro de la célebre encuesta internacional que realizó en 1996 la FIAF (Federación Internacional de Archivos Fílmicos) sobre las 100 mejores películas de todos los tiempos, y aparece en otras realizadas en varios países (por ejemplo, dentro de la realizada dos años después por la crítica cubana sobre los mejores films latinoamericanos, conquistó también el primer lugar).
Ante todo, la cinta es reveladora por más de un hallazgo técnico en el temprano 1968: inclusión creadora del documental, movimiento desenfadado de la cámara, agilidad y libertad del guión, asimilación creadora de influencias (el colega y coetáneo Cinema Novo brasileño, la Nouvelle Vague francesa, el cine de Antonioni...), prescindencia de recursos manidos (por ejemplo, la sustitución del campo-contracampo del diálogo por la voz "in off"), fotografía vanguardista...; luego, insiste en un ideologema que después se convertirá en quintaesencia del cine más o menos épico de la región: el hombre en pugna con el contexto social.
1968 es un año oportuno para que un cineasta fascinado por tales coordenadas, Tomás G. Alea, reflexione en torno a las colisiones clasistas que el tornado revolucionario—casi diez años después—ha generado en la sociedad cubana.
Como actante salmónico (que no salomónico, aunque muchas de sus reflexiones fueran atinadas), el antihéroe titoniano siente sobre sí el acorralamiento de una burocracia que le censa el apartamento finalmente sustituido, o le juzga por "corrupción de menores". Realmente se le cuestiona tanto el espacio físico como moral extensivo al de una clase que "sobra", molesta en la nueva coyuntura. Mirada que no es, afortunadamente, la de Titón como artista revolucionario a quien le une a su personaje algo más que mero paternalismo creador-criatura.
Basado en una noveleta de Edmundo Desnoes, "Memorias..." es el retrato de un individuo autosegregado, incapaz de entender y mucho menos incorporar los virajes de una realidad que supera con mucho sus miras, pero es también -acaso lo más escamoteado, lo menos estudiado de la película- la crítica latente y aguda a un proceso no menos culpable, por no asumir a un elemento rescatable, salvable, al menos ubicable en el sitio bajo el sol que merecía, sobre todo si no protagonizaba un choque frontal con el nuevo sistema.
Titón establece, con estas memorables "Memorias..." entre muchos hallazgos, un método para el estudio del "ser social" cubano inmerso en un dilemático océano histórico, que el mismo autor desarrollará admirablemente en su obra hasta "Fresa y chocolate". Es un verdadero pionero, ya en el marco del cine hispanoamericano, de lo que hará el Nuevo cine en sus mejores poéticas, un precursor que permitirá a teóricos, fuera de tales marcos, hablar de "sociocrítica" (Claude Duchet) o "inconsciente político" (Fredric Jameson).
Y ya que mencionábamos esa otra obra, también aparece entre los 10 primeros lugares (concretamente el séptimo) pero de ello hablaremos en otra ocasión, por ahora, alcemos de nuevo la copa de Diego y David, invitemos también al Sergio de "Memorias" (incluyendo también al inolvidable y homónimo actor, de apellido Corrieri, quien nos dejó recientemente) y hagamos un brindis por estar de punteros en los resultados de esta seria y masiva encuesta sobre lo mejor del cine hispanoamericano en toda su historia, junto a valiosos títulos de España, México, Brasil y Argentina; ni más ni menos que un acto de justicia, una muestra al canto de lo que fuimos (y somos) en el concierto internacional de las imágenes fílmicas.