Daniel Monzón repasa con NOTICINE.com sus primeros pasos en el cine
- por © J.A.-NOTICINE.com
El festival Cinema Jove, ahora en su recta final, ha contado con un apartado dedicado a Daniel Monzón, "Cuadernos de rodaje", en el que se programaron aquellas películas que más le han influido, y las suyas propias. Antiguo crítico de la revista Fotogramas y del programa de TVE Días de cine, Monzón ha querido repasar con NOTICINE.com lo que fueron sus inicios, hace 10 años, con "El corazón del guerrero", y -como no- también analizar el suceso de "Celda 211", ganadora de ocho estatuillas en la pasada edición de los Goya, entre ellas las de mejor película, director, guión adaptado, actor, actor revelación y actriz de reparto.
"Yo tardé mucho tiempo -recuerda Monzón- en hacer mi primera película. La dirigí con 29 años, pero desee hacer cine desde que era muy niño, desde que a los 7 años mi abuela me llevó a ver "King Kong". Entonces me enamoré del cine y quise hacerlo. Tardé tanto porque sentía tal respeto hacia el cine, y tenía tanto miedo de, de pronto, descubrir que no servía, que el primer día de rodaje de "El corazón...", en el que tenia que rodar una escena de acción muy complicada, fue muy gozoso al terminar la jornada, después de mil carreras, de sentir la adrenalina que me estallaba por todos los poros, tener la certeza clara de que yo había nacido para eso. Durante las 11 semanas que duró el rodaje, con un montón de efectos especiales, una película complejisima, disfruté intensamente...".
"Era un cinéfilo -prosigue el guionista y realizador- que durante muchos años había deseado hacer cine, y de pronto le salía todo a borbotones. Creo que parte de la gracia de "El corazón del guerrero" era su cualidad tan barroca, con muchísimos ingredientes, géneros... Quise barajarlo todo para "jugar con todos los juguetes", por si acaso no me dejaban volver a jugar. Algunos me decian "no has hecho ni un corto en tu vida, ¿no será muy complicado?" pero yo sentía tan profundamente eso que me resultaba fácil. En la fiesta de fin de rodaje, el director de fotografía, que era un hombre ya muy experimentado, se me acercó y me preguntó: "¿Tu cuando te diste cuenta de que esta pelicula era imposible de hacer?". Y le contesté: "Yo creo que a mi me ha podido la fuerza de la ignorancia". Antes, cuando le pasé el guión a Alex de la Iglesia, que era un amigo y además un espejo para mi, alguien en quien quería verme reflejado, me dijo "muy bien, Daniel, si te tienes que dar una hostia, te la dás a lo grande".
Diez años y tres películas como director después, Daniel Monzón disfruta de la rara circunstancia de ser apreciado por críticos y público. "Celda 211" fue además la cinta más premiada del pasado año, algo que en su dimensión más amplia, no pudo imaginar. "Para mí -afirma- el gran éxito de "Celda 211" es aún una sorpresa. Pones en cada película que haces tu mayor esfuerzo, tu pasión, tu cariño, el talento que tengas, y tu equipo contigo... pero un éxito de esta envergadura es un regalo del público, que decide que en este momento le apetece verla, entra, le conmueve y la recomienda. Nunca pensé que iba a abrazar un abanico tan amplio de público. Pensé que podría interesar a los jóvenes adultos, porque es una película muy áspera, muy seca... Lo que no imaginaba es que chicos y chicas de 11 o 12 años iban a verla dos, tres y cuatro veces, como me han llegado a decir, o que mujeres de 70 años me iban a abrazar y darme las gracias por una película "muy bonita". Nunca sospeché merecer ese calificativo por "Celda 211"... (risas)".
"Al final -concluye Daniel Monzón- la película cobra una vida propia y esa vida te la cuenta el espectador. Todo el mundo me dice que es muy humana, que por eso conmueve, porque propone un viaje emocial muy intenso, que te remueve. Hay quien me ha dicho que con tanto suspense y tensión salió del cine con dolor de abdominales... Y también que te queda dentro, y días después aún la recuerdas. Eso me parece maravilloso. No creo haber sido yo el artífice de todo eso, sino una serie de circunstancias felices, unos actores y unos técnicos muy inspirados. La película además contiene algo que es universal. Se está estrenando en todo el mundo y toca a públicos muy diferentes".
Monzón, sin embargo, mira al futuro, con un nuevo proyecto que está coescribiendo con su previo cómplice (y mismo coguionista de Alex de la Iglesia), el vasco Jorge Guerricaechevarría, que nada tendrá que ver con sus dos últimos últimas cintas, aunque tal vez más con la segunda, "El robo más grande jamás contado". Se trata de una comedia negra cuya acción transcurre en tierras británicas.
"Yo tardé mucho tiempo -recuerda Monzón- en hacer mi primera película. La dirigí con 29 años, pero desee hacer cine desde que era muy niño, desde que a los 7 años mi abuela me llevó a ver "King Kong". Entonces me enamoré del cine y quise hacerlo. Tardé tanto porque sentía tal respeto hacia el cine, y tenía tanto miedo de, de pronto, descubrir que no servía, que el primer día de rodaje de "El corazón...", en el que tenia que rodar una escena de acción muy complicada, fue muy gozoso al terminar la jornada, después de mil carreras, de sentir la adrenalina que me estallaba por todos los poros, tener la certeza clara de que yo había nacido para eso. Durante las 11 semanas que duró el rodaje, con un montón de efectos especiales, una película complejisima, disfruté intensamente...".
"Era un cinéfilo -prosigue el guionista y realizador- que durante muchos años había deseado hacer cine, y de pronto le salía todo a borbotones. Creo que parte de la gracia de "El corazón del guerrero" era su cualidad tan barroca, con muchísimos ingredientes, géneros... Quise barajarlo todo para "jugar con todos los juguetes", por si acaso no me dejaban volver a jugar. Algunos me decian "no has hecho ni un corto en tu vida, ¿no será muy complicado?" pero yo sentía tan profundamente eso que me resultaba fácil. En la fiesta de fin de rodaje, el director de fotografía, que era un hombre ya muy experimentado, se me acercó y me preguntó: "¿Tu cuando te diste cuenta de que esta pelicula era imposible de hacer?". Y le contesté: "Yo creo que a mi me ha podido la fuerza de la ignorancia". Antes, cuando le pasé el guión a Alex de la Iglesia, que era un amigo y además un espejo para mi, alguien en quien quería verme reflejado, me dijo "muy bien, Daniel, si te tienes que dar una hostia, te la dás a lo grande".
Diez años y tres películas como director después, Daniel Monzón disfruta de la rara circunstancia de ser apreciado por críticos y público. "Celda 211" fue además la cinta más premiada del pasado año, algo que en su dimensión más amplia, no pudo imaginar. "Para mí -afirma- el gran éxito de "Celda 211" es aún una sorpresa. Pones en cada película que haces tu mayor esfuerzo, tu pasión, tu cariño, el talento que tengas, y tu equipo contigo... pero un éxito de esta envergadura es un regalo del público, que decide que en este momento le apetece verla, entra, le conmueve y la recomienda. Nunca pensé que iba a abrazar un abanico tan amplio de público. Pensé que podría interesar a los jóvenes adultos, porque es una película muy áspera, muy seca... Lo que no imaginaba es que chicos y chicas de 11 o 12 años iban a verla dos, tres y cuatro veces, como me han llegado a decir, o que mujeres de 70 años me iban a abrazar y darme las gracias por una película "muy bonita". Nunca sospeché merecer ese calificativo por "Celda 211"... (risas)".
"Al final -concluye Daniel Monzón- la película cobra una vida propia y esa vida te la cuenta el espectador. Todo el mundo me dice que es muy humana, que por eso conmueve, porque propone un viaje emocial muy intenso, que te remueve. Hay quien me ha dicho que con tanto suspense y tensión salió del cine con dolor de abdominales... Y también que te queda dentro, y días después aún la recuerdas. Eso me parece maravilloso. No creo haber sido yo el artífice de todo eso, sino una serie de circunstancias felices, unos actores y unos técnicos muy inspirados. La película además contiene algo que es universal. Se está estrenando en todo el mundo y toca a públicos muy diferentes".
Monzón, sin embargo, mira al futuro, con un nuevo proyecto que está coescribiendo con su previo cómplice (y mismo coguionista de Alex de la Iglesia), el vasco Jorge Guerricaechevarría, que nada tendrá que ver con sus dos últimos últimas cintas, aunque tal vez más con la segunda, "El robo más grande jamás contado". Se trata de una comedia negra cuya acción transcurre en tierras británicas.