Habla Santiago Mitre sobre "El estudiante", que llega a cines españoles

por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
'El estudiante'
Más de dos años después de presentarse en el BAFICI se estrena por fin en los cines españoles la premiada película del argentino Santiago Mitre "El estudiante", protagonizada por Esteban Lamothe. Narra la historia de un joven provinciano que llega a Buenos Aires para estudiar en la Universidad, sin demasiadas motivaciones, por lo que sobre todo intenta no aburrirse, hacer amigos e intentar ligar con chicas. Sin embargo, una irresistible atracción por una joven profesora adjunta de la facultad le hará aventurarse en la militancia política, con tal de estar cerca de ella. Nuestros compañeros de EscribiendoCine lo entrevistaron:

- ¿Cuál fue el germen de "El estudiante"?
Había como tres ideas originales que fueron mutando y definieron lo que fue finalmente el proyecto. Yo tenía ganas de filmar en la Universidad de Buenos Aires. Hay algo arquitectónico de ese espacio que me interesaba filmar. Tenía también la idea de un personaje que no encontraba su vocación, construirlo a partir de la pregunta sobre qué es la vocación, qué significa ser algo y si es posible encontrarlo. El germen de la película era ese: la idea de un personaje que deambulaba años de una carrera a otra. Era una película como más existencial. En algún momento, mientras escribía notas y desarrollaba eso, encontré lo de la política. Entonces quise se mezclase con lo de la vocación. Preguntarme por qué alguien quería hacer política en esta época e indagar sobre sus singularidades. Eso fue tomando el centro del relato y al final todo lo previo quedó afuera. La política me interesa. Es muy diferente de cómo funcionaba en los ’70, en los ’80, y en los 2000. La idea era abordar la política universitaria.

- ¿Cómo se gestó la producción? ¿Fue complejo conseguir la posibilidad de filmar en la Universidad de Buenos Aires?
El proyecto es independiente, lo gesté yo. Luego me asocié con Agustina Llambi Campbell y armamos una especie de productora o cooperativa de trabajo, a la que se sumaron Alejandro Fadel y Martín Mauregui. Fundamos “La unión de los ríos” y esta es la primera película que hicimos a partir de ese espacio. Se sumó también Pasto cine y entre los cinco hicimos la película. Conseguimos el apoyo de varias productoras amigas, como El Pampero Cine, Laura Citarella, una de sus socias, que además es jefa de producción y asistente de la película. Y Pablo Trapero desde su productora nos dio un espacio para que trabajemos. Nos dio equipos de sonido, estuvo siempre muy cerca del proyecto, fue una suerte de padrino. Yo trabajé en las últimas dos películas de él, y Agustina fue productora de casi todas. Tenemos un vínculo muy cercano con su cine. Respecto a la Facultad, fue muy sencillo conseguirla. Tuvimos apenas dos reuniones y enseguida nos abrieron las puertas. Nos dieron las instalaciones para filmar. Podíamos intervenir en las clases siempre que fuera necesario si los docentes y alumnos estaban de acuerdo. Hubo colaboración total de parte también de los estudiantes y centros de estudiantes para filmar las asambleas. Fue un placer. Había una predisposición para ayudar a la película.

- El film tiene un tono que oscila que incluye a la comedia, el drama, el romance, y la intriga. ¿Por qué esta convivencia de géneros?

Quería una narración ambiciosa, “una película grande”. Que narre mucho. Tenía la idea de una narración que se fuese reciclando, como que no se centrase únicamente en una sola cosa. Había tres vectores sobre los que escribía: el primero era la evolución moral del personaje y sus aprendizajes, el segundo era la relación con las mujeres que tenía que ver con parte de ese crecimiento y el tercero era la política en sí como tema. Esta es una película “de tema”. Toma a la política y la analiza casi como un ente abstracto. Mientras se narra esta evolución de los personajes, los códigos de la Facultad, el entablar nuevas relaciones, me interesaba que la política quedara expuesta. Por eso están las voces en off que hablan del traslado de la capital a Viedma, las referencias al peronismo, el enfrentamiento de Perón con los montoneros. Un montón de situaciones que podían dialogar con el relato central de la película.

- Habló de “tema” y “exposición”. ¿Considera que estamos frente a una película de tesis? De alguna manera me parece que el final invita a pensar que hay una tesis.

Quería que la película termine con un diálogo entre esos dos personajes, me parece que hay algo en ese tipo, en su acercamiento a la política sin ideologías, sin praxis previa, que debía exponerse al final. El personaje tiene claro con qué hay que portar, no tiene muy en claro lo que hay que hacer. Por eso el final termina de ese modo.

- El mundo de "El estudiante" es cerrado, si bien refleja el afuera. Eso genera cierto extrañamiento, porque aparece un clima hermético, con sus propios códigos. Su película aborda lo cotidiano pero al mismo tiempo hace foco en ese mundo particular, sobre el que gira todo el tiempo. ¿Cómo ve este asunto?
No fui militante, si bien tengo familiares que generación tras generación se han dedicado a la política. Me acerqué desde ese lugar a observar, entender y explicar determinadas cuestiones. Fue un largo proceso de ir, sacar fotos, charlar con militantes, filmar asambleas, estar en movimiento, entender y apropiarme de determinadas cuestiones y jergas. Es un universo muy complejo incluso para las personas que lo habitan. Hay algo de la política que es así, la lógica de proyectos, traiciones, conspiraciones, discusiones que se vuelven casi abstractas. Había algo estético que me resultaba apasionante y muy interesante de filmar en ese micro-mundo, sumergirme en un lugar que vemos lateralmente y ponerlo en el centro. Y a la vez no creo que la película termine siendo para entendidos. Toma la militancia universitaria para hablar de la política. Uno puede pensar cómo la película habla acerca de cómo se elige un rector, pero se puede extender al Presidente del INCAA o a un intendente.

- Hay cierto aire a novela de aprendizaje, de estadíos que atraviesa el personaje hasta llegar a ser alguien distinto. ¿Qué cree que gana y pierde al final del camino?
Es una novela de aprendizaje, de iniciación. Para mí gana en todo, gana experiencia. Termina sabiendo qué quiere hacer el resto de su vida. Aprende que el lugar desde donde se acerca no es el indicado. Y que antes que tomar las decisiones hay que saber por qué se toman.

- ¿Los actores presenciaron asambleas y debates en la Facultad?
No. Eso fue parte de mi proceso como guionista y armado de las escenas. Ensayé mucho con ellos como para encontrar el tono, fue un trabajo de dirección. Cuando hice la investigación era un momento calmo en la vida política de la Facultad. En las asambleas había 35 personas. Cuando empezamos a filmar comenzó la toma. Y pasaron a ser de 300 o 400. Tuve suerte. Pasaron muchísimas cosas, porque el rodaje duró siete meses. Pasamos por el conflicto de los secundarios, algo importante para la Facultad porque los reclamos edilicios eran similares a los de Sociales. Inmediatamente vino la toma, muy larga, el asesinato de Mariano Ferreyra, la muerte de Kirchner, el resurgimiento del peronismo en la Facultad. La película no refiere a eso pero algo en los planos se filtra. Mientras se relata una ficción ves todo eso en las paredes.

- Hay un divorcio grande entre los planes de bienestar y la parte más viciada y corrupta. ¿Confía en que en algún momento va a primar lo primero?

Yo creo que sí. Hay una suerte de divorcio entre la militancia estudiantil y la militancia de claustros. Los estudiantes participan activamente en un plano, y en otro no pueden acceder o no quieren acceder, no me termina de quedar claro. A mí la militancia en la Facultad me parece interesantísima, las paredes son un reflejo de lo que sucede en el país y en el mundo. Hay gente discutiendo con un grado de inteligencia muy elevado. Yo me pregunto qué es lo que hacen después de pasar esa experiencia. Está el prejuicio de que están ahí enquistados y no terminan la carrera por eso. Y no es cierto, al menos en la mayoría de los casos. Es como si no se pudiese extender esa experiencia de militancia por fuera de la universidad. Conozco a una chica que militó en sociales y hoy está trabajando para un gobernador de un PJ federal, y ella venía de una militancia trotkista muy interesante.