El Goya honorífico a Héctor Alterio, símbolo de doble agradecimiento
- por © Corresponsal-NOTICINE.com
17-XII-03
Con el Goya de Honor que el veterano actor argentino Héctor Alterio recibirá a finales de enero durante los premios anuales del cine español, éste agradece la trayectoria de un inolvidable intérprete que ha contribuido de manera poderosa a consolidar la industria de la Madre Patria. Exiliado primero en los años 70 y hoy residente voluntario a caballo entre uno y otro lado del océano, el padre de los también actores Ernesto y Malena Alterio aprovecha este reconocimiento para recordar a quienes le ayudaron en los tiempos difíciles en los que las amenazas de muerte le obligaron a buscar acomodo en un país nuevo y dificil.
"Llegué a España -recuerda Alterio en una entrevista publicada este miércoles por Clarín- en septiembre de 1974, con "La tregua", para San Sebastián. Mi mujer me avisó que había recibido una carta. Estaba firmada por la Triple A y me amenazaba con ajusticiarme en cualquier lugar si no me iba del país en 48 horas. Con mi mujer pensábamos que la cosa iba a pasar, porque yo no militaba en ningún partido aunque tenía posiciones de izquierda que trascendieron, porque mi trabajo como actor se destacó por "La Patagonia rebelde" y "Quebracho".
"Fue -añade- como reiniciar mi carrera. No conocía a nadie ni nadie me conocía a mí. Ernesto tenía dos años, y Malena seis meses, cuando llegaron a España. Era difícil trabajar porque había un sindicato vertical que me exigía regularizar mi situación legal. Pero empecé a recibir la solidaridad de gente que no me conocía o no tenía conmigo una relación personal. Gila me dio una buena mano y otra persona que me ayudó fue Alberto de Mendoza. Recuerdo con mucho cariño lo bien que se portaron conmigo Nuria Espert, Juan Diego y el productor Elías Querejeta, que me dio una gran oportunidad con "Cría cuervos", de Carlos Saura. En 1977 gané en San Sebastián por "A un Dios desconocido", lo que significó un empuje importante en mi trabajo".
Hoy, a los 74 años, Alterio agradece el Goya como "un gesto de generosidad", tras 115 películas y 60 obras de teatro, amén de varios papeles en TV. "He tenido -recuerda- otras alegrías parecidas, pero sin desvalorizar a los otros, el Goya de Honor me parece más importante porque porque me siento en compañía de actores a los que respeto mucho que lo recibieron con anterioridad. Siento que esto aumenta el inmenso agradecimiento que siento por España a través del cariño de su gente".
Aunque Héctor Alterio ya era un actor reconocido cuando llegó hace 30 años a Madrid, sin duda papeles como los de "La guerra de papá", "El nido", "El crimen de Cuenca", "Mi general"... han brillado a la par con sus grandes éxitos argentinos: "La historia oficial", "Tango feroz", "Caballos salvajes", "Cenizas del paraíso"... Hoy, el veterano astro se ha convertido en el comodín de coproducciones entre sus "dos países", como "El hijo de la novia", "Corazón de fuego" (El último tren), "Kamchatka" o "Cleopatra"... Alterio fue el primero, antes que Luppi, en abrir brecha, en demostrar que un buen actor es capaz de cambiar o disimular acentos, y que manejando un mismo idioma, sobran las fronteras.
Con el Goya de Honor que el veterano actor argentino Héctor Alterio recibirá a finales de enero durante los premios anuales del cine español, éste agradece la trayectoria de un inolvidable intérprete que ha contribuido de manera poderosa a consolidar la industria de la Madre Patria. Exiliado primero en los años 70 y hoy residente voluntario a caballo entre uno y otro lado del océano, el padre de los también actores Ernesto y Malena Alterio aprovecha este reconocimiento para recordar a quienes le ayudaron en los tiempos difíciles en los que las amenazas de muerte le obligaron a buscar acomodo en un país nuevo y dificil.
"Llegué a España -recuerda Alterio en una entrevista publicada este miércoles por Clarín- en septiembre de 1974, con "La tregua", para San Sebastián. Mi mujer me avisó que había recibido una carta. Estaba firmada por la Triple A y me amenazaba con ajusticiarme en cualquier lugar si no me iba del país en 48 horas. Con mi mujer pensábamos que la cosa iba a pasar, porque yo no militaba en ningún partido aunque tenía posiciones de izquierda que trascendieron, porque mi trabajo como actor se destacó por "La Patagonia rebelde" y "Quebracho".
"Fue -añade- como reiniciar mi carrera. No conocía a nadie ni nadie me conocía a mí. Ernesto tenía dos años, y Malena seis meses, cuando llegaron a España. Era difícil trabajar porque había un sindicato vertical que me exigía regularizar mi situación legal. Pero empecé a recibir la solidaridad de gente que no me conocía o no tenía conmigo una relación personal. Gila me dio una buena mano y otra persona que me ayudó fue Alberto de Mendoza. Recuerdo con mucho cariño lo bien que se portaron conmigo Nuria Espert, Juan Diego y el productor Elías Querejeta, que me dio una gran oportunidad con "Cría cuervos", de Carlos Saura. En 1977 gané en San Sebastián por "A un Dios desconocido", lo que significó un empuje importante en mi trabajo".
Hoy, a los 74 años, Alterio agradece el Goya como "un gesto de generosidad", tras 115 películas y 60 obras de teatro, amén de varios papeles en TV. "He tenido -recuerda- otras alegrías parecidas, pero sin desvalorizar a los otros, el Goya de Honor me parece más importante porque porque me siento en compañía de actores a los que respeto mucho que lo recibieron con anterioridad. Siento que esto aumenta el inmenso agradecimiento que siento por España a través del cariño de su gente".
Aunque Héctor Alterio ya era un actor reconocido cuando llegó hace 30 años a Madrid, sin duda papeles como los de "La guerra de papá", "El nido", "El crimen de Cuenca", "Mi general"... han brillado a la par con sus grandes éxitos argentinos: "La historia oficial", "Tango feroz", "Caballos salvajes", "Cenizas del paraíso"... Hoy, el veterano astro se ha convertido en el comodín de coproducciones entre sus "dos países", como "El hijo de la novia", "Corazón de fuego" (El último tren), "Kamchatka" o "Cleopatra"... Alterio fue el primero, antes que Luppi, en abrir brecha, en demostrar que un buen actor es capaz de cambiar o disimular acentos, y que manejando un mismo idioma, sobran las fronteras.