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Por Josep Maria Jolis

En más de una ocasión he dicho (creo que aquí también) que siento una bonita atracción por las personas mayores. El lolitismo me lo reservo para otra cosas, casi siempre muy poco fructíferas y con tendencias patéticas. Me gustan las personas mayores porqué son sabias y están un poco de vuelta de todo… han vivido lo suficiente para relativizar los acontecimientos y para quedarse con las cosas que realmente importan. Charlar con una persona mayor sigue siendo uno de los placeres más hermosos que puedes encontrarte sin tener que pagar un euro.

Soy cinéfilo. Y un cinéfilo de raza sabe algo: por su vida pasarán ciudades, trabajos y parejas… pero la cinefilia siempre se quedará. Tengo esa certeza cada vez que voy a la Filmoteca. Allí me encuentro con abuelos que charlan con pasión sobre cine. Se nota que aman el cine por encima de casi cualquier cosa... yo aprovecho para sentarme cerca de ellos y escuchar lo que dicen. Siempre intento ser discreto pero a veces tengo la tentación de opinar sobre lo que hablan. Al verlos a ellos me veo a mí dentro de 40 años.

Y precisamente en la Filmoteca tuve la ocasión de asistir a una conferencia de José Luis Borau, cineasta que ya no está con nosotros. Fue una delicia escucharle contar anécdotas sobre su película más famosa (y excelente), "Furtivos", y sobre cine en general. Transmitía pasión y ganas. Sabiduría y humor. Para mí el Borau ya mayor era el abuelo ideal. Un abuelo al que le puedes contar travesuras, pedirle dinero prestado e incluso algún consejo. Eso sí, después de salir del cine. Gracias José Luis.