Crítica: "Verónica", en el país de las pesadillas
- por © Cineuropa-NOTICINE.com
Por Alfonso Rivera
En su nueva película, "Verónica" (2017), el valenciano Paco Plaza, corresponsable del fenómeno "[REC]", invoca al horror total: muestra el tránsito a la adolescencia de una torturada chica, con complicado pasado y familia conflictiva.
Vallecas es uno de los barrios más míticos, problemáticos e icónicos de una ciudad tan poliédrica, mutante y convulsa como el Madrid del último tercio del siglo XX: allí transcurría parte del cine quinqui que cosecharon cineastas tan salvajes, libres y valientes como Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma y también es el escenario urbano donde tiene lugar "Verónica", angustiosa película dirigida por Paco Plaza, que vuelve a arrastrar al público hasta el estremecimiento y el pánico tras hacerle reír y gritar con aquella boda con invitados zombis de la genial y torrencial "REC3: Génesis".
Con guion de Fernando Navarro ("Toro", "Anacleto: agente secreto") y el propio Plaza, "Verónica" parte de unos extraños casos policiales reales (nunca resueltos) acaecidos en barriadas obreras de la capital española en la década de los noventa para hablar -desde el género del terror y con el objetivo siempre pendiente de provocar el entretenimiento y el escalofrío del público- de profundos conflictos íntimos que siguen siendo desgraciada actualidad.
Para ello, el dúo de argumentistas ha centrado el foco de la misteriosa acción en la chica del título, una preadolescente, mayor de cuatro hermanos, que tiene que hacer, a su temprana edad, labores dignas de una madre, pues ésta (encarnada por la gran Ana Torrent) trabaja como una mula en el bar que regenta. Un día, la chica (Sandra Escacena) emplea una ouija evocando el espíritu de su padre y su existencia empieza a cambiar: terribles visiones, fantasmales y dementes, no dejan de acecharla. La locura se instala entonces entre las paredes de ese humilde piso de ladrillos rojos de barrio obrero y periférico.
"Verónica" muestra cómo lo inexplicable, lo que no tiene razón de ser y lo innombrable pueden matar… de miedo. Los secretos forzosos, los fantasmas en el armario y el pasado traumático salen a la luz y machacan a los más débiles, que carecen de suficiente experiencia y madurez para defenderse del más deleznable de los delitos. Por eso la chica del título intenta refugiarse en su infancia, esa etapa vital que está dejando atrás, pues allí la fantasía logra disfrazar la fea realidad; pero la violencia más infame genera unos monstruos tan poderosos que éstos acaban invadiendo el territorio virginal de lo onírico.
Plaza refuerza, en este film, la idea de que todos los demonios y criaturas temibles nacen dentro del cerebro humano y, seducido por ese poder ilimitado de la mente para crearlos y alimentarlos, lleva al espectador a vivir el mismo infierno que su joven protagonista: para ello, amén de los necesarios sustos que exige el género al que se adscribe el film, provoca en quien ve su película unas sensaciones casi imperceptibles, pero de gran poder perturbador, a base de planos invertidos y sonidos asimismo reproducidos al revés. Quiere este valenciano -quien junto a Jaume Balagueró revolucionó el terror español con la saga "[REC]"- que, como la asustada Verónica y tomando su punto de vista, se traspase el espejo para enfrentarse a lo paranormal, que no es otra cosa que la proyección incontrolada del subconsciente, largamente reprimido.
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En su nueva película, "Verónica" (2017), el valenciano Paco Plaza, corresponsable del fenómeno "[REC]", invoca al horror total: muestra el tránsito a la adolescencia de una torturada chica, con complicado pasado y familia conflictiva.
Vallecas es uno de los barrios más míticos, problemáticos e icónicos de una ciudad tan poliédrica, mutante y convulsa como el Madrid del último tercio del siglo XX: allí transcurría parte del cine quinqui que cosecharon cineastas tan salvajes, libres y valientes como Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma y también es el escenario urbano donde tiene lugar "Verónica", angustiosa película dirigida por Paco Plaza, que vuelve a arrastrar al público hasta el estremecimiento y el pánico tras hacerle reír y gritar con aquella boda con invitados zombis de la genial y torrencial "REC3: Génesis".
Con guion de Fernando Navarro ("Toro", "Anacleto: agente secreto") y el propio Plaza, "Verónica" parte de unos extraños casos policiales reales (nunca resueltos) acaecidos en barriadas obreras de la capital española en la década de los noventa para hablar -desde el género del terror y con el objetivo siempre pendiente de provocar el entretenimiento y el escalofrío del público- de profundos conflictos íntimos que siguen siendo desgraciada actualidad.
Para ello, el dúo de argumentistas ha centrado el foco de la misteriosa acción en la chica del título, una preadolescente, mayor de cuatro hermanos, que tiene que hacer, a su temprana edad, labores dignas de una madre, pues ésta (encarnada por la gran Ana Torrent) trabaja como una mula en el bar que regenta. Un día, la chica (Sandra Escacena) emplea una ouija evocando el espíritu de su padre y su existencia empieza a cambiar: terribles visiones, fantasmales y dementes, no dejan de acecharla. La locura se instala entonces entre las paredes de ese humilde piso de ladrillos rojos de barrio obrero y periférico.
"Verónica" muestra cómo lo inexplicable, lo que no tiene razón de ser y lo innombrable pueden matar… de miedo. Los secretos forzosos, los fantasmas en el armario y el pasado traumático salen a la luz y machacan a los más débiles, que carecen de suficiente experiencia y madurez para defenderse del más deleznable de los delitos. Por eso la chica del título intenta refugiarse en su infancia, esa etapa vital que está dejando atrás, pues allí la fantasía logra disfrazar la fea realidad; pero la violencia más infame genera unos monstruos tan poderosos que éstos acaban invadiendo el territorio virginal de lo onírico.
Plaza refuerza, en este film, la idea de que todos los demonios y criaturas temibles nacen dentro del cerebro humano y, seducido por ese poder ilimitado de la mente para crearlos y alimentarlos, lleva al espectador a vivir el mismo infierno que su joven protagonista: para ello, amén de los necesarios sustos que exige el género al que se adscribe el film, provoca en quien ve su película unas sensaciones casi imperceptibles, pero de gran poder perturbador, a base de planos invertidos y sonidos asimismo reproducidos al revés. Quiere este valenciano -quien junto a Jaume Balagueró revolucionó el terror español con la saga "[REC]"- que, como la asustada Verónica y tomando su punto de vista, se traspase el espejo para enfrentarse a lo paranormal, que no es otra cosa que la proyección incontrolada del subconsciente, largamente reprimido.
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