Crítica: "Tabú", viaje al paraíso perdido

por © NOTICINE.com
'Tabú'


Por Eduardo Larrocha

El cine conmueve cuando nos acerca, sin desvelarlo, al misterio esencial de la vida. "Tabú" ("Tabu", 2012) es una película misteriosa. Viene a ser las "Memorias de África" de Miguel Gomes, de quien es conocida "Aquele querido mês de agosto". Precisamente la idea se le ocurrió al realizador portugués durante el rodaje de aquella película. Además ha extraído de ella "Be my baby" de The Ronettes, canción sesentera convertida en fuente de inspiración argumental. Otro origen de la narración de "Tabú" es la paranoia de una anciana, Aurora, la protagonista, que acusa a su criada de Cabo Verde, de hacerle hechicerías a ella y también al vecindario y aledaños afectivos.

El título "Tabú" hace referencia a la película homónima de Murnau que a su vez se remite al concepto antropológico de una prohibición polinesia. El Edén es el espacio mítico de la trasgresión primigenia, con la consiguiente pérdida de la inocencia. En nuestra cultura, aún seguimos pagando y añorando las consecuencias de aquel pecado original.
En la película, el lugar para añorar el paraíso perdido es Lisboa, donde transcurre la primera parte de "Tabú". Los cincuenta minutos iniciales, de las dos horas que dura,  nos presentan a dos personajes en el final de sus días. A partir de ahí la evocación al viaje a Mozambique será una narración en "off" en donde la voz  se ofrece al espectador como aquellos carteles explicativos entre fotograma y fotograma del cine mudo. Todo el tempo transcurre en blanco y negro.

Ya son muchas las películas que nos devuelven a los orígenes del Séptimo Arte. Por algo será, o ¿Qué nos está pasando en este tiempo convulso?

En esta original coproducción de Alemania, Brasil, Francia y Portugal vemos a actores conocidos en nuestras pantallas, especialmente Teresa Madruga, que encarna a Pilar, hilo conductor de la primera parte. Hay otros buenos intérpretes menos conocidos como Laura Soveral, que hace de Aurora anciana y Ana Moreira, el mismo personaje central cincuenta años antes. La joven Aurora es infiel por su amor prohibido a Ventura, papel que encarna el actor portugués Carlotto Cotta.

Desde el propio título, el homenaje a F.W.Murnau es obvio, pero también lo es en el subrayado de las dos partes de esta película construida con un montaje muy cuidado. Tabú es sobre todo el relato de una  transgresión y la consecuente  tragedia. Tras el prólogo, esas dos partes se denominan Paraíso perdido y Paraíso, al revés que en el original. La combinación de actores profesionales y nativos  es otra referencia a la película de 1931. Los habitantes de Mozambique representan parte del  decorado en la geografía del Monte Tabú, donde se ubica espacialmente la segunda parte. Sería tema de otro comentario y más análisis desvelar  los vínculos entre los mundos prohibidos del director alemán y el portugués. Por fortuna Miguel Gomes no ha caído en las redes del destino, como Murnau que falleció sin ver estrenada su película.

"Tabú" indaga en las raíces del cine a través de los laberintos de la memoria de unos personajes a los que se les anuncia la tragedia. En su parte africana se rodó en  una región de Mozambique hasta ahora virgen que no había sido mostrada al mundo en imágenes, aunque más bien nos remite a un territorio abstracto. Lo cierto es que "Tabú" llega ahora a nuestras salas precedida de un gran eco admirativo en la crítica. Demuestra que aunque nos parezca imposible, aún hay maneras nuevas de escribir en el cine. Antes de llegar aquí ha pasado por los festivales de Las Palmas, Sevilla y ha obtenido el Premio Alfred Bauer en la última Berlinale y el Lux, galardón honorífico del Parlamento Europeo. Absténganse de verla quienes rechacen la mirada intelectual del mundo, seguro que no pueden disfrutar de las secuencias, fascinantes algunas, de esta evocadora película. La van a considerar pretenciosa, ya lo ha hecho algún crítico de prestigio.

No es para todo el mundo, pero merece la pena.

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