Entrevista exclusiva con Juan Diego Botto: "Mi carrera está más condicionada por las veces que he dicho que no a una película"
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Por Cynthia García Calvo
El cine argentino llegó a la vida de Juan Diego Botto como una dulce venganza. Hace más de una década, el protagónico de "Martín (Hache)" representó la forma de continuar el legado familiar y su modo personal de hacerse visible ante aquellos que lo forzaron al exilio junto a su madre (Cristina Rota) y hermana (María Botto), luego de la desaparición de su padre en 1977 durante la dictadura militar. Tras aquel film de Adolfo Aristarain, volvió a ponerse a las órdenes del director –uno de sus favoritos- en "Roma", y ahora amplía su filmografía argentina con "Las viudas de los jueves", película de Marcelo Piñeyro que en su primer fin de semana llevó más de 120 mil personas a los cines.
En "Las viudas de los jueves" (segunda plaza entre las más vistas del pasado fin de semana), Botto interpreta el nada fácil rol de un hombre que bajo un exterior agradable, esconde un ser colmado de inseguridades que descarga su furia en su mujer, interpretada por la debutante en cine Juana Viale. Este personaje en permanente estado de ebullición y para el que adopta su perfecto acento argentino, es uno de los protagonistas de una historia coral sobre gente de clase acomodada, que vive encerrada en su propio mundo –representado físicamente por los muros que lo separa de un exterior que se intuye amenazante- y que expone el modelo de un mundo que se hace pedazos.
Precisamente, la moraleja de la historia es lo que cautivó al actor, quien es conocido por su militancia política, que juega un rol fundamental en sus elecciones artísticas.
- ¿Pasar de su acento español habitual al argentino es como un switch?
Realmente yo tengo esa sensación, de que es realmente un switch. Lo que pasa es que a veces tienes la sensación de que sale muy bien y para los terceros, sobre todos los de aquí, dicen ´no, no me engañan’. Yo crecí en una casa donde se hablaba así. Mi madre tiene un acento porteño muy marcado, mi vieja es de La Plata, pero vivió prácticamente toda su vida en Buenos Aires. Vengo acá, y en cuanto me pongo a hablar con mi familia inmediatamente me cambia el acento. Pero con todo eso igual da vértigo. En "Martín (Hache)" el personaje había vivido en España, y en "Roma", volvía a trabajar con Adolfo Aristarain así que tenía la confianza de que si algo salía mal me iba a decir. Aquí era un vértigo nuevo. Pero es realmente un privilegio venir a trabajar aquí.
- ¿Hay algo de buscar hacer películas en la Argentina para reencontrarse con una parte suya?
Al principio podía ser. Ahora son simplemente proyectos que llegan. Eso sí ocurrió con "Martín (Hache)". Esa fue la primera vez que yo volvía a Argentina trabajando y lo viví –de alguna manera- como una suerte de venganza del destino porque yo –bueno, no decidí nada- pero mi madre se tuvo que ir conmigo y con mi hermana en el 78, mi viejo desapareció en el 77, y poder volver, y volver trabajando con Aristarain que es uno de mis directores favoritos y considero un tipo particularmente genial, en ese momento me parecía como una suerte de venganza del destino: ‘aquí estoy, soy un Botto y estoy de vuelta trabajando en Argentina’. Mi viejo era actor también. Después simplemente es trabajo, la posibilidad de volver aquí, ver a mis tíos, mis primos, mi abuela, y eso siempre se agradece. Busco trabajos en Argentina para poder pasar un tiempo. Pero también he rechazado otros porque me coincidían con trabajos en España o porque no me entusiasmaban. Pero creo poder decir que con mis películas en Argentina con Aristarain y Piñeyro, voy por buen camino.
- "Las viudas de los jueves" es una película con una historia y un contexto socio-económico marcadamente argentino. Usted no creció en el país y no tiene la cercanía de otros a esta historia. ¿Qué le sucedió cuando leyó el guión?
Lo primero que hice fue hablar por teléfono con Marcelo y le dije que era el momento de contar esta historia. Lo que en Argentina funciona como una cosa objetivable con respecto a la crisis del 2001, creo que funciona en Europa y ahora mismo en todo occidente como una metáfora de una época. Cuando leí el guión o ahora mismo, estamos inmersos en España en una crisis profunda que es una profunda crisis del capitalismo, que tuvo su origen en Estados Unidos con todo el tema de las hipotecas basura. Esa sensación de un primer mundo encerrado en sí mismo con una clase alta encerrada sobre sí misma, incapaz de ver la miseria que le rodea como si eso nunca le fuera a golpear en la puerta, funciona muy bien. Creo que es el momento de que esta película se estrene en España o cualquier otro país de Europa o Estados Unidos. Es como si Europa fuera un gran country, donde la clase alta está atrincherada para que no le quiten lo suyo y negando una realidad evidente, que es que ese dinero se construye a costa de toda la miseria del resto del mundo. Por eso lo que estamos viviendo ahora. En España hay unas tasas de desempleo que eran increíbles hace dos años; la situación está realmente muy, muy dolorosa y está realmente jodida en España. Como es muy jodida en el resto de Europa o en Estados Unidos. Por eso cuando leí el guión, no me lo podía creer. Dije: ‘es la historia que hay que contar ahora mismo’.
- Los argentinos siempre adelantados en esas cuestiones…(risas)
En primera línea siempre. El 2001 fue una previsión. Ahora ya están vacunados (risas).
- En la película interpreta a un hombre violento, y justamente en España el tema de la violencia de género ha estado en el tapete en los últimos años. Con todo ese background, ¿cómo preparó su personaje?
No creo que esto ocurra más que en otros países pero sí es cierto que en España se ha tajado de una forma muy contundente. Trata de sacarse a la luz, de hacerse público y se han tomado muchas medidas para evidenciar esta situación tan difícil de resolver, porque tiene que ver con una educación de muchos años, que es una educación muy machista. Por otra lado, es algo que ocurre en el interior de las casas, por eso es tan difícil de solucionar. Lo que me maravillaba del personaje y lo que intentamos trabajar, era no la parte violenta porque eso es algo obvio, sino todo lo contrario: cuál es su fragilidad, cuál es su forma de pensar, como llega un tipo a terminar golpeando a su pareja. Yo lo que quise trabajar es un tipo que está profundísimamente enamorado de esa mujer, y que tiene unas inseguridades atroces, un nivel de autoestima bajísimo, y que cualquier gesto lo vive como un menosprecio de su pareja hacia él. Es un tipo que busca encajar su vida en un modelo de pareja, que él cree que es la pareja ideal, donde la mujer sería sumisa, diría siempre que sí. Un modelo que en realidad no existe. Creo que en parte esa es la premisa de la historia: todos los personajes han buscado la felicidad en un lugar que no existe, ya sea el éxito económico, ya sea amoldarse a un tipo de pareja que sólo existe en los comerciales o las películas de Walt Disney, y que nos han vendido como que ese es el mundo ideal, y eso no existe, es un mundo irreal. Cuando la realidad nos acomoda, cuando su mujer es distinta, su reacción es golpearla. Ese fue el trabajo por mi parte, y debo decir que fue un trabajo muy interesante a las órdenes de Marcelo. Con Juanita nos entendimos rápidamente. Y si bien es cierto que la película fue muy fugaz para mí, se pasó muy rápido, también es cierto que la disfruté mucho.
- Al abordar un personaje así, ¿se le comprende?
Es imprescindible comprenderlo. Si no sabes cómo piensa, no lo puedes actuar. Y tampoco lo puedes prejuzgar. Evidentemente nadie es idiota y sabe que un golpeador es un mal tipo, pero a la hora de actuarlo tienes que entenderlo y ponerte de su lado. Si no, no podrías actuarlo.
- ¿Ha rechazado personajes por ideología?
Personajes no, historias sí. He interpretado a personajes fascistas o nazis pero no una historia que sea fascista o nazi. Creo que mi carrera está condicionada más por las veces que he dicho que no, que las veces que he dicho que sí. Soy una persona muy politizada, de modo que eso es una constante en mi carrera.
- Estaba por trabajar nuevamente con Aristarain, ¿qué ha pasado con ese proyecto?
Lamentablemente esa película se cayó hace dos semanas por problemas de financiación. Era una adaptación maravillosa de "La muerte lenta de Luciana B.", la novela de Guillermo Martínez. Y hace poco recibí un mail de Adolfo que decía: ‘Luciana murió lentamente’. No sé consiguió el dinero suficiente para hacer la película. Es una pena porque iba a ser mi tercera película con Adolfo, y como te decía antes, para mí él es alguien muy especial. Veremos si se puede rescatar, si hay alguna forma de revivirla. Pero de momento quedó ahí. Sé que volveré a trabajar con Aristarain pero no será en este proyecto.
- ¿Qué es lo próximo en su carrera?
Es difícil de decir. Tengo varios proyectos. Uno es con el productor de "Las viudas de los jueves", Gerardo Herrero. Es una película de alto coste, un thriller situado en la Segunda Guerra Mundial en el frente ruso. Se llama "División azul". Y ese parece que puede ser el más inmediato. Tengo otros dos proyectos que están por confirmarse y que preferiría no decirlos, pero serían todos en España.
El cine argentino llegó a la vida de Juan Diego Botto como una dulce venganza. Hace más de una década, el protagónico de "Martín (Hache)" representó la forma de continuar el legado familiar y su modo personal de hacerse visible ante aquellos que lo forzaron al exilio junto a su madre (Cristina Rota) y hermana (María Botto), luego de la desaparición de su padre en 1977 durante la dictadura militar. Tras aquel film de Adolfo Aristarain, volvió a ponerse a las órdenes del director –uno de sus favoritos- en "Roma", y ahora amplía su filmografía argentina con "Las viudas de los jueves", película de Marcelo Piñeyro que en su primer fin de semana llevó más de 120 mil personas a los cines.
En "Las viudas de los jueves" (segunda plaza entre las más vistas del pasado fin de semana), Botto interpreta el nada fácil rol de un hombre que bajo un exterior agradable, esconde un ser colmado de inseguridades que descarga su furia en su mujer, interpretada por la debutante en cine Juana Viale. Este personaje en permanente estado de ebullición y para el que adopta su perfecto acento argentino, es uno de los protagonistas de una historia coral sobre gente de clase acomodada, que vive encerrada en su propio mundo –representado físicamente por los muros que lo separa de un exterior que se intuye amenazante- y que expone el modelo de un mundo que se hace pedazos.
Precisamente, la moraleja de la historia es lo que cautivó al actor, quien es conocido por su militancia política, que juega un rol fundamental en sus elecciones artísticas.
- ¿Pasar de su acento español habitual al argentino es como un switch?
Realmente yo tengo esa sensación, de que es realmente un switch. Lo que pasa es que a veces tienes la sensación de que sale muy bien y para los terceros, sobre todos los de aquí, dicen ´no, no me engañan’. Yo crecí en una casa donde se hablaba así. Mi madre tiene un acento porteño muy marcado, mi vieja es de La Plata, pero vivió prácticamente toda su vida en Buenos Aires. Vengo acá, y en cuanto me pongo a hablar con mi familia inmediatamente me cambia el acento. Pero con todo eso igual da vértigo. En "Martín (Hache)" el personaje había vivido en España, y en "Roma", volvía a trabajar con Adolfo Aristarain así que tenía la confianza de que si algo salía mal me iba a decir. Aquí era un vértigo nuevo. Pero es realmente un privilegio venir a trabajar aquí.
- ¿Hay algo de buscar hacer películas en la Argentina para reencontrarse con una parte suya?
Al principio podía ser. Ahora son simplemente proyectos que llegan. Eso sí ocurrió con "Martín (Hache)". Esa fue la primera vez que yo volvía a Argentina trabajando y lo viví –de alguna manera- como una suerte de venganza del destino porque yo –bueno, no decidí nada- pero mi madre se tuvo que ir conmigo y con mi hermana en el 78, mi viejo desapareció en el 77, y poder volver, y volver trabajando con Aristarain que es uno de mis directores favoritos y considero un tipo particularmente genial, en ese momento me parecía como una suerte de venganza del destino: ‘aquí estoy, soy un Botto y estoy de vuelta trabajando en Argentina’. Mi viejo era actor también. Después simplemente es trabajo, la posibilidad de volver aquí, ver a mis tíos, mis primos, mi abuela, y eso siempre se agradece. Busco trabajos en Argentina para poder pasar un tiempo. Pero también he rechazado otros porque me coincidían con trabajos en España o porque no me entusiasmaban. Pero creo poder decir que con mis películas en Argentina con Aristarain y Piñeyro, voy por buen camino.
- "Las viudas de los jueves" es una película con una historia y un contexto socio-económico marcadamente argentino. Usted no creció en el país y no tiene la cercanía de otros a esta historia. ¿Qué le sucedió cuando leyó el guión?
Lo primero que hice fue hablar por teléfono con Marcelo y le dije que era el momento de contar esta historia. Lo que en Argentina funciona como una cosa objetivable con respecto a la crisis del 2001, creo que funciona en Europa y ahora mismo en todo occidente como una metáfora de una época. Cuando leí el guión o ahora mismo, estamos inmersos en España en una crisis profunda que es una profunda crisis del capitalismo, que tuvo su origen en Estados Unidos con todo el tema de las hipotecas basura. Esa sensación de un primer mundo encerrado en sí mismo con una clase alta encerrada sobre sí misma, incapaz de ver la miseria que le rodea como si eso nunca le fuera a golpear en la puerta, funciona muy bien. Creo que es el momento de que esta película se estrene en España o cualquier otro país de Europa o Estados Unidos. Es como si Europa fuera un gran country, donde la clase alta está atrincherada para que no le quiten lo suyo y negando una realidad evidente, que es que ese dinero se construye a costa de toda la miseria del resto del mundo. Por eso lo que estamos viviendo ahora. En España hay unas tasas de desempleo que eran increíbles hace dos años; la situación está realmente muy, muy dolorosa y está realmente jodida en España. Como es muy jodida en el resto de Europa o en Estados Unidos. Por eso cuando leí el guión, no me lo podía creer. Dije: ‘es la historia que hay que contar ahora mismo’.
- Los argentinos siempre adelantados en esas cuestiones…(risas)
En primera línea siempre. El 2001 fue una previsión. Ahora ya están vacunados (risas).
- En la película interpreta a un hombre violento, y justamente en España el tema de la violencia de género ha estado en el tapete en los últimos años. Con todo ese background, ¿cómo preparó su personaje?
No creo que esto ocurra más que en otros países pero sí es cierto que en España se ha tajado de una forma muy contundente. Trata de sacarse a la luz, de hacerse público y se han tomado muchas medidas para evidenciar esta situación tan difícil de resolver, porque tiene que ver con una educación de muchos años, que es una educación muy machista. Por otra lado, es algo que ocurre en el interior de las casas, por eso es tan difícil de solucionar. Lo que me maravillaba del personaje y lo que intentamos trabajar, era no la parte violenta porque eso es algo obvio, sino todo lo contrario: cuál es su fragilidad, cuál es su forma de pensar, como llega un tipo a terminar golpeando a su pareja. Yo lo que quise trabajar es un tipo que está profundísimamente enamorado de esa mujer, y que tiene unas inseguridades atroces, un nivel de autoestima bajísimo, y que cualquier gesto lo vive como un menosprecio de su pareja hacia él. Es un tipo que busca encajar su vida en un modelo de pareja, que él cree que es la pareja ideal, donde la mujer sería sumisa, diría siempre que sí. Un modelo que en realidad no existe. Creo que en parte esa es la premisa de la historia: todos los personajes han buscado la felicidad en un lugar que no existe, ya sea el éxito económico, ya sea amoldarse a un tipo de pareja que sólo existe en los comerciales o las películas de Walt Disney, y que nos han vendido como que ese es el mundo ideal, y eso no existe, es un mundo irreal. Cuando la realidad nos acomoda, cuando su mujer es distinta, su reacción es golpearla. Ese fue el trabajo por mi parte, y debo decir que fue un trabajo muy interesante a las órdenes de Marcelo. Con Juanita nos entendimos rápidamente. Y si bien es cierto que la película fue muy fugaz para mí, se pasó muy rápido, también es cierto que la disfruté mucho.
- Al abordar un personaje así, ¿se le comprende?
Es imprescindible comprenderlo. Si no sabes cómo piensa, no lo puedes actuar. Y tampoco lo puedes prejuzgar. Evidentemente nadie es idiota y sabe que un golpeador es un mal tipo, pero a la hora de actuarlo tienes que entenderlo y ponerte de su lado. Si no, no podrías actuarlo.
- ¿Ha rechazado personajes por ideología?
Personajes no, historias sí. He interpretado a personajes fascistas o nazis pero no una historia que sea fascista o nazi. Creo que mi carrera está condicionada más por las veces que he dicho que no, que las veces que he dicho que sí. Soy una persona muy politizada, de modo que eso es una constante en mi carrera.
- Estaba por trabajar nuevamente con Aristarain, ¿qué ha pasado con ese proyecto?
Lamentablemente esa película se cayó hace dos semanas por problemas de financiación. Era una adaptación maravillosa de "La muerte lenta de Luciana B.", la novela de Guillermo Martínez. Y hace poco recibí un mail de Adolfo que decía: ‘Luciana murió lentamente’. No sé consiguió el dinero suficiente para hacer la película. Es una pena porque iba a ser mi tercera película con Adolfo, y como te decía antes, para mí él es alguien muy especial. Veremos si se puede rescatar, si hay alguna forma de revivirla. Pero de momento quedó ahí. Sé que volveré a trabajar con Aristarain pero no será en este proyecto.
- ¿Qué es lo próximo en su carrera?
Es difícil de decir. Tengo varios proyectos. Uno es con el productor de "Las viudas de los jueves", Gerardo Herrero. Es una película de alto coste, un thriller situado en la Segunda Guerra Mundial en el frente ruso. Se llama "División azul". Y ese parece que puede ser el más inmediato. Tengo otros dos proyectos que están por confirmarse y que preferiría no decirlos, pero serían todos en España.