Hablamos con Vladimir Cruz sobre su opera prima "Afinidades"
- por © J.A.-NOTICINE.com
La película hispano-cubana "Afinidades", dirigida por los también actores Vladimir Cruz y Jorge Perugorría, llega este fin de semana a unas pocas salas españolas, de momento sólo a Madrid, Barcelona, Valencia y luego a Valladolid. Se trata del primer largo realizado por los reconocidos internacionalmente intérpretes de películas cubanas como "Fresa y chocolate", "Lista de espera" o "El cuerno de la abundancia". Ambos asumieron los principales roles masculinos (los femeninos son para la española Cuca Escribano, y la debutante cubana Gabriela Griffith) y a la vez codirigieron la cinta a partir de un guión de Cruz. Con este último dialogamos en exclusiva.
- ¿De qué va "Afinidades"?
Es una historia aparentemente sencilla, sobre un viaje de cuatro personajes que van a un lugar paradisíaco, en un hotel que está junto a una laguna. Son dos parejas de amigos y al poco tiempo el espectador descubre que el primer objetivo del viaje es un intercambio de parejas. Para mí ahí empieza la película. Se trata de mostrar, investigar, por qué estos personajes tan diferentes han coincidido allí, por qué tienen esa necesidad y esas insatisfacciones, cuáles son las manipulaciones y las fuerzas que les mueven. Habla sobre eso, sobre los valores, ciertas cosas de la vida contemporánea que nos producen insatisfacciones e infelicidad, sobre la incertidumbre del futuro... Y, bueno, una preocupación personal nuestra es lo que está pasando en nuestro país con los propios valores de la gente, y también el mundo actual y la crisis que pensamos que hay en cuanto a valores éticos, morales, ideológicos... Ese es el punto en el que queríamos ahondar.
- ¿Cómo se les ocurrió debutar como directores precisamente juntos?
En realidad el primero que nosotros dos empezó a trabajar tras la cámara fue "Pichi" (Perugorría), que hizo algún videoclip y algún documental. En mi caso concreto, en el año 2005 estuve trabajando con un director de Valencia, y fue una experiencia tan interesante que nos planteamos repetirla. De ahí surgió la posibilidad de hacer un corto, y él me sugirió que escribiera una idea que le había planteado.Yo había trabajado cerca de algunos guionistas importantes, como Senel Paz, en "Fresa y chocolate", y me parecía muy complejo escribir un guión. Me daba mucho miedo. El me sugirió que lo escribiera tal y como se lo había contado a él, y empecé, hicimos el guión y el corto y me gustó la experiencia. Me parece que combina bien con el trabajo del actor, que sufre parones y debe esperar meses entre película y película. Está bien tener algo que hacer cada día... Y es muy creativo...
- Y de ahí el salto al largometraje...
Sí. Cuando terminamos el corto empecé a jugar a escribir un largo a partir de una novelita rara que conocía de hacía años, de un amigo, Reinaldo Montero, pero que tenía algo en los personajes que me parecía muy atractivo, sobre todo desde el punto de vista del actor. A lo largo de dos años o algo más, trabajando a intervalos, fuí redactando el guión. En 2007 hicimos tres películas juntos "Pichi" y yo, hablamos mucho y nos actualizamos en nuestras cosas, y los anhelos que teníamos ambos de diversificar la profesión y hacer otras cosas. Por ese camino llegamos a la idea de hacer una película juntos. Pensamos en buscar un director inicialmente, porque me parecía difícil escribir, actuar y dirigir. Pero por otro lado tampoco nos apetecía buscar a alguien sólo para decidir que ahí se ponía la cámara, ya que el resto lo teníamos muy trabajado. El argumento que nos convenció fue pensar que habíamos aprendido a hacer cine en una codirección (la de "Titón" Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío en "Fresa y chocolate"), y desde el primer momento entendimos el cine como un trabajo en equipo, algo colaborativo, en el que hay que dejar fuera la vanidad y el ego, con simplemente una sola idea: lo mejor para la película. Así que empezamos a trabajar juntos, buscando el dinero y perfeccionando la idea que queríamos contar.
- ¿Cómo se organizaron en esa codirección? ¿Hubo división del trabajo?
No tomamos una decisión consciente de dividir el trabajo entre los dos. Intentamos hacer entre los dos todo. Había momentos en que -como los dos actuábamos también en la película- uno de los dos, el que no salía en la escena, era el que dirigía. Pero fuimos mezclando y aprendiendo sobre la marcha. Lo básico fue integrar un equipo de dirección, de gente de mucha experiencia, conformado por el director de fotografía, el director de arte y el ayudante de realización, que es un gran amigo que ha trabajado con nosotros antes. Fue también básico prepararlo todo bien: hicimos muy bien la locación, pensamos cada plano, así que llegamos sin preocupación al set. Combinar el trabajo de actuación y dirección es muy difícil, porque el actor está muy expuesto a la subjetividad. A veces no tiene una conciencia clara del resultado de lo que está haciendo. Cuando crees que estás mejor estás peor y viceversa. Cortar y recuperar inmediatamente la objetividad para juzgar una toma, es complicado. Dirigir es sobre todo decidir. Hay que tomar miles de decisiones cada día, y de todo eso lo más difícil es decidir sobre tu propio trabajo.
- Precisamente por esa cantidad de elementos, y a pesar de la amistad que les une, imagino que tendrían alguna diferencia de criterio, aunque fuese puntual...
Sí, aunque ya habíamos discutido mucho entre nosotros antes de rodar. De hecho, fue gracioso, porque estuvimos en un taller de desarrollo de guión en Suiza, en un castillo en mitad del campo, donde no se oía ni una mosca, y sólo se escuchaban los gritos nuestros discutiendo sobre la película. Quisimos ponernos previamente muy de acuerdo antes de enfrentarnos a la filmación sin fisuras. Pero siempre en el set había momentos en que no estábamos de acuerdo. Lo que hacíamos en esos casos era parar y hablarlo entre los dos. Tenemos una relación fantástica de respeto mutuo, partiendo de que somos muy diferentes y quizás por eso nos complementamos. Yo me fío más de su opinión en algunos terrenos y él más de la mía en otros, así que según por donde anduviera la polémica predominaba la decisión de alguien. Pichi es muy terrenal, muy concreto, y yo sabía que él iba a darle mucha tierra a la película. Y yo podía volar sabiendo que él estaba abajo. Cada uno se ocupaba de un nivel. Había veces que discutíamos, pero creo que no pasó ni en una sola ocasión en que estuvieramos radicalmente en desacuerdo. Teníamos claro que no podíamos discutir para ganar la discusión, sino para mejorar la película. En caracter somos diferentes. Somos los dos Leo, a los dos nos gusta jugar para ganar, y somos muy testarudos, pero quizás por mi propia formación yo puedo ser el más intelectual y "Pichi" el más callejero. En la manera de ver la vida, en la forma de llevar nuestras carreras, en la manera en que nos proyectamos, hay diferencias. El es muy instinto y yo más racional, pero todo eso nos vino muy bien porque entre los dos lo teníamos todo (risas).
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- ¿De qué va "Afinidades"?
Es una historia aparentemente sencilla, sobre un viaje de cuatro personajes que van a un lugar paradisíaco, en un hotel que está junto a una laguna. Son dos parejas de amigos y al poco tiempo el espectador descubre que el primer objetivo del viaje es un intercambio de parejas. Para mí ahí empieza la película. Se trata de mostrar, investigar, por qué estos personajes tan diferentes han coincidido allí, por qué tienen esa necesidad y esas insatisfacciones, cuáles son las manipulaciones y las fuerzas que les mueven. Habla sobre eso, sobre los valores, ciertas cosas de la vida contemporánea que nos producen insatisfacciones e infelicidad, sobre la incertidumbre del futuro... Y, bueno, una preocupación personal nuestra es lo que está pasando en nuestro país con los propios valores de la gente, y también el mundo actual y la crisis que pensamos que hay en cuanto a valores éticos, morales, ideológicos... Ese es el punto en el que queríamos ahondar.
- ¿Cómo se les ocurrió debutar como directores precisamente juntos?
En realidad el primero que nosotros dos empezó a trabajar tras la cámara fue "Pichi" (Perugorría), que hizo algún videoclip y algún documental. En mi caso concreto, en el año 2005 estuve trabajando con un director de Valencia, y fue una experiencia tan interesante que nos planteamos repetirla. De ahí surgió la posibilidad de hacer un corto, y él me sugirió que escribiera una idea que le había planteado.Yo había trabajado cerca de algunos guionistas importantes, como Senel Paz, en "Fresa y chocolate", y me parecía muy complejo escribir un guión. Me daba mucho miedo. El me sugirió que lo escribiera tal y como se lo había contado a él, y empecé, hicimos el guión y el corto y me gustó la experiencia. Me parece que combina bien con el trabajo del actor, que sufre parones y debe esperar meses entre película y película. Está bien tener algo que hacer cada día... Y es muy creativo...
- Y de ahí el salto al largometraje...
Sí. Cuando terminamos el corto empecé a jugar a escribir un largo a partir de una novelita rara que conocía de hacía años, de un amigo, Reinaldo Montero, pero que tenía algo en los personajes que me parecía muy atractivo, sobre todo desde el punto de vista del actor. A lo largo de dos años o algo más, trabajando a intervalos, fuí redactando el guión. En 2007 hicimos tres películas juntos "Pichi" y yo, hablamos mucho y nos actualizamos en nuestras cosas, y los anhelos que teníamos ambos de diversificar la profesión y hacer otras cosas. Por ese camino llegamos a la idea de hacer una película juntos. Pensamos en buscar un director inicialmente, porque me parecía difícil escribir, actuar y dirigir. Pero por otro lado tampoco nos apetecía buscar a alguien sólo para decidir que ahí se ponía la cámara, ya que el resto lo teníamos muy trabajado. El argumento que nos convenció fue pensar que habíamos aprendido a hacer cine en una codirección (la de "Titón" Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío en "Fresa y chocolate"), y desde el primer momento entendimos el cine como un trabajo en equipo, algo colaborativo, en el que hay que dejar fuera la vanidad y el ego, con simplemente una sola idea: lo mejor para la película. Así que empezamos a trabajar juntos, buscando el dinero y perfeccionando la idea que queríamos contar.
- ¿Cómo se organizaron en esa codirección? ¿Hubo división del trabajo?
No tomamos una decisión consciente de dividir el trabajo entre los dos. Intentamos hacer entre los dos todo. Había momentos en que -como los dos actuábamos también en la película- uno de los dos, el que no salía en la escena, era el que dirigía. Pero fuimos mezclando y aprendiendo sobre la marcha. Lo básico fue integrar un equipo de dirección, de gente de mucha experiencia, conformado por el director de fotografía, el director de arte y el ayudante de realización, que es un gran amigo que ha trabajado con nosotros antes. Fue también básico prepararlo todo bien: hicimos muy bien la locación, pensamos cada plano, así que llegamos sin preocupación al set. Combinar el trabajo de actuación y dirección es muy difícil, porque el actor está muy expuesto a la subjetividad. A veces no tiene una conciencia clara del resultado de lo que está haciendo. Cuando crees que estás mejor estás peor y viceversa. Cortar y recuperar inmediatamente la objetividad para juzgar una toma, es complicado. Dirigir es sobre todo decidir. Hay que tomar miles de decisiones cada día, y de todo eso lo más difícil es decidir sobre tu propio trabajo.
- Precisamente por esa cantidad de elementos, y a pesar de la amistad que les une, imagino que tendrían alguna diferencia de criterio, aunque fuese puntual...
Sí, aunque ya habíamos discutido mucho entre nosotros antes de rodar. De hecho, fue gracioso, porque estuvimos en un taller de desarrollo de guión en Suiza, en un castillo en mitad del campo, donde no se oía ni una mosca, y sólo se escuchaban los gritos nuestros discutiendo sobre la película. Quisimos ponernos previamente muy de acuerdo antes de enfrentarnos a la filmación sin fisuras. Pero siempre en el set había momentos en que no estábamos de acuerdo. Lo que hacíamos en esos casos era parar y hablarlo entre los dos. Tenemos una relación fantástica de respeto mutuo, partiendo de que somos muy diferentes y quizás por eso nos complementamos. Yo me fío más de su opinión en algunos terrenos y él más de la mía en otros, así que según por donde anduviera la polémica predominaba la decisión de alguien. Pichi es muy terrenal, muy concreto, y yo sabía que él iba a darle mucha tierra a la película. Y yo podía volar sabiendo que él estaba abajo. Cada uno se ocupaba de un nivel. Había veces que discutíamos, pero creo que no pasó ni en una sola ocasión en que estuvieramos radicalmente en desacuerdo. Teníamos claro que no podíamos discutir para ganar la discusión, sino para mejorar la película. En caracter somos diferentes. Somos los dos Leo, a los dos nos gusta jugar para ganar, y somos muy testarudos, pero quizás por mi propia formación yo puedo ser el más intelectual y "Pichi" el más callejero. En la manera de ver la vida, en la forma de llevar nuestras carreras, en la manera en que nos proyectamos, hay diferencias. El es muy instinto y yo más racional, pero todo eso nos vino muy bien porque entre los dos lo teníamos todo (risas).
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