Julio Medem escribe sobre "Yo, también"
- por © Golem-NOTICINE.com
Por Julio Medem *
Lo que más me enorgullece de que "Yo, también" exista es su paso limpio, a las claras, apuntando hacia el horizonte que tenemos detrás de nuestros ojos, donde viven los seres a los que no se les entiende bien, aquellos que no se han hecho visibles, verdaderamente visibles, y que necesitan más tiempo de paternidad (o más padres). Esta película, isla por todos los lados, sabe de lo que habla y lo hace en primera persona, consiguiendo que nos sintamos más cerca de ellos, de los que nacieron con un cromosoma de más.
Sólo poniendo toda la realidad por delante, y sólo tocándola con el hechizo de la comprensión, Yo, también nos lleva por un camino plagado de bellísimos detalles, también bellísimas situaciones que muestran tal crudeza que sólo podemos ayudar si nos sentimos avergonzados.
Esta es una historia de amor a dos escalas, mixta podríamos decir, nada fácil de hacer, pero que atrapa desde el principio con muy poca cocina y una valentía inaudita que sube por una pendiente que cada vez apunta más alto, hasta alcanzar lo que se propone: Que sepamos cómo aman, y que sepamos amarlos, también por dentro. Las personas con Síndrome de Down tienen un fondo gozosamente complejo, y en superficie, qué más puedo añadir si todos sabemos que son los más sinceros y exteriores del mundo. Tienen un humor característico del que surge una característica ternura, y en esta película también se les deja vivir así, pero no se les manosea.
Yo me puedo emocionar y reír a placer con "Yo, también" porque soy padre, desde hace dieciséis años, de una niña suerte, Alicia. Ella da nombre a mi productora, es mi socia, y está en medio de mi vida. Ahora ya puedo decir que mi siguiente motivo de orgullo se debe a que además soy padre (uno de ellos, junto con Promico Imagen) de esta película suerte, no madre (eso sólo me pasa en las pelis que dirijo). Así, con auténtico amor de padre, ahora disfruto pensando que a partir de Yo, también, a nuestros hijos les pueden salir muchísimos otros padres, es decir, todo tipo de admiradores y seres queridos.
En cuanto a la figura materna, me refiero a la madre como auténtica autora, gestadora y paridora de la criatura, Yo, también tiene dos de las mejores: Antonio Naharro y Álvaro Pastor. El trío de progenitores se cierra con Koldo Zuazua, el auténtico patriarca de esta historia.
Ahora sólo nos queda (a la familia) esperar a que el público entre en la sala, abra todos los ojos y en la pantalla se iluminen los hermosísimos rostros de sus protagonistas, Pablo Pineda y Lola Dueñas. Estoy convencido de que cuando su historia de amor empiece a crear sus corrientes, sus necesidades, sus impedimentos, sus alturas… y se haga habitable, el espectador no podrá resistirse a entrar en una gran verdad, en una verdad como una casa, con la sensación de estar inaugurando algo, muy íntimo y delicado, una emoción pura. Puede ser entonces, que desde ahí dentro, al espectador se le abra un nuevo horizonte donde son verdaderamente visibles esos otros amores (posibles de sentir aunque a veces no posibles de vivir). Todo estaba ahí, rodeándonos, pero verlo tan de cerca nos ayuda a aclarar nuestra existencia.
En mi imaginación ví que "Yo, también" despegaba en Donosti [En el Festival de San Sebastián, donde obtuvo los dos premios de interpretación], y ya no baja. Un viaje por el mundo sería fascinante, por el espacio y el tiempo, claro, pero sobre todo sería lo que se merecen sus cinco tripulantes. ¡Gracias, Álvaro, Antonio, Koldo, Lola y Pablo por existir dentro de esta película!
(*): El cineasta donostiarra Julio Medem, autor de "Lucía y el sexo", "La pelota vasca" y la aún inédita "Room in Rome" es el coproductor de "Yo, también", opera prima de Alvaro Pastor y Antonio Naharro, que se estrena este viernes en España.
Lo que más me enorgullece de que "Yo, también" exista es su paso limpio, a las claras, apuntando hacia el horizonte que tenemos detrás de nuestros ojos, donde viven los seres a los que no se les entiende bien, aquellos que no se han hecho visibles, verdaderamente visibles, y que necesitan más tiempo de paternidad (o más padres). Esta película, isla por todos los lados, sabe de lo que habla y lo hace en primera persona, consiguiendo que nos sintamos más cerca de ellos, de los que nacieron con un cromosoma de más.
Sólo poniendo toda la realidad por delante, y sólo tocándola con el hechizo de la comprensión, Yo, también nos lleva por un camino plagado de bellísimos detalles, también bellísimas situaciones que muestran tal crudeza que sólo podemos ayudar si nos sentimos avergonzados.
Esta es una historia de amor a dos escalas, mixta podríamos decir, nada fácil de hacer, pero que atrapa desde el principio con muy poca cocina y una valentía inaudita que sube por una pendiente que cada vez apunta más alto, hasta alcanzar lo que se propone: Que sepamos cómo aman, y que sepamos amarlos, también por dentro. Las personas con Síndrome de Down tienen un fondo gozosamente complejo, y en superficie, qué más puedo añadir si todos sabemos que son los más sinceros y exteriores del mundo. Tienen un humor característico del que surge una característica ternura, y en esta película también se les deja vivir así, pero no se les manosea.
Yo me puedo emocionar y reír a placer con "Yo, también" porque soy padre, desde hace dieciséis años, de una niña suerte, Alicia. Ella da nombre a mi productora, es mi socia, y está en medio de mi vida. Ahora ya puedo decir que mi siguiente motivo de orgullo se debe a que además soy padre (uno de ellos, junto con Promico Imagen) de esta película suerte, no madre (eso sólo me pasa en las pelis que dirijo). Así, con auténtico amor de padre, ahora disfruto pensando que a partir de Yo, también, a nuestros hijos les pueden salir muchísimos otros padres, es decir, todo tipo de admiradores y seres queridos.
En cuanto a la figura materna, me refiero a la madre como auténtica autora, gestadora y paridora de la criatura, Yo, también tiene dos de las mejores: Antonio Naharro y Álvaro Pastor. El trío de progenitores se cierra con Koldo Zuazua, el auténtico patriarca de esta historia.
Ahora sólo nos queda (a la familia) esperar a que el público entre en la sala, abra todos los ojos y en la pantalla se iluminen los hermosísimos rostros de sus protagonistas, Pablo Pineda y Lola Dueñas. Estoy convencido de que cuando su historia de amor empiece a crear sus corrientes, sus necesidades, sus impedimentos, sus alturas… y se haga habitable, el espectador no podrá resistirse a entrar en una gran verdad, en una verdad como una casa, con la sensación de estar inaugurando algo, muy íntimo y delicado, una emoción pura. Puede ser entonces, que desde ahí dentro, al espectador se le abra un nuevo horizonte donde son verdaderamente visibles esos otros amores (posibles de sentir aunque a veces no posibles de vivir). Todo estaba ahí, rodeándonos, pero verlo tan de cerca nos ayuda a aclarar nuestra existencia.
En mi imaginación ví que "Yo, también" despegaba en Donosti [En el Festival de San Sebastián, donde obtuvo los dos premios de interpretación], y ya no baja. Un viaje por el mundo sería fascinante, por el espacio y el tiempo, claro, pero sobre todo sería lo que se merecen sus cinco tripulantes. ¡Gracias, Álvaro, Antonio, Koldo, Lola y Pablo por existir dentro de esta película!
(*): El cineasta donostiarra Julio Medem, autor de "Lucía y el sexo", "La pelota vasca" y la aún inédita "Room in Rome" es el coproductor de "Yo, también", opera prima de Alvaro Pastor y Antonio Naharro, que se estrena este viernes en España.