Diego Luna escribe sobre el estreno en España de "Abel"
- por © Redacción-NOTICINE.com
Por Diego Luna *
Mi padre es decorador. Hace seis años, fuimos a ver el montaje de Trevor Nunn de Hamlet en Londres, que incluía una escena entre Hamlet y su madre que me pareció especialmente sexual. Después de la representación, le dije a mi padre. ‘¿Y si nos hemos equivocado siempre acerca de la obra, y Hamlet mata a su padre porque ama a su madre y seguidamente acusa a su tío?’.
Un amigo mío escribió un libro en el que el personaje de un niño se toma por un adulto, y eso me recordó que una psicóloga que empecé a visitar a los doce años debido al insomnio me dijo que durante el día me comportaba como un joven de veinte años y por la noche volvía a ser un niño de cinco, así que teníamos que encontrar al chico de doce años que se escondía en alguna parte de mí. En cierto modo, esto es lo que le pasa a Abel en la película. Además, había esperado mucho tiempo para abordar lo edípico y pensé que era un buen momento para hacerlo. Así nació Abel: decidí contar la historia de un chico que ama a su madre y que pretende representar el papel de padre.
La figura materna es sumamente importante en la cultura mexicana. En parte se debe a que desde hace bastantes décadas los padres dejan a sus familias para ir a buscar trabajo en Estados Unidos. Yo utilizo esta historia para evocar algo más amplio, que tiene sus efectos sobre la sociedad en su conjunto. Hay ciudades mexicanas en las que no se ve a ningún hombre entre los veinte y los cincuenta años porque todos ellos han ido a buscar trabajo. Pero para abandonar a la familia ya no es necesario desaparecer ‘físicamente’. Hay un tipo de abandono emocional, que no sólo sucede en México. Los padres delegan en la madre toda la educación de los niños y éstos lo acusan. Si no se está con el hijo en el momento en que pronuncia su primera palabra o da sus primeros pasos, para mí es una forma de abandono. Cuando tuve un niño, mi vida dejó de girar sólo alrededor de mí, y eso pasó en un santiamén. Abel se da cuenta de que su madre necesita un marido y está dispuesto a sacrificar su infancia por ella. Además, se arroga el papel de padre para ocuparse de su hermano y de su hermana. Para ser buen padre es indispensable saber escuchar a los hijos. En la película, hay varias escenas en que Abel no habla, sino que escucha intensamente a sus hermanos. En cierto modo, es la primera vez en que se han entendido de verdad. Abel es un niño, pero se adueña de otra identidad, que le hace sufrir menos y que puede controlar. Ya no hay un padre ausente, ni una familia en crisis, ni está enfermo... Repentinamente, vivir se hace mucho más fácil. En el fondo, todos tendemos a hacer lo mismo, en distintos grados. Todos intentamos escapar de lo que somos, de maneras distintas, porque es difícil aceptarnos tal como somos de verdad. Hay que prepararse a aceptar el sufrimiento, la tragedia y la pérdida, cosas sin las cuales sería mucho más fácil vivir.
Cuando diriges tu primera película puedes pensar que la historia que cuentas no tiene nada que ver contigo, pero siempre hay elementos biográficos. Mi madre murió cuando yo tenía dos años, así que no me acuerdo de ella, no es como si la hubiera conocido y luego la hubiera perdido: desde el principio he vivido sin madre. Mi padre siempre estuvo a mi lado y me trató como a un adulto desde que yo era muy pequeño. Empecé a trabajar a los seis años, así que tuve que convertirme en adulto desde muy pronto. Y lo soy en ciertos aspectos, pero en otros, todavía hoy, sigo siendo un niño. No todos los aspectos de nuestra personalidad se desarrollan al mismo ritmo.
Me propuse que el aspecto de la película fuera como el de un sueño. En cuanto al formato, elegimos el Scope, porque yo quería que la película fuera el reflejo de la forma en que Abel influye sobre la gente que lo rodea y, al igual que en el teatro, quería que el espectador pudiera elegir en qué fijarse en el interior de cada plano.
Durante los rodajes en que he participado como actor he descubierto que me apetecía mucho dirigir. Como actor, siempre me preocupó mucho todo lo que pasaba en el plató, con el deseo, en el fondo, de controlar toda la actividad. Es una gran responsabilidad, porque el cine nace del poder de mediación del director. El actor sólo es un instrumento que lo ayuda a contar su historia. Quiero seguir formando parte de las historias concebidas por otros directores, pero también quiero seguir contando mis propias historias.
(*): Actor desde la infancia, el mexicano Diego Luna ha logrado el reconocimiento crítico y popular con su opera prima como realizador de ficción (antes hizo un documental sobre el boxeador JC Chávez), desde que la estrenó el pasado enero en Sundance. Ahora llega a las salas comerciales españolas después de haber ganado el Premio Horizontes Latinos en San Sebastián.
SI QUIERES COMENTAR ESTA INFORMACIÓN, VEN A NUESTRO FACEBOOK...
Mi padre es decorador. Hace seis años, fuimos a ver el montaje de Trevor Nunn de Hamlet en Londres, que incluía una escena entre Hamlet y su madre que me pareció especialmente sexual. Después de la representación, le dije a mi padre. ‘¿Y si nos hemos equivocado siempre acerca de la obra, y Hamlet mata a su padre porque ama a su madre y seguidamente acusa a su tío?’.
Un amigo mío escribió un libro en el que el personaje de un niño se toma por un adulto, y eso me recordó que una psicóloga que empecé a visitar a los doce años debido al insomnio me dijo que durante el día me comportaba como un joven de veinte años y por la noche volvía a ser un niño de cinco, así que teníamos que encontrar al chico de doce años que se escondía en alguna parte de mí. En cierto modo, esto es lo que le pasa a Abel en la película. Además, había esperado mucho tiempo para abordar lo edípico y pensé que era un buen momento para hacerlo. Así nació Abel: decidí contar la historia de un chico que ama a su madre y que pretende representar el papel de padre.
La figura materna es sumamente importante en la cultura mexicana. En parte se debe a que desde hace bastantes décadas los padres dejan a sus familias para ir a buscar trabajo en Estados Unidos. Yo utilizo esta historia para evocar algo más amplio, que tiene sus efectos sobre la sociedad en su conjunto. Hay ciudades mexicanas en las que no se ve a ningún hombre entre los veinte y los cincuenta años porque todos ellos han ido a buscar trabajo. Pero para abandonar a la familia ya no es necesario desaparecer ‘físicamente’. Hay un tipo de abandono emocional, que no sólo sucede en México. Los padres delegan en la madre toda la educación de los niños y éstos lo acusan. Si no se está con el hijo en el momento en que pronuncia su primera palabra o da sus primeros pasos, para mí es una forma de abandono. Cuando tuve un niño, mi vida dejó de girar sólo alrededor de mí, y eso pasó en un santiamén. Abel se da cuenta de que su madre necesita un marido y está dispuesto a sacrificar su infancia por ella. Además, se arroga el papel de padre para ocuparse de su hermano y de su hermana. Para ser buen padre es indispensable saber escuchar a los hijos. En la película, hay varias escenas en que Abel no habla, sino que escucha intensamente a sus hermanos. En cierto modo, es la primera vez en que se han entendido de verdad. Abel es un niño, pero se adueña de otra identidad, que le hace sufrir menos y que puede controlar. Ya no hay un padre ausente, ni una familia en crisis, ni está enfermo... Repentinamente, vivir se hace mucho más fácil. En el fondo, todos tendemos a hacer lo mismo, en distintos grados. Todos intentamos escapar de lo que somos, de maneras distintas, porque es difícil aceptarnos tal como somos de verdad. Hay que prepararse a aceptar el sufrimiento, la tragedia y la pérdida, cosas sin las cuales sería mucho más fácil vivir.
Cuando diriges tu primera película puedes pensar que la historia que cuentas no tiene nada que ver contigo, pero siempre hay elementos biográficos. Mi madre murió cuando yo tenía dos años, así que no me acuerdo de ella, no es como si la hubiera conocido y luego la hubiera perdido: desde el principio he vivido sin madre. Mi padre siempre estuvo a mi lado y me trató como a un adulto desde que yo era muy pequeño. Empecé a trabajar a los seis años, así que tuve que convertirme en adulto desde muy pronto. Y lo soy en ciertos aspectos, pero en otros, todavía hoy, sigo siendo un niño. No todos los aspectos de nuestra personalidad se desarrollan al mismo ritmo.
Me propuse que el aspecto de la película fuera como el de un sueño. En cuanto al formato, elegimos el Scope, porque yo quería que la película fuera el reflejo de la forma en que Abel influye sobre la gente que lo rodea y, al igual que en el teatro, quería que el espectador pudiera elegir en qué fijarse en el interior de cada plano.
Durante los rodajes en que he participado como actor he descubierto que me apetecía mucho dirigir. Como actor, siempre me preocupó mucho todo lo que pasaba en el plató, con el deseo, en el fondo, de controlar toda la actividad. Es una gran responsabilidad, porque el cine nace del poder de mediación del director. El actor sólo es un instrumento que lo ayuda a contar su historia. Quiero seguir formando parte de las historias concebidas por otros directores, pero también quiero seguir contando mis propias historias.
(*): Actor desde la infancia, el mexicano Diego Luna ha logrado el reconocimiento crítico y popular con su opera prima como realizador de ficción (antes hizo un documental sobre el boxeador JC Chávez), desde que la estrenó el pasado enero en Sundance. Ahora llega a las salas comerciales españolas después de haber ganado el Premio Horizontes Latinos en San Sebastián.
SI QUIERES COMENTAR ESTA INFORMACIÓN, VEN A NUESTRO FACEBOOK...