Gustavo Bolívar escribe sobre su película "Sin tetas no hay paraíso"
- por © Amazonas Films-NOTICINE.com
Por Gustavo Bolívar *
Cuando escribí "Sin tetas no hay paraíso", la novela, la de papel, siempre tuve claro que su argumento sólo podía ser interpretado a cabalidad por el cine. Sin embargo, y por aquellas cosas del capitalismo en varias partes del mundo se fueron produciendo series de televisión basadas en la historia de Catalina. Aquella niña, ignorante ambiciosa e ingenua que quiso entrar al paraíso consiguiendo, a como diera lugar, un buen par de tetas, sin saber que con su delirio equivocado tan solo iba a conseguir convertir su vida en un infierno.
Escribí la serie que produjo Caracol para el mundo entero y también la que realizó Telemundo para el público hispano de los Estados Unidos y Puerto Rico. El Canal Telecinco de España está presentando en estos momentos una versión de "Sin tetas no hay paraíso" y países como Italia, Rusia y hasta la India se preparan a escoger a la bella Catalina que los hará despertar del sueño de la vida fácil.
Todas estas producciones tienen algo en común: por las regulaciones de las televisoras de los distintos países donde se presentan, las protagonistas de la historia no pueden hacer honor a los personajes del libro que dieron origen a sus personajes. Por eso María Adelaida Puerto, la Catalina de Caracol, tenía 27 años al momento de grabar la serie y Carmen Villalobos, la Catalina de Telemundo cuenta con 26 años en estos momentos en que la serie se sigue grabando. Amaia Salamanca, la Catalina española, tiene 24 años.
Es por eso que me decidí a hacer la película. Porque sólo la magia y el realismo del cine pueden hacer honor al argumento del libro. Sólo la irresponsabilidad y el desquicio del cine pueden mostrarle al mundo una Catalina adolescente cometiendo todo tipo de locuras para responderse así mismo las preguntas que le plantea una sociedad y un entorno que le han enseñado a las adolescentes alocadas de su barrio a enriquecerse rápido y de la manera más fácil. Esa es la herencia nefasta del narcotráfico contra la que tienen que luchar Catalina, la Diabla y sus demás amigas.
Si sumamos esa herencia a la falta de oportunidades de educación y de empleo que produce el Estado y también el bombardeo inmisericorde de imágenes de mujeres perfectas que lanzan por segundos los medios de comunicación, encontramos que todo está servido para que la frase “Sin tetas no hay paraíso” se convierta en el paradigma que millones de personas en el mundo entero están repitiendo, comprendiendo y criticando hoy en día.
No soy director de academia pero 10 años en la televisión me dieron la medida para saber lo que no puede hacerse en cine y una veintena de libros sobre cine me dotan de las nociones mínimas que se requieren para no empezar con pie izquierdo esta noble actividad, que a la postre se convierte en el sueño de todo ser humano. Esa actividad que los místicos deberían sumar a la de tener un hijo, sembrar el árbol y escribir un libro para justificar la existencia.
Si sumamos esta anti experiencia con las cientos o tal vez miles de horas que he pasado frente al computador escribiendo, primero el libro, luego los guiones de la serie de Caracol, luego los guiones de la serie de Telemundo, luego el guión de la película -que duré tres años puliendo- y luego las docenas de conferencias que sobre el tema dicté alrededor del mundo, podemos llegar a la inmodesta conclusión, y me excuso por eso de antemano, de que el mejor candidato para dirigir la película "Sin tetas no hay paraíso era yo". Por eso me decidí a hacerla.
Sin ningún reparo y sin sonrojarme. Estaba tan seguro de lo que quería de mis actores que tan sólo tuve que reunir un buen grupo, un experimentado grupo técnico y me lancé al ruedo con mi ópera prima. El mundo juzgará este trabajo y la crítica podrá decir lo que desee menos una cosa: que no se trabajó con total honestidad y con total irresponsabilidad para, no sólo hacer honor al realismo que debía tener la historia sino también a esa magia que debe convertir a la pantalla grande en la ventana de nuestras casas. Que la gente se sienta asomada viendo pasar la realidad por su barrio. Y lo hicimos. Al punto que la protagonista se ha operado en realidad como lo hizo Catalina en el libro. Tres cámaras de cine siguieron la cirugía y el mundo asistirá perplejo al establecimiento de un record guinness: ver la primera película en la historia del cine en la que su protagonista se hace una cirugía real.
Este acto de irresponsabilidad total que busca rescatar para el cine su verdadera esencia, traerá consigo todo un movimiento que buscará reflejar a través del hiper-realismo el mundo que conocemos, el que vemos, el que vivimos, el que sentimos. La gente ya no querrá conformarse con trucos efectistas y cada vez buscará actuaciones naturales y situaciones que rayen en la verdad.
Pasar de grabar una hora diaria de dramatizado con dos unidades móviles, es decir seis cámaras de televisión rodando dos tercios de película en un día, a rodar dos minutos y a veces uno con una sola cámara es un cambio drástico que, sin embargo nos acerca a la perfección, a comprender por qué el cine es un arte para el que se debe estar dotado de mucha paciencia, manos de artesano y ojos de águila, corazón de árbol y alma de elefante. Sobre todo en la edición cuando tengamos que asesinar con nuestras propias manos la mayor parte de todo aquello que con tanto esfuerzo 83 personas realizamos. Pero esas decisiones son las que nos hacen llegar al crisol, a la esencia de lo que se quiere y se debe ver. El verdadero director se debe conocer allí, no sólo haciendo, también deshaciendo lo que el tiempo inquisidor nos invite a destruir.
"Sin tetas no hay paraíso, la película" es una suma de todo esto. La visión de un director neófito que en medio de su delirio tratará de recrear los personajes que un día creó, sin saber que aquellos iban a cobrar vida al punto de plantearse dilemas que sólo el espectador sabrá responder, desde su banca de teatro, mientras digiere un sorbo de gaseosa con un maíz pira que tal vez, cuando las imágenes se vuelvan realidad ante sus ojos, se quede atorado en su garganta.
(*): El colombiano Gustavo Bolívar (Girardot, Cundinamarca, 1966) es periodista, guionista y escritor. Ha escrito 8 libros y alrededor de 1.600 guiones entre programas periodísticos, docudramas, series, novelas, documentales y guiones cinematográficos. "Sin tetas no hay paraíso", su gran éxito, se emitió por Caracol TV en 2006 y ha tenido diversas otras adaptaciones en diferentes países. Este viernes estrena en Colombia la versión cinematográfica, escrita y realizada por él.
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Cuando escribí "Sin tetas no hay paraíso", la novela, la de papel, siempre tuve claro que su argumento sólo podía ser interpretado a cabalidad por el cine. Sin embargo, y por aquellas cosas del capitalismo en varias partes del mundo se fueron produciendo series de televisión basadas en la historia de Catalina. Aquella niña, ignorante ambiciosa e ingenua que quiso entrar al paraíso consiguiendo, a como diera lugar, un buen par de tetas, sin saber que con su delirio equivocado tan solo iba a conseguir convertir su vida en un infierno.
Escribí la serie que produjo Caracol para el mundo entero y también la que realizó Telemundo para el público hispano de los Estados Unidos y Puerto Rico. El Canal Telecinco de España está presentando en estos momentos una versión de "Sin tetas no hay paraíso" y países como Italia, Rusia y hasta la India se preparan a escoger a la bella Catalina que los hará despertar del sueño de la vida fácil.
Todas estas producciones tienen algo en común: por las regulaciones de las televisoras de los distintos países donde se presentan, las protagonistas de la historia no pueden hacer honor a los personajes del libro que dieron origen a sus personajes. Por eso María Adelaida Puerto, la Catalina de Caracol, tenía 27 años al momento de grabar la serie y Carmen Villalobos, la Catalina de Telemundo cuenta con 26 años en estos momentos en que la serie se sigue grabando. Amaia Salamanca, la Catalina española, tiene 24 años.
Es por eso que me decidí a hacer la película. Porque sólo la magia y el realismo del cine pueden hacer honor al argumento del libro. Sólo la irresponsabilidad y el desquicio del cine pueden mostrarle al mundo una Catalina adolescente cometiendo todo tipo de locuras para responderse así mismo las preguntas que le plantea una sociedad y un entorno que le han enseñado a las adolescentes alocadas de su barrio a enriquecerse rápido y de la manera más fácil. Esa es la herencia nefasta del narcotráfico contra la que tienen que luchar Catalina, la Diabla y sus demás amigas.
Si sumamos esa herencia a la falta de oportunidades de educación y de empleo que produce el Estado y también el bombardeo inmisericorde de imágenes de mujeres perfectas que lanzan por segundos los medios de comunicación, encontramos que todo está servido para que la frase “Sin tetas no hay paraíso” se convierta en el paradigma que millones de personas en el mundo entero están repitiendo, comprendiendo y criticando hoy en día.
No soy director de academia pero 10 años en la televisión me dieron la medida para saber lo que no puede hacerse en cine y una veintena de libros sobre cine me dotan de las nociones mínimas que se requieren para no empezar con pie izquierdo esta noble actividad, que a la postre se convierte en el sueño de todo ser humano. Esa actividad que los místicos deberían sumar a la de tener un hijo, sembrar el árbol y escribir un libro para justificar la existencia.
Si sumamos esta anti experiencia con las cientos o tal vez miles de horas que he pasado frente al computador escribiendo, primero el libro, luego los guiones de la serie de Caracol, luego los guiones de la serie de Telemundo, luego el guión de la película -que duré tres años puliendo- y luego las docenas de conferencias que sobre el tema dicté alrededor del mundo, podemos llegar a la inmodesta conclusión, y me excuso por eso de antemano, de que el mejor candidato para dirigir la película "Sin tetas no hay paraíso era yo". Por eso me decidí a hacerla.
Sin ningún reparo y sin sonrojarme. Estaba tan seguro de lo que quería de mis actores que tan sólo tuve que reunir un buen grupo, un experimentado grupo técnico y me lancé al ruedo con mi ópera prima. El mundo juzgará este trabajo y la crítica podrá decir lo que desee menos una cosa: que no se trabajó con total honestidad y con total irresponsabilidad para, no sólo hacer honor al realismo que debía tener la historia sino también a esa magia que debe convertir a la pantalla grande en la ventana de nuestras casas. Que la gente se sienta asomada viendo pasar la realidad por su barrio. Y lo hicimos. Al punto que la protagonista se ha operado en realidad como lo hizo Catalina en el libro. Tres cámaras de cine siguieron la cirugía y el mundo asistirá perplejo al establecimiento de un record guinness: ver la primera película en la historia del cine en la que su protagonista se hace una cirugía real.
Este acto de irresponsabilidad total que busca rescatar para el cine su verdadera esencia, traerá consigo todo un movimiento que buscará reflejar a través del hiper-realismo el mundo que conocemos, el que vemos, el que vivimos, el que sentimos. La gente ya no querrá conformarse con trucos efectistas y cada vez buscará actuaciones naturales y situaciones que rayen en la verdad.
Pasar de grabar una hora diaria de dramatizado con dos unidades móviles, es decir seis cámaras de televisión rodando dos tercios de película en un día, a rodar dos minutos y a veces uno con una sola cámara es un cambio drástico que, sin embargo nos acerca a la perfección, a comprender por qué el cine es un arte para el que se debe estar dotado de mucha paciencia, manos de artesano y ojos de águila, corazón de árbol y alma de elefante. Sobre todo en la edición cuando tengamos que asesinar con nuestras propias manos la mayor parte de todo aquello que con tanto esfuerzo 83 personas realizamos. Pero esas decisiones son las que nos hacen llegar al crisol, a la esencia de lo que se quiere y se debe ver. El verdadero director se debe conocer allí, no sólo haciendo, también deshaciendo lo que el tiempo inquisidor nos invite a destruir.
"Sin tetas no hay paraíso, la película" es una suma de todo esto. La visión de un director neófito que en medio de su delirio tratará de recrear los personajes que un día creó, sin saber que aquellos iban a cobrar vida al punto de plantearse dilemas que sólo el espectador sabrá responder, desde su banca de teatro, mientras digiere un sorbo de gaseosa con un maíz pira que tal vez, cuando las imágenes se vuelvan realidad ante sus ojos, se quede atorado en su garganta.
(*): El colombiano Gustavo Bolívar (Girardot, Cundinamarca, 1966) es periodista, guionista y escritor. Ha escrito 8 libros y alrededor de 1.600 guiones entre programas periodísticos, docudramas, series, novelas, documentales y guiones cinematográficos. "Sin tetas no hay paraíso", su gran éxito, se emitió por Caracol TV en 2006 y ha tenido diversas otras adaptaciones en diferentes países. Este viernes estrena en Colombia la versión cinematográfica, escrita y realizada por él.
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