Daniel Monzón escribe sobre los principales personajes de "Celda 211"
- por © Daniel Monzón-NOTICINE.com
Tras un exitoso periplo festivalero (Venecia, Toronto, Sitges...) llega a las salas el "thriller" carcelario "Celda 211", del cineasta y ex crítico de cine balear Daniel Monzón. Se trata de la adaptación de la novela homónima de Francisco Pérez Gandul, escrita por el propio Monzón junto a Jorge Guerricaechevarría, y la protagonizan Alberto Ammann, Luis Tosar, Antonio Resines, Carlos Bardem, Vicente Romero y Marta Etura, entre otros. Se trata la historia de un funcionario de prisiones que a punto de asumir su puesto en una cárcel se ve envuelto en un motín y debe hacerse pasar por preso. Así explica Monzón los trazos de sus principales personajes:
"Malamadre" (Luis Tosar)
Desde que Jorge Guerricaechevarría y yo nos pusimos a escribir el guión de “Celda 211” tuvimos claro que Luís Tosar debía ser Malamadre. Lo escribimos con él en mente; los diálogos, cada matiz del personaje se nos hacía creíble pensando en que Luís sería quien lo interpretase. Nuestro problema era que él no tenía ni la menor idea de nuestras intenciones... Afortunadamente, Luís leyó el guión y contestó muy rápido. Le entusiasmaba la idea de meterse en la piel de este Long John Silver de la cárcel española. Mi primer encuentro con él en un conocido café madrileño se convirtió en una apasionada charla hasta entrada la noche en la que ambos nos dimos cuenta de que íbamos a vivir una experiencia intensa de la mano de este personaje brutal, duro, aterrador, sí, pero también poseedor de una humanidad y nobleza que muchos de los que estarían dispuestos a juzgarle posiblemente carecerían… Leímos diarios de presos, nos entrevistamos con funcionarios, visitamos cárceles y hablamos con presidiarios en situaciones muy cercanas a las de Malamadre. Y Luís le fue calando el alma a este hombre salvaje para quien lo cotidiano es vivir en medio de la más pura psicosis. Luego, los elementos externos de composición se fueron sumando, la voz, los andares, la complexión, la presencia, el vestuario, la fulminante mirada…
"Juan Oliver" (Alberto Ammann)
Un problema no menos delicado era encontrar un actor capaz de encarnar a Juan Oliver, el hombre bueno que se ve encerrado sin comerlo ni beberlo en una situación de una tensión excepcional y que descubre cosas de sí mismo que nunca hubiera sospechado. Alguien con quien el público tenía que identificarse desde un principio, reconocerse en esa persona normal atrapada en un furioso mundo de locos… Debía ser un actor desconocido, que no arrastrara consigo un bagaje de otras películas que le restara credibilidad. La idea era situar al espectador ante su aparición en el mismo punto que los presos: ¿de dónde demonios sale este tipo? Pero encontrar un actor desconocido, un recién llegado que no sólo pudiera aguantar la continuada presencia de un monstruo –dicho con todo el cariño- como Luís Tosar, sino que fuera capaz de encarnar con convicción la insólita metamorfosis que el personaje de Juan practica a lo largo de la trama, era una labor quimérica. Trabajando con las directoras de casting Eva Leira y Yolanda Serrano, y, tras meses y meses de pruebas, justo cuando comenzamos a creer que nunca encontraríamos a nuestro Calzones, apareció Alberto. Y su trabajo en la película habla por sí solo. Lo suyo, más que de “revelación” habría que calificarlo de “consagración”. Alberto Ammann ha llegado para quedarse.
"Elena" (Marta Etura)
Lo que hace Marta Etura en la película es un tipo de reto –construir una presencia poderosa a partir de elementos muy pequeños y sutiles- que muchos actores prefieren no intentar. No fue su caso. No en vano es una de las actrices más valientes y llenas de verdad de nuestro cine y estuvo encantada desde un principio de lanzarse a la complicada labor de dar carne a Elena -el motor que guía los pasos y el destino del protagonista-, a partir de un puñado de breves pero decisivas apariciones diseminadas a lo largo de la película de manera casi impresionista. Marta sabía que su personaje en la historia era tan decisivo como corto su tiempo en pantalla. Y era fundamental conseguir que el universo de pareja de Juan y Elena llegara al espectador directamente al corazón, cargado de ternura, de veracidad cotidiana pero sin caer nunca en la sensiblería. La dulzura y belleza natural de Marta consiguen desde el primer instante que nos enamoremos de Elena pero su complicidad con Alberto, el sincero juego que ambos establecen es lo que conmueve tan profundamente.
"Utrilla" (Antonio Resines)
Antonio Resines es uno de los grandes de nuestro cine. En comedia es eso que llaman “un natural”, un hombre que tiene el don de darle credibilidad a todo lo que dice en la pantalla, sea ésta grande, pequeña o de un cineExin. Es quizá por ello por lo que hay quien a veces confunde su persona con la de sus personajes. Pero cuando Antonio aborda el drama, ahí ya no hay confusión posible. Y lo hace desde el coraje y ese tipo de sabiduría que sólo le confieren a uno muchas películas a las espaldas. La capacidad de riesgo de Resines es admirable. Que aceptase –encantado- interpretar un personaje tan poco dado a ser querido por el público como Utrilla justo después de su archipopular papel en “Los Serrano” dice mucho de su espíritu iconoclasta y de su insobornable calidad como actor. Y cuando Resines se lanza a la piscina, lo hace sin red. Fue él mismo quien propuso aparecer más envejecido de lo habitual, con ese bigote cano y un rapado a cuchillo que ya es toda una declaración de intenciones. Y el retrato duro, sobrio, que plantea del personaje no busca la simpatía pero tampoco se olvida de dibujarlo como un ser humano, alejándolo de tópicos y villanos de una sola una pieza.
"Malamadre" (Luis Tosar)
Desde que Jorge Guerricaechevarría y yo nos pusimos a escribir el guión de “Celda 211” tuvimos claro que Luís Tosar debía ser Malamadre. Lo escribimos con él en mente; los diálogos, cada matiz del personaje se nos hacía creíble pensando en que Luís sería quien lo interpretase. Nuestro problema era que él no tenía ni la menor idea de nuestras intenciones... Afortunadamente, Luís leyó el guión y contestó muy rápido. Le entusiasmaba la idea de meterse en la piel de este Long John Silver de la cárcel española. Mi primer encuentro con él en un conocido café madrileño se convirtió en una apasionada charla hasta entrada la noche en la que ambos nos dimos cuenta de que íbamos a vivir una experiencia intensa de la mano de este personaje brutal, duro, aterrador, sí, pero también poseedor de una humanidad y nobleza que muchos de los que estarían dispuestos a juzgarle posiblemente carecerían… Leímos diarios de presos, nos entrevistamos con funcionarios, visitamos cárceles y hablamos con presidiarios en situaciones muy cercanas a las de Malamadre. Y Luís le fue calando el alma a este hombre salvaje para quien lo cotidiano es vivir en medio de la más pura psicosis. Luego, los elementos externos de composición se fueron sumando, la voz, los andares, la complexión, la presencia, el vestuario, la fulminante mirada…
"Juan Oliver" (Alberto Ammann)
Un problema no menos delicado era encontrar un actor capaz de encarnar a Juan Oliver, el hombre bueno que se ve encerrado sin comerlo ni beberlo en una situación de una tensión excepcional y que descubre cosas de sí mismo que nunca hubiera sospechado. Alguien con quien el público tenía que identificarse desde un principio, reconocerse en esa persona normal atrapada en un furioso mundo de locos… Debía ser un actor desconocido, que no arrastrara consigo un bagaje de otras películas que le restara credibilidad. La idea era situar al espectador ante su aparición en el mismo punto que los presos: ¿de dónde demonios sale este tipo? Pero encontrar un actor desconocido, un recién llegado que no sólo pudiera aguantar la continuada presencia de un monstruo –dicho con todo el cariño- como Luís Tosar, sino que fuera capaz de encarnar con convicción la insólita metamorfosis que el personaje de Juan practica a lo largo de la trama, era una labor quimérica. Trabajando con las directoras de casting Eva Leira y Yolanda Serrano, y, tras meses y meses de pruebas, justo cuando comenzamos a creer que nunca encontraríamos a nuestro Calzones, apareció Alberto. Y su trabajo en la película habla por sí solo. Lo suyo, más que de “revelación” habría que calificarlo de “consagración”. Alberto Ammann ha llegado para quedarse.
"Elena" (Marta Etura)
Lo que hace Marta Etura en la película es un tipo de reto –construir una presencia poderosa a partir de elementos muy pequeños y sutiles- que muchos actores prefieren no intentar. No fue su caso. No en vano es una de las actrices más valientes y llenas de verdad de nuestro cine y estuvo encantada desde un principio de lanzarse a la complicada labor de dar carne a Elena -el motor que guía los pasos y el destino del protagonista-, a partir de un puñado de breves pero decisivas apariciones diseminadas a lo largo de la película de manera casi impresionista. Marta sabía que su personaje en la historia era tan decisivo como corto su tiempo en pantalla. Y era fundamental conseguir que el universo de pareja de Juan y Elena llegara al espectador directamente al corazón, cargado de ternura, de veracidad cotidiana pero sin caer nunca en la sensiblería. La dulzura y belleza natural de Marta consiguen desde el primer instante que nos enamoremos de Elena pero su complicidad con Alberto, el sincero juego que ambos establecen es lo que conmueve tan profundamente.
"Utrilla" (Antonio Resines)
Antonio Resines es uno de los grandes de nuestro cine. En comedia es eso que llaman “un natural”, un hombre que tiene el don de darle credibilidad a todo lo que dice en la pantalla, sea ésta grande, pequeña o de un cineExin. Es quizá por ello por lo que hay quien a veces confunde su persona con la de sus personajes. Pero cuando Antonio aborda el drama, ahí ya no hay confusión posible. Y lo hace desde el coraje y ese tipo de sabiduría que sólo le confieren a uno muchas películas a las espaldas. La capacidad de riesgo de Resines es admirable. Que aceptase –encantado- interpretar un personaje tan poco dado a ser querido por el público como Utrilla justo después de su archipopular papel en “Los Serrano” dice mucho de su espíritu iconoclasta y de su insobornable calidad como actor. Y cuando Resines se lanza a la piscina, lo hace sin red. Fue él mismo quien propuso aparecer más envejecido de lo habitual, con ese bigote cano y un rapado a cuchillo que ya es toda una declaración de intenciones. Y el retrato duro, sobrio, que plantea del personaje no busca la simpatía pero tampoco se olvida de dibujarlo como un ser humano, alejándolo de tópicos y villanos de una sola una pieza.