Notas a pie de pantalla: "Gordos"

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'Gordos'
'Gordos'
Por Elio Castro-Villacañas

Aquí estoy, sentado en la tercera fila a la derecha, viendo "Gordos", el segundo y esperadísimo largometraje de Daniel Sánchez Arévalo, y, a medida que transcurre el metraje, voy pasando rápidamente de una sensación a otra, como si acompañara a los personajes en su radical pérdida o ganancia de peso. A ratos la película me parece desagradable y exagerada; otras tierna y romántica. En cualquier caso muy triste y desoladora. No veo únicamente a hombres y mujeres gordos.

Los veo, sobre todo, profundamente solos y todos ellos tienen que cargar con kilos y kilos de grasa pero además también de culpa y de angustia. Las relaciones de pareja que muestra en el film son casi todas desalentadoras y la visión de los hombres y de las mujeres profundamente pesimista, aunque siempre abra una pequeña rendija a la esperanza. Sonrío a ratos con las peripecias de Antonio de la Torre y de Raúl Arévalo; compruebo el enorme partido que ha sacado el director de actores como Roberto Enríquez, de Pilar Castro o de Verónica Sánchez y también de rostros nuevos como Leticia Herrero.

Aprecio que el talento para rodar que Daniel Sánchez Arévalo apuntaba en "Azuloscurocasinegro" no era flor de un día, no ha quedado agotado con su ópera prima. Todo lo contrario, se nota que ha madurado, se ha asentado. Es ahora, sin duda, mejor director, aunque quizá se haya pasado con el metraje y le haya costado cerrar y concluir las varias historias que el film cuenta. La proyección se acaba y no salgo satisfecho del cine, al menos no del todo. Hay algo en la película que me deja turbado, desasosegado, angustiado. ¿De verdad somos los seres humanos así? ¿Así son nuestras relaciones personales? ¿Somos capaces de exhibir de manera tan cruda nuestras miserias? Espero por el bien del género humano que no, que solo sea la visión del director.

Sin embargo no puedo reprimirme y me meto en el primer bar que encuentro a la salida para comer y beber compulsivamente. Mientras escribo estas líneas consigo tranquilizarme. Quizá, pienso, una reacción como la que tengo, es lo que pretendía Sánchez Arévalo al escribir y dirigir su película. Si es así lo ha conseguido plenamente.