Luces y sombras de 2003 en el cine peruano
- por © Jimmy Carrillo (Perú)-NOTICINE.com
9-I-04
El 2003 fue una año agridulce para el cine peruano. Si bien se estrenaron cintas taquilleras y elogiadas por la crítica, como “Paloma de Papel”, de Fabricio Aguilar, o la interesante “El Destino no Tiene Favoritos”, ópera prima de Álvaro Velarde, también hubieron filmes poco logrados y de, coincidentemente, poca aceptación entre el público, como “Un Marciano Llamado Deseo” o “Baño de Damas”. De otro lado, “Ojos que no ven” la obra más reciente de Francisco Lombardi, el realizador peruano más conocido en el mundo, fue tibiamente recibida en el ámbito local, obteniendo sin embargo mejores críticas en el extranjero. De hecho, “Ojos que no ven” logró sendos triunfos en Biarritz y Orense.
Además, el Encuentro Latinoamericano de Cine, organizado por la Universidad Católica de Lima, se reafirmó como una agradable tradición entre el público cinéfilo de Lima. Esta vez, además de contar con la presencia de cineastas como Federico Luppi, Fernando León de Aranoa, Marcelo Piñeyro y el realizador norteamericano John Cameron Mitchel, se pudo apreciar cintas como “El Bonaerense”, “Historia Mínimas”, “Ciudad de Dios”, “Madame Satá”, “La Espera” y “Corazón de Fuego”.
Pero el 2003 también será recordado como el año de la piratería. El ‘boom’ de las copias audiovisuales en VCD y DVD logró mermar la asistencia del público a las salas durante más de la primera mitad del año. Ante esto, la cruzada “antipirata” patrocinada por el Estado, empresas distribuidoras, salas de cine y tiendas de alquiler y venta de video pretende mermar esta influencia que podría resultar devastadora para la industria nacional. Hasta el momento, y en el corto tiempo de implementada la estrategia, ya se pueden ver algunos resultados halagüeños.
De otro lado, si bien a mediados del año el vicepresidente del Consejo Nacional de Cine (CONACINE), organismo estatal encargado de promover el desarrollo de los proyectos cinematográfico locales, denunció agudos recortes presupuestarios que imposibilitarían su supervivencia de éste, el tema se solucionó momentáneamente cuando el Estado decidió otorgar parte del dinero solicitado.
Sin embargo, otros problemas, como la indiferencia del Estado frente al CONACINE o los problemas en la entregar premios a los proyectos beneficiados, persisten. Desde ya, algunos reclaman una nueva ley del artista. La discusión sobre este tema promete ser larga.
Finalmente, el año que pasó concluyó con una buena noticia para los artistas peruanos en general, con la promulgación de la Ley del Artista, Intérprete y Ejecutante, por parte del gobierno. Este conjunto de normas establece un nuevo régimen laboral para los artistas y reconoce el pago de compensación por copia privada, derechos de propiedad intelectual, la formalización del contrato del artista así como benéficos sociales.
El 2003 fue una año agridulce para el cine peruano. Si bien se estrenaron cintas taquilleras y elogiadas por la crítica, como “Paloma de Papel”, de Fabricio Aguilar, o la interesante “El Destino no Tiene Favoritos”, ópera prima de Álvaro Velarde, también hubieron filmes poco logrados y de, coincidentemente, poca aceptación entre el público, como “Un Marciano Llamado Deseo” o “Baño de Damas”. De otro lado, “Ojos que no ven” la obra más reciente de Francisco Lombardi, el realizador peruano más conocido en el mundo, fue tibiamente recibida en el ámbito local, obteniendo sin embargo mejores críticas en el extranjero. De hecho, “Ojos que no ven” logró sendos triunfos en Biarritz y Orense.
Además, el Encuentro Latinoamericano de Cine, organizado por la Universidad Católica de Lima, se reafirmó como una agradable tradición entre el público cinéfilo de Lima. Esta vez, además de contar con la presencia de cineastas como Federico Luppi, Fernando León de Aranoa, Marcelo Piñeyro y el realizador norteamericano John Cameron Mitchel, se pudo apreciar cintas como “El Bonaerense”, “Historia Mínimas”, “Ciudad de Dios”, “Madame Satá”, “La Espera” y “Corazón de Fuego”.
Pero el 2003 también será recordado como el año de la piratería. El ‘boom’ de las copias audiovisuales en VCD y DVD logró mermar la asistencia del público a las salas durante más de la primera mitad del año. Ante esto, la cruzada “antipirata” patrocinada por el Estado, empresas distribuidoras, salas de cine y tiendas de alquiler y venta de video pretende mermar esta influencia que podría resultar devastadora para la industria nacional. Hasta el momento, y en el corto tiempo de implementada la estrategia, ya se pueden ver algunos resultados halagüeños.
De otro lado, si bien a mediados del año el vicepresidente del Consejo Nacional de Cine (CONACINE), organismo estatal encargado de promover el desarrollo de los proyectos cinematográfico locales, denunció agudos recortes presupuestarios que imposibilitarían su supervivencia de éste, el tema se solucionó momentáneamente cuando el Estado decidió otorgar parte del dinero solicitado.
Sin embargo, otros problemas, como la indiferencia del Estado frente al CONACINE o los problemas en la entregar premios a los proyectos beneficiados, persisten. Desde ya, algunos reclaman una nueva ley del artista. La discusión sobre este tema promete ser larga.
Finalmente, el año que pasó concluyó con una buena noticia para los artistas peruanos en general, con la promulgación de la Ley del Artista, Intérprete y Ejecutante, por parte del gobierno. Este conjunto de normas establece un nuevo régimen laboral para los artistas y reconoce el pago de compensación por copia privada, derechos de propiedad intelectual, la formalización del contrato del artista así como benéficos sociales.