Emilio Martínez-Lázaro escribe sobre "La montaña rusa"

por © Alta Films-NOTICINE.com
Sánchez y Alterio
Por Emilio Martínez-Lázaro *

Hablando con sus amiguitas en el patio del colegio, Ada siente curiosidad por saber qué hacen los mayores en la cama que les gusta tanto. La mamá de una compañera ha explicado a su hija que hacer el amor es algo muy especial, y que sientes la mayor felicidad de tu vida. Pero Ada no puede creer que sea mejor que subir en la montaña rusa. Oyendo a mamá por la noche y montando con papá en la montaña rusa, su conclusión es la misma: aunque los dos gritan mucho, la montaña rusa es superior. Unos años más tarde, cuando le llega el momento de comprobarlo en persona, comienzan los problemas. Estas líneas son el origen de la película.

Nos gustaba imaginar que Nabokov hubiera sonreído ante este planteamiento de ficción. Y también su denostado Freud. Lo cierto es que a Daniela y a mí nos hizo gracia, y probamos a ver adónde nos conduciría. Se trataba de partir de las fantasías infantiles sobre la sexualidad y la vida adulta, ese mundo que de niños se nos antoja algo tan misterioso e incomprensible. Y de ver cómo esas fantasías infantiles generan expectativas, se convierten en aspiraciones secretas que nos acompañan durante años. Y cómo esas expectativas se van viendo defraudadas por la realidad de la vida adulta.

Como en la vida de Ada, el realismo se coló enseguida en la historia, y la búsqueda de la ansiada montaña se convirtió en un suplicio para la protagonista, que no termina de encontrar nada demasiado especial en aquella peculiar gimnasia para parejas en celo.

Y junto a esta visión rotundamente terrenal de las relaciones, Ada busca la vertiente platónica, idealizada: el amor. El compañero, el amigo generoso y comprensivo, el atractivo de la inteligencia, la delicadeza y la ironía, las cualidades sapiens que pueden adornar al homo, la convivencia sin sobresaltos pero, ¡ay!, sin pasión, sin arrebatos. La montaña rusa plana, sin abismos donde el trenecillo pueda despeñarse y haga latir nuestro corazón.

Cuando alguien quiere complicarse la vida y hacerla difícil lo consigue casi siempre. Este es el caso de Ada, que aspira a obtener el máximo en las dos facetas de la relación. ¿Existirá el hombre que ponga en marcha el motorcillo parado de Ada? Y en caso afirmativo, ¿cumplirá con las exigencias de una unión espiritual duradera y una convivencia civilizada y pacífica? Bueno, es lo que Ada desea encontrar, las dos cosas a la vez, pero parece difícil. ¿Y si probáramos con dos hombres?

Lorenzo y Luis son amigos de Ada desde los tiempos del colegio. Ya los hemos visto junto a las niñas al principio, en medio de aquella conversación tan esencial. Ellos también forman una pareja peculiar. El hombre práctico y realista junto al apasionado en busca de una quimera. Tuvieron una vida profesional en común que el tiempo y las diferencia de carácter echaron abajo. Pero conservan una amistad especial. Se ven con regularidad. Hay una clara intimidad entre ellos, mucho conocimiento en común. Sus periódicas reuniones han sido un remanso lleno de confidencias y enfrentamientos banales. También de un fondo de competencia larvada, de rivalidad entre el que ha conseguido dinero y éxito y el que, fiel a sus principios, malvive gracias a trabajos ocasionales y mal pagados.

Hasta que aparece Ada, la chica. Y a partir de aquí, el conflicto para todos, porque cuando alguien quiere complicarse la vida, no solo conseguirá complicársela, es casi seguro que se la complicará a los demás. Lorenzo y Luis, sumados, piensa Ada, hacen el hombre perfecto; lo malo es que son amigos y se siguen viendo a menudo.

Sobre todas estas cosas: el sexo y el amor y sus posibles combinaciones y compatibilidades, sobre la imposibilidad  de tenerlo todo y de encontrar la pareja ideal; sobre la infidelidad, y su compañera casi inevitable, la culpa; sobre triángulos que nunca nos salen equiláteros; sobre la amistad y los límites de la lealtad, trata esta película.

(*): Uno de los más exitosos cineastas españoles de los últimos años gracias a la comedia musical "El otro lado de la cama" y su secuela, Emilio Martínez-Lázaro vuelve a la confusión en las relaciones hombre-mujer con esta comedia que protagonizaron Alberto San Juan, Verónica Sánchez y Ernesto Alterio. El humor ha estado presente en la mayor parte de su filmografía, aunque en ella esté también un drama tan fuerte como "Las 13 rosas". Entre sus más recordadas cintas están "Amo tu cama rica", "Carreteras secundarias" y "El juego más divertido". "La montaña rusa" se estrena este viernes en España.

SI QUIERES COMENTAR ESTA INFORMACIÓN, VEN A NUESTRO FACEBOOK... O SIGUENOS A TRAVÉS DE TWITTER: @NOTICINEcom