Doble sexualidad: ¿doble moral?, en el I aniversario del cubano Cine Club Diferente
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Por Frank Padrón
La homosexualidad masculina dentro de la negritud deviene doble estigma; tenida esa raza por el sumum de la virilidad según los tradicionales patrones y clisés heteronormativos, para muchos esa “doble condición” es sencillamente imperdonable. De seguro todos hemos escuchado la peyorativa frase: “Además de negro...” Visto el asunto desde el otro prisma, tal criterio implica más bien una doble discriminación: a más de homofóbica, rascista, pero no es justamente el lado científico y objetivo de apreciar las cosas lo que nos anima aquí, sino justamente el contrario.
La cinta norteamericana "Cover" (2007), del también actor Bill Duke, con la cual el habanero Cine Club Diferente (proyecto CENESEX-ICAIC) arriba este miércoles a su primer año de vida, aborda en cierto sentido el asunto, aunque matizándolo con la siguiente peculiaridad: los hombres afro-norteamericanos que integran el dramatis personae son en realidad bisexuales: “felizmente casados”, tienen familias, aman a sus esposas pero... aman también a otros hombres, lo cual los arroja a una evidente “doble vida” : imposibilitados de sacar a la luz esa otra cara de su vida erótica, deben mentir: a sus cónyuges, a la iglesia, a sus compañeros de trabajo, a la sociedad toda.
Ahora bien, lo que el director pretende hacernos reflexionar, entre otros aspectos, es: ¿de quién es realmente la culpa? ¿de estos hombres por no hablar claro, por no hacer partícipe a los otros de su dualidad, o son esos otros (incluidas sus esposas) quienes, incapaces de comprender, asumir, asimilar, señalan con el índice, acusan, excluyen?. Aún llegando más lejos: ¿es que existe tal culpa?
Duke no responde (¿es que existe respuesta?), ni siquiera nos conmina a hacerlo en tanto espectadores; sólo pretende que analicemos, que sopesemos causas y azares, que nos pongamos en el sitio de cada parte involucrada y tratemos de comprender.
Resulta muy sugestiva la focalización que el realizador inteligentemente logra respecto a la mujer: las compañeras de estos hombres sufren una vez conocen la realidad, alguna es capaz de llegar al homicidio, y son dueñas, simplemente, de sus verdades, pero Bill tampoco intenta siquiera una toma de partido: si existe la cada vez más dudosa “objetividad” en los enfoques, él anda bien cerca de ella.
A la problemática concretamente orientacional, se une otra: el VIH, y con la pandemia otro ítem, este sí claramente expuesto: los individuos que por una razón u otra sostienen relaciones fuera de sus parejas tienen la obligación de protegerse, digamos, doblemente, y es una imperdonable negligencia no hacerlo.
Está además la iglesia evangélica, importante bastión social y cívico en medio de las comunidades negras norteamericanas: el papel del ministro y las diaconisas (mujeres laicas, generalmente de edad avanzada, con gran peso en estas comunidades) que juzgan con frecuencia de manera fundamentalista, apoyadas en la Biblia de manera literal y fuera de contexto, preconizando más la letra que el espíritu; dentro de ellas, el único personaje ciento por ciento gay, desempeña un rol decisivo dentro de la diégesis fílmica.
Y a propósito de ella, es muy estimulante que este drama vista los ropajes del thriller : el punto de partida de la historia es un asesinato a cuyo desentrañamiento llegaremos de forma analéptica (retrospectivamente), lo cual implica que los procedimientos narrativos se desarrollan a-cronológicamente, mediante saltos y mezclando presente y momentos anteriores: un gran reto por parte del editor, pero desde ahora podemos anticiparles que es uno de los puntos mejor resueltos del film, que además cuenta con un sólido diseño de personajes, incorporados por notabilísimos actores (Aunjanue Ellis, Lou Gosset Jr, Vivica A. Fox, León, Patty La Bell...)
Más que digno en su inclusión dentro del género (se trata de un suspense con todas las de la ley, de esos que nos llevan sin perder un minuto de atención hacia la sempiterna pregunta: ¿quién es el(a) asesino(a)?), pero sobre todo, un profundo drama en torno a los aún más complejos vericuetos de la sexualidad en medio de la sociedad y sus particulares instituciones, Cover será otro excelente pretexto para la reflexión y el debate.
La homosexualidad masculina dentro de la negritud deviene doble estigma; tenida esa raza por el sumum de la virilidad según los tradicionales patrones y clisés heteronormativos, para muchos esa “doble condición” es sencillamente imperdonable. De seguro todos hemos escuchado la peyorativa frase: “Además de negro...” Visto el asunto desde el otro prisma, tal criterio implica más bien una doble discriminación: a más de homofóbica, rascista, pero no es justamente el lado científico y objetivo de apreciar las cosas lo que nos anima aquí, sino justamente el contrario.
La cinta norteamericana "Cover" (2007), del también actor Bill Duke, con la cual el habanero Cine Club Diferente (proyecto CENESEX-ICAIC) arriba este miércoles a su primer año de vida, aborda en cierto sentido el asunto, aunque matizándolo con la siguiente peculiaridad: los hombres afro-norteamericanos que integran el dramatis personae son en realidad bisexuales: “felizmente casados”, tienen familias, aman a sus esposas pero... aman también a otros hombres, lo cual los arroja a una evidente “doble vida” : imposibilitados de sacar a la luz esa otra cara de su vida erótica, deben mentir: a sus cónyuges, a la iglesia, a sus compañeros de trabajo, a la sociedad toda.
Ahora bien, lo que el director pretende hacernos reflexionar, entre otros aspectos, es: ¿de quién es realmente la culpa? ¿de estos hombres por no hablar claro, por no hacer partícipe a los otros de su dualidad, o son esos otros (incluidas sus esposas) quienes, incapaces de comprender, asumir, asimilar, señalan con el índice, acusan, excluyen?. Aún llegando más lejos: ¿es que existe tal culpa?
Duke no responde (¿es que existe respuesta?), ni siquiera nos conmina a hacerlo en tanto espectadores; sólo pretende que analicemos, que sopesemos causas y azares, que nos pongamos en el sitio de cada parte involucrada y tratemos de comprender.
Resulta muy sugestiva la focalización que el realizador inteligentemente logra respecto a la mujer: las compañeras de estos hombres sufren una vez conocen la realidad, alguna es capaz de llegar al homicidio, y son dueñas, simplemente, de sus verdades, pero Bill tampoco intenta siquiera una toma de partido: si existe la cada vez más dudosa “objetividad” en los enfoques, él anda bien cerca de ella.
A la problemática concretamente orientacional, se une otra: el VIH, y con la pandemia otro ítem, este sí claramente expuesto: los individuos que por una razón u otra sostienen relaciones fuera de sus parejas tienen la obligación de protegerse, digamos, doblemente, y es una imperdonable negligencia no hacerlo.
Está además la iglesia evangélica, importante bastión social y cívico en medio de las comunidades negras norteamericanas: el papel del ministro y las diaconisas (mujeres laicas, generalmente de edad avanzada, con gran peso en estas comunidades) que juzgan con frecuencia de manera fundamentalista, apoyadas en la Biblia de manera literal y fuera de contexto, preconizando más la letra que el espíritu; dentro de ellas, el único personaje ciento por ciento gay, desempeña un rol decisivo dentro de la diégesis fílmica.
Y a propósito de ella, es muy estimulante que este drama vista los ropajes del thriller : el punto de partida de la historia es un asesinato a cuyo desentrañamiento llegaremos de forma analéptica (retrospectivamente), lo cual implica que los procedimientos narrativos se desarrollan a-cronológicamente, mediante saltos y mezclando presente y momentos anteriores: un gran reto por parte del editor, pero desde ahora podemos anticiparles que es uno de los puntos mejor resueltos del film, que además cuenta con un sólido diseño de personajes, incorporados por notabilísimos actores (Aunjanue Ellis, Lou Gosset Jr, Vivica A. Fox, León, Patty La Bell...)
Más que digno en su inclusión dentro del género (se trata de un suspense con todas las de la ley, de esos que nos llevan sin perder un minuto de atención hacia la sempiterna pregunta: ¿quién es el(a) asesino(a)?), pero sobre todo, un profundo drama en torno a los aún más complejos vericuetos de la sexualidad en medio de la sociedad y sus particulares instituciones, Cover será otro excelente pretexto para la reflexión y el debate.