Hablamos con Alfredo Castro, mejor actor iberoamericano de 2015 en los Fénix
- por © J.A.-NOTICINE.com
A pesar de que ya ha estrenado internacionalmente otra cinta, "Desde allá", donde su trabajo empieza a ser reconocido en festivales (este mismo mes fue declarado mejor actor en el Festival de Tesalónica), el actor chileno Alfredo Castro sigue siendo reconocido por su papel de sacerdote en "El club", la película de Pablo Larraín, al que considera su descubridor, a partir de "Fuga" (2006). El nativo de Santiago recibió en la noche de este miércoles el Fénix al mejor actor. NOTICINE.com habló con él en exclusiva.
- Vuelve usted a ser premiado por "El Club"...
Es muy raro lo de los premios, pero estamos tremendamente contentos cómo han acogido nuestro trabajo, desde Berlín hasta ahora. Es lo único importante. "El Club" fue un trabajo tremendamente coral, en donde en esta casa donde están esos cuatros hombres encerrados, cada uno de ellos ha cometido algún delito grave siendo sacerdotes y están en esta especie de limbo o purgatorio que esta casa al borde del abismo, hasta que aparece el personaje maravilloso de Roberto (Farías), quien también fue nominado a los Fénix, que viene a interrumpir esta supuesta casa de penitencia, que no es tal, donde ellos tienen perros, juegan a las carreras, toman alcohol, pasean, van al pueblo... Digamos que lo que menos hay es oración y penitencia. Y el personaje de Roberto, como en toda buena tragedia, trae con él la crisis y el caos. Entonces son personajes que según la técnica de Pablo Larrain, no interpretamos roles, sino más bien ponemos a su disposición nuestro organismo, nuestras emociones, nuestra sensibilidad para llevar a fin ideas...
- Dicen que Larraín exige mucho a sus actores, que se impliquen y aporten por encima del guión...
Hay diferentes cineastas y cada uno tiene su forma de trabajar. A mí me entusiasma mucho trabajar de esta manera con Pablo, porque siento una profunda seguridad y fe en él. Entonces lo que él me pide, yo estoy siempre dispuesto a hacerlo. La palabra "no", no existe en este caso, todo es sí, y vamos y lo hacemos. Entonces me sentí muy seguro, Pablo es un director que quiere mucho, ama mucho a los actores, le gusta el trabajo de los actores y se compromete mucho con ellos. Entonces uno siente mucha seguridad y para mi ese estado de vulnerabilidad, de peligro, me produce un tremendo rigor afectivo emocional y me impulsa a trabajar mejor.
- ¿Qué piensa de la unidad que se está gestando en cine iberoamericano a través de estos premios Fénix y de los Platino?
Lo importante es el talento, la sensibilidad, políticamente los pensamientos que ahí surgen, y eso es maravilloso lo que está pasando. Nuestro cine está más pegado a la realidad que el de otros continentes, incluso en la crueldad de vernos a nosotros mismos. No nos escondemos detrás de metáforas ni héroes. Hemos sido capaces de enfrentar nuestras dificultades, dictaduras y diferencias sociales.
- Tras "El club" protagonizó "Desde allá", del venezolano Lorenzo Vigas, donde se vio obligado a imitar un acento distinto al chileno. ¿Empezamos a movernos y a trabajar en otros países con idioma común y acentos diversos como hacen estadounidenses, británicos o australianos..?
Sí. Toda mi carrera está hecha en base a lo que yo he realizado con Pablo Larraín. Lorenzo (Vigas) vio las películas de Pablo, de ahí se interesó en Sergio Armstrong, director de fotografía de Pablo, y posteriormente conversamos, leí el guion, me encantó, y empezó una colaboración que además de dos chilenos, todo el equipo en el solano, están los mexicanos Michel Franco, Guillermo Arriaga y también la editora Isabel Araujo. Así que son múltiples países que funcionan dentro de esta producción, lo que me parece maravilloso porque ya era tiempo de traspasar esas barreras, esas fronteras imaginarias, digamos. Yo creo que hay una labor nuestra muy importante y ya los acentos van cobrando cada vez menos importancia. Lo importante es el talento, la sensibilidad, políticamente los pensamientos que ahí surgen, y eso es maravilloso lo que está pasando.
- Hace pocos meses volvió a trabajar con Larraín en "Neruda".
Terminé de filmar con Larraín justo antes de ir a Venecia con "Desde allá", en septiembre. Trabajaba Gael (García Bernal), que estuvo aquí en los Fénix, y de nuevo Luis Gnecco. Es un pequeño personaje, el Presidente de la República, que fue el hombre que exilió a Neruda cuando declaró ilegal al Partido Comunista chileno. Es un rol muy pequeño, pero yo no tengo dificultad con eso.
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- Vuelve usted a ser premiado por "El Club"...
Es muy raro lo de los premios, pero estamos tremendamente contentos cómo han acogido nuestro trabajo, desde Berlín hasta ahora. Es lo único importante. "El Club" fue un trabajo tremendamente coral, en donde en esta casa donde están esos cuatros hombres encerrados, cada uno de ellos ha cometido algún delito grave siendo sacerdotes y están en esta especie de limbo o purgatorio que esta casa al borde del abismo, hasta que aparece el personaje maravilloso de Roberto (Farías), quien también fue nominado a los Fénix, que viene a interrumpir esta supuesta casa de penitencia, que no es tal, donde ellos tienen perros, juegan a las carreras, toman alcohol, pasean, van al pueblo... Digamos que lo que menos hay es oración y penitencia. Y el personaje de Roberto, como en toda buena tragedia, trae con él la crisis y el caos. Entonces son personajes que según la técnica de Pablo Larrain, no interpretamos roles, sino más bien ponemos a su disposición nuestro organismo, nuestras emociones, nuestra sensibilidad para llevar a fin ideas...
- Dicen que Larraín exige mucho a sus actores, que se impliquen y aporten por encima del guión...
Hay diferentes cineastas y cada uno tiene su forma de trabajar. A mí me entusiasma mucho trabajar de esta manera con Pablo, porque siento una profunda seguridad y fe en él. Entonces lo que él me pide, yo estoy siempre dispuesto a hacerlo. La palabra "no", no existe en este caso, todo es sí, y vamos y lo hacemos. Entonces me sentí muy seguro, Pablo es un director que quiere mucho, ama mucho a los actores, le gusta el trabajo de los actores y se compromete mucho con ellos. Entonces uno siente mucha seguridad y para mi ese estado de vulnerabilidad, de peligro, me produce un tremendo rigor afectivo emocional y me impulsa a trabajar mejor.
- ¿Qué piensa de la unidad que se está gestando en cine iberoamericano a través de estos premios Fénix y de los Platino?
Lo importante es el talento, la sensibilidad, políticamente los pensamientos que ahí surgen, y eso es maravilloso lo que está pasando. Nuestro cine está más pegado a la realidad que el de otros continentes, incluso en la crueldad de vernos a nosotros mismos. No nos escondemos detrás de metáforas ni héroes. Hemos sido capaces de enfrentar nuestras dificultades, dictaduras y diferencias sociales.
- Tras "El club" protagonizó "Desde allá", del venezolano Lorenzo Vigas, donde se vio obligado a imitar un acento distinto al chileno. ¿Empezamos a movernos y a trabajar en otros países con idioma común y acentos diversos como hacen estadounidenses, británicos o australianos..?
Sí. Toda mi carrera está hecha en base a lo que yo he realizado con Pablo Larraín. Lorenzo (Vigas) vio las películas de Pablo, de ahí se interesó en Sergio Armstrong, director de fotografía de Pablo, y posteriormente conversamos, leí el guion, me encantó, y empezó una colaboración que además de dos chilenos, todo el equipo en el solano, están los mexicanos Michel Franco, Guillermo Arriaga y también la editora Isabel Araujo. Así que son múltiples países que funcionan dentro de esta producción, lo que me parece maravilloso porque ya era tiempo de traspasar esas barreras, esas fronteras imaginarias, digamos. Yo creo que hay una labor nuestra muy importante y ya los acentos van cobrando cada vez menos importancia. Lo importante es el talento, la sensibilidad, políticamente los pensamientos que ahí surgen, y eso es maravilloso lo que está pasando.
- Hace pocos meses volvió a trabajar con Larraín en "Neruda".
Terminé de filmar con Larraín justo antes de ir a Venecia con "Desde allá", en septiembre. Trabajaba Gael (García Bernal), que estuvo aquí en los Fénix, y de nuevo Luis Gnecco. Es un pequeño personaje, el Presidente de la República, que fue el hombre que exilió a Neruda cuando declaró ilegal al Partido Comunista chileno. Es un rol muy pequeño, pero yo no tengo dificultad con eso.
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