Cesc Gay escribe sobre "Una pistola en cada mano"
- por © Imposible Films-NOTICINE.com
Por Cesc Gay *
En las ultimas décadas el rol de los hombres ha ido cambiando en nuestra sociedad y tengo la sensación de que los últimos en enterarnos hemos sido nosotros. Me seducía escribir sin compasión sobre ello y esta es la razón principal de "Una pistola en cada mano": reflejar y contar este nuevo lugar en el que nos encontramos: perdidos, confundidos y en busca de una nueva identidad. Y como suele suceder, eso siempre conlleva maravillosas situaciones para la comedia. "Una pistola en cada mano" trata de la mala relación emocional que tienen los personajes masculinos consigo mismos. Del no asumirse, del auto-mentirse.
En la película se tocan varios temas pero de alguna manera todos tienen que ver con el replanteamiento de la masculinidad. Nuestra generación ya ha tenido una vida distinta a la que han tenido nuestros padres por ejemplo. Hemos entrado en el mundo de las emociones, nos han obligado a jugar a eso, que está muy bien, pero los comportamientos no cambian de un día a otro. Los hombres no sabemos llorar, por ejemplo. Las mujeres si. Ellas lloran muy bien, de una forma natural. Se hace incluso atractivo verlas. Nosotros vamos al cine, nos emociona una escena y el 90% de los hombres nos reprimimos. Nuestra idea al escribir las diferentes escenas era precisamente la de situar a los protagonistas en ese lugar. Posiblemente el personaje de Javier Cámara es el que se encuentra más cercano a momentos así. Eramos conscientes al hacerlo de lo patético que resultaba verlo luchar contra si mismo, disimulando sus emociones. Es esa ironía del modelo masculino la que se cuestiona. Y que se tambalea. Y ahí radicaba también la apuesta del humor.
"Una pistola en cada mano" se estructura a partir de distintos encuentros, algunos de ellos provocados por el azar, entre sus protagonistas. Situaciones inesperadas y conversaciones sorprendentes siempre contadas en tiempo real y desde el presente más absoluto, una película de momentos. El guion se va abriendo como un puzzle a través de sus distintas historias. La idea era situar a los personajes en lugares en los que no pudieran esconderse. No estaban preparados ante los diferentes encuentros. Empecé a trabajar con los diálogos. Luego hubo que dotar a cada historia de una estructura interna, giros y sorpresas, que la situación se sostuviera...
En una historia coral hay muchos protagonistas. Y la película va entrelazando las historias. Esta es diferente porque vas de uno a otro y luego a otro… Ninguno de los personajes masculinos tiene nombre y eso les convierte a todos un poco en el mismo hombre. Eso es lo que traté de transmitir a todos los actores que se apuntaron al proyecto. Les pedí que confiaran en mí porque les tenía que llevar a un lugar un poco uniforme. Sobretodo teniendo encienta que no les dejé leer los guiones de las otras historias.
A diferencia de los protagonistas masculinos las mujeres de "Una pistola en cada mano" si que tienen nombre. Son menos uniformes porque cada personaje tiene un propósito diferente. Es distinto el personaje que interpreta Clara Segura frente a Javier Cámara que el que puede hacer Candela Peña o Leonor Watling. Los personajes femeninos ayudan a que se desarrolle la acción y en ese sentido están ahí para confrontarles a ellos. Son más “espectaculares”, más desafiantes, tienen más personalidad, especialmente el personaje de Candela. Les pedí que nunca se enfadaran, que no hubiera confrontación alguna. Que simplemente estuvieran por encima de ellos. Que fueran generosas a pesar de todo lo que han pasado y actuaran con picardía y humor.
Cuando escribí el guión de "Una pistola en cada mano" ya me di cuenta que el principal reto a la hora de dirigirlo sería el de unificar las interpretaciones. Conseguir un tono general acorde con el humor que quería transmitir. El humor es algo muy delicado, es una atmósfera. Si hubiera sido un drama, las interpretaciones hubieran podido ser menos homogéneas. Se que la película no es una comedia al uso, que es algo más dura e incluso triste. Que no está interpretada desde la parodia, desde el gag, sino desde la verdad del personaje, desde sus entrañas. Que tiene mucho humor negro, ese tipo de humor que te golpea. Los actores tuvieron que colocarse en un lugar que no es el habitual a la hora de trabajar. Es un lugar frágil, que los hace débiles, aunque hagan ver que no.
En "Una pistola en cada mano" no hay sexo visible, pero sí se habla bastante de sexo. La historia de Ricardo y Luis proviene de la infidelidad; Candela también utiliza mucho el sexo en el vínculo que establece con Eduardo. Y también hay un sexo, aunque sea curioso y extraño, entre Leonor y Alberto y Jordi y Cayetana. Como espectador, a mí nunca me ha gustado el sexo visible en el cine, me parece aburrido, a no ser que se trate de una película erótica. En general sé cómo acabará y conocemos de antemano los cuatro planos que se hacen siempre.
Todas las historias parten de un encuentro y consecuentemente de la posibilidad de que este termine en cualquier momento. Los personajes de "Una pistola en cada mano" están siempre a punto de irse, a punto de despedirse. En un portal, en un parque, en un piso, en la calle. Toda la película transcurre en ese lugar del “me tengo que ir”… Y ese era el lugar desde el cual sostenerla. Personajes indefensos, como si carecieran de guión. Eso me permitía acercarme al humor desde una cierta tensión.
"Una pistola en cada mano" nace de la primera historia (la de Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia). Fué como la génesis del resto del guión. Luego todo ocupó su lugar. Me pasó un poco lo mismo con la estructura de En la Ciudad. Era una película coral, teníamos más historias pero no las usamos todas. Con esta ha pasado lo mismo. Podía haber hecho muchas más historias, podía haber hecho otra película y al final utilizamos estas.
“No nos contaron que iba a ser así, ¿no?”. Esta frase es el origen de la historia de Leonardo y Eduard. La dijo un día Tomás, con quien escribo, mientras trabajábamos y me gustó mucho. La escuché y sentí que expresaba muy bien el desconcierto. "no te avisan, no te dan ni un manual…!” escribí a continuación. Me pareció una forma muy gráfica de expresar lo que sentían todos los hombres de esta película. Cuando uno está dando forma a un guión tiene que colgar en la pared, por decirlo de alguna manera, eso que le recuerde lo que no puede olvidar. Lo que le da el sentido y el tono a la película. Puede ser un dibujo, una imagen o una frase como en este caso. La colgué junto a una foto de John Wayne.
En cada historia hay una frase que expresa la esencia de lo que sucede y desde la cual estructuramos el guión. Hicimos una lista con Tomás sobre las peores virtudes de los hombres. Por ejemplo en la de Ricardo Darín y Luis Tosar parte de la frase que dice Luis mientras se aleja hablando por teléfono “A los tíos no nos gusta perder”. Y de como no aceptar nunca la derrota acaba generando otros problemas. ¿Por qué respondemos así?. “¿Y vosotros cuando quedáis exactamente de qué habláis?”, le pregunta Leonor a Alberto. De esta forma fuimos construyendo el guión de "Una pistola en cada mano".
El único personaje que escribí teniendo en mente al actor fue el de Eduard Fernández por el vínculo con él y porque estuvo en el origen del proyecto. Eduard tiene mucho más humor que el que ha podido demostrar en los personajes que normalmente le han ofrecido. En "Una pistola en cada mano" su personaje es más transparente y sincero con sus sentimientos, menos hermético que en las otras dos películas que habíamos hecho juntos y eso es algo que le había prometido y le debía. Eduard se emocionó mientras rodábamos en un momento del diálogo en que Leonardo le pregunta por su parte y me gustó poder usar esa toma. Para mi en cierta medida esta película también ha sido una especie de liberación.
(*): El cineasta catalán Cesc Gay llevaba tres años alejado de las salas, desde que hizo "V.O.S." (2009), "Una pistola en cada mano", que se estrena esta semana en España, es su sexta realización, tras la antes citada cinta, "Ficción" (2006), "En la ciudad" (2003), "Krampack" (2000) y "Hotel Room" (1998).
En las ultimas décadas el rol de los hombres ha ido cambiando en nuestra sociedad y tengo la sensación de que los últimos en enterarnos hemos sido nosotros. Me seducía escribir sin compasión sobre ello y esta es la razón principal de "Una pistola en cada mano": reflejar y contar este nuevo lugar en el que nos encontramos: perdidos, confundidos y en busca de una nueva identidad. Y como suele suceder, eso siempre conlleva maravillosas situaciones para la comedia. "Una pistola en cada mano" trata de la mala relación emocional que tienen los personajes masculinos consigo mismos. Del no asumirse, del auto-mentirse.
En la película se tocan varios temas pero de alguna manera todos tienen que ver con el replanteamiento de la masculinidad. Nuestra generación ya ha tenido una vida distinta a la que han tenido nuestros padres por ejemplo. Hemos entrado en el mundo de las emociones, nos han obligado a jugar a eso, que está muy bien, pero los comportamientos no cambian de un día a otro. Los hombres no sabemos llorar, por ejemplo. Las mujeres si. Ellas lloran muy bien, de una forma natural. Se hace incluso atractivo verlas. Nosotros vamos al cine, nos emociona una escena y el 90% de los hombres nos reprimimos. Nuestra idea al escribir las diferentes escenas era precisamente la de situar a los protagonistas en ese lugar. Posiblemente el personaje de Javier Cámara es el que se encuentra más cercano a momentos así. Eramos conscientes al hacerlo de lo patético que resultaba verlo luchar contra si mismo, disimulando sus emociones. Es esa ironía del modelo masculino la que se cuestiona. Y que se tambalea. Y ahí radicaba también la apuesta del humor.
"Una pistola en cada mano" se estructura a partir de distintos encuentros, algunos de ellos provocados por el azar, entre sus protagonistas. Situaciones inesperadas y conversaciones sorprendentes siempre contadas en tiempo real y desde el presente más absoluto, una película de momentos. El guion se va abriendo como un puzzle a través de sus distintas historias. La idea era situar a los personajes en lugares en los que no pudieran esconderse. No estaban preparados ante los diferentes encuentros. Empecé a trabajar con los diálogos. Luego hubo que dotar a cada historia de una estructura interna, giros y sorpresas, que la situación se sostuviera...
En una historia coral hay muchos protagonistas. Y la película va entrelazando las historias. Esta es diferente porque vas de uno a otro y luego a otro… Ninguno de los personajes masculinos tiene nombre y eso les convierte a todos un poco en el mismo hombre. Eso es lo que traté de transmitir a todos los actores que se apuntaron al proyecto. Les pedí que confiaran en mí porque les tenía que llevar a un lugar un poco uniforme. Sobretodo teniendo encienta que no les dejé leer los guiones de las otras historias.
A diferencia de los protagonistas masculinos las mujeres de "Una pistola en cada mano" si que tienen nombre. Son menos uniformes porque cada personaje tiene un propósito diferente. Es distinto el personaje que interpreta Clara Segura frente a Javier Cámara que el que puede hacer Candela Peña o Leonor Watling. Los personajes femeninos ayudan a que se desarrolle la acción y en ese sentido están ahí para confrontarles a ellos. Son más “espectaculares”, más desafiantes, tienen más personalidad, especialmente el personaje de Candela. Les pedí que nunca se enfadaran, que no hubiera confrontación alguna. Que simplemente estuvieran por encima de ellos. Que fueran generosas a pesar de todo lo que han pasado y actuaran con picardía y humor.
Cuando escribí el guión de "Una pistola en cada mano" ya me di cuenta que el principal reto a la hora de dirigirlo sería el de unificar las interpretaciones. Conseguir un tono general acorde con el humor que quería transmitir. El humor es algo muy delicado, es una atmósfera. Si hubiera sido un drama, las interpretaciones hubieran podido ser menos homogéneas. Se que la película no es una comedia al uso, que es algo más dura e incluso triste. Que no está interpretada desde la parodia, desde el gag, sino desde la verdad del personaje, desde sus entrañas. Que tiene mucho humor negro, ese tipo de humor que te golpea. Los actores tuvieron que colocarse en un lugar que no es el habitual a la hora de trabajar. Es un lugar frágil, que los hace débiles, aunque hagan ver que no.
En "Una pistola en cada mano" no hay sexo visible, pero sí se habla bastante de sexo. La historia de Ricardo y Luis proviene de la infidelidad; Candela también utiliza mucho el sexo en el vínculo que establece con Eduardo. Y también hay un sexo, aunque sea curioso y extraño, entre Leonor y Alberto y Jordi y Cayetana. Como espectador, a mí nunca me ha gustado el sexo visible en el cine, me parece aburrido, a no ser que se trate de una película erótica. En general sé cómo acabará y conocemos de antemano los cuatro planos que se hacen siempre.
Todas las historias parten de un encuentro y consecuentemente de la posibilidad de que este termine en cualquier momento. Los personajes de "Una pistola en cada mano" están siempre a punto de irse, a punto de despedirse. En un portal, en un parque, en un piso, en la calle. Toda la película transcurre en ese lugar del “me tengo que ir”… Y ese era el lugar desde el cual sostenerla. Personajes indefensos, como si carecieran de guión. Eso me permitía acercarme al humor desde una cierta tensión.
"Una pistola en cada mano" nace de la primera historia (la de Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia). Fué como la génesis del resto del guión. Luego todo ocupó su lugar. Me pasó un poco lo mismo con la estructura de En la Ciudad. Era una película coral, teníamos más historias pero no las usamos todas. Con esta ha pasado lo mismo. Podía haber hecho muchas más historias, podía haber hecho otra película y al final utilizamos estas.
“No nos contaron que iba a ser así, ¿no?”. Esta frase es el origen de la historia de Leonardo y Eduard. La dijo un día Tomás, con quien escribo, mientras trabajábamos y me gustó mucho. La escuché y sentí que expresaba muy bien el desconcierto. "no te avisan, no te dan ni un manual…!” escribí a continuación. Me pareció una forma muy gráfica de expresar lo que sentían todos los hombres de esta película. Cuando uno está dando forma a un guión tiene que colgar en la pared, por decirlo de alguna manera, eso que le recuerde lo que no puede olvidar. Lo que le da el sentido y el tono a la película. Puede ser un dibujo, una imagen o una frase como en este caso. La colgué junto a una foto de John Wayne.
En cada historia hay una frase que expresa la esencia de lo que sucede y desde la cual estructuramos el guión. Hicimos una lista con Tomás sobre las peores virtudes de los hombres. Por ejemplo en la de Ricardo Darín y Luis Tosar parte de la frase que dice Luis mientras se aleja hablando por teléfono “A los tíos no nos gusta perder”. Y de como no aceptar nunca la derrota acaba generando otros problemas. ¿Por qué respondemos así?. “¿Y vosotros cuando quedáis exactamente de qué habláis?”, le pregunta Leonor a Alberto. De esta forma fuimos construyendo el guión de "Una pistola en cada mano".
El único personaje que escribí teniendo en mente al actor fue el de Eduard Fernández por el vínculo con él y porque estuvo en el origen del proyecto. Eduard tiene mucho más humor que el que ha podido demostrar en los personajes que normalmente le han ofrecido. En "Una pistola en cada mano" su personaje es más transparente y sincero con sus sentimientos, menos hermético que en las otras dos películas que habíamos hecho juntos y eso es algo que le había prometido y le debía. Eduard se emocionó mientras rodábamos en un momento del diálogo en que Leonardo le pregunta por su parte y me gustó poder usar esa toma. Para mi en cierta medida esta película también ha sido una especie de liberación.
(*): El cineasta catalán Cesc Gay llevaba tres años alejado de las salas, desde que hizo "V.O.S." (2009), "Una pistola en cada mano", que se estrena esta semana en España, es su sexta realización, tras la antes citada cinta, "Ficción" (2006), "En la ciudad" (2003), "Krampack" (2000) y "Hotel Room" (1998).
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