Colaboración: La suma de monólogos no hace diálogos

por © NOTICINE.com
Luis García Berlanga
Por Josep Maria Jolis

Da igual si es el tema territorial catalán, el color de un cepillo de dientes o el matrimonio homosexual. En España tenemos un problema de carácter cultural que se ha extendido como una epidemia y tiene difícil solución: no sabemos debatir y no nos escuchamos.

Pongan la tele cualquier día y no se pierdan los programas con tertulias políticas. Allí encontrarán a 4 o 5 tertulianos con un discurso  que repiten como si fueran loros. En el fondo los tertulianos (y casi todos los ciudadanos) lo que hacemos es recitar un monólogo pero no escuchamos nunca la opinión del adversario.

Acabado un monólogo empieza el de otro tertuliano. El diálogo es inexistente. Si hay que gritar para parecer más convencido se hace. Y se acaba el programa: nadie se ha convencido de nada, nadie se ha escuchado y todos seguimos opinando lo mismo con el agravante que odiamos más al que no piensa como nosotros. Incomunicación total y vergüenza ajena por parte del espectador sensato (que alguno quedará).

Luis García Berlanga fue el gran cronista de la historia de España durante la segunda mitad del siglo XX. Un cineasta que supo ver nuestra manera de ser, nuestra incapacidad para ponernos de acuerdo, nuestro desprecio hacia las ideas ajenas.

Sus películas están llenas de personajes rodeados de gente pero solos, incapaces de ser escuchados por culpa del parloteo constante.

En estos días que se debate (es un decir) sobre nuestro modelo educativo yo propondría dos asignaturas obligatorias: una de oratoria (como hacen en las escuelas anglosajonas) y otra para ver los grandes clásicos de nuestro cine, con Berlanga a la cabeza.

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