Colaboración: Carta a un amigo cubano

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El cadáver de Fidel Castro
Por Sergio Berrocal    

Querido. Me pregunto cómo os arregláis desde que Fidel Castro ha desaparecido para siempre. Recuerdo que la primera vez que llegué a Cuba, al día siguiente hubo una enorme tempestad. Y con gran sorpresa de mi parte oí cómo el chófer de un bus le decía a otro: “Esto lo arregla el Comandante”. Y no me pareció que hubiese la menor burla en la voz.

A cada uno de mis otros viajes, el estribillo sobre la omnipresencia de Fidel casi nunca ha faltado, especialmente entre la gente más modesta y más vieja. Supongo que muchos de ellos estuvieron con Castro desde el principio de la Revolución y que pasaron por todos los altibajos que supusieron los primeros años desde la llegada de los barbudos a La Habana. (Déjame que emplee eso de barbudos porque era así como los conocimos en París cuando nos enteramos de que Batista había tenido que salir de la isla con el rabo entre las piernas y que Fidel y los suyos habían entrado en La Habana).

Ya luego la prensa europea habló de la Revolución, que unos escribían con minúscula y otros con mayúscula. Aunque por ser periodistas teníamos toda la información, a los despachos de nuestros corresponsales preferíamos las páginas de Bohemia, revista que se vendía en el quiosco de la Place de la Bourse de París, que entonces existía como la Casablanca de Humphrey Bogart. Nos gustaba sobre todo por las fotos, casi todas en blanco y negro, por textos que aunque lógicamente eran oficiales nos hacía estar más cerca de todo aquello que ocurría a ocho mil kilómetros de París. Una de sus portadas, con un Fidel en colorines, o eso creo, pasó a formar parte de la iconografía del pequeño salón de mi pisito del 21 rue Rodier.

Ahora que ya no estoy en París me fio de mis amigos que siguen viviendo en Cuba para que me den noticias, porque la prensa europea habla muy poquito y la cubana, que recibimos en digital, nos ofrece pocas garantías. Sí, te dicen que los precios suben, que tal calle será cortada el viernes debido a un evento, pero hablan más de los logros en béisbol que de cómo va a seguir Cuba ahora que hay un nuevo Presidente, Miguel Díaz-Canel. Y el New York Times refiere en una de sus recientes ediciones en digital que los cubanos han acogido esta sucesión sin real entusiasmo y que no esperan nada.

Este periódico fue el que en 1957 “lanzó” a Fidel Castro como una auténtica estrella cuando uno de sus periodistas, Herbert Matthews, acudió a Sierra Maestra para realizar la primera entrevista periodística que al joven rebelde a nivel mundial y en un periódico de tal prestigio.

Hoy Castro es historia y Cuba ha iniciado una nueva etapa que nadie sabe adónde conducirá.

Ves, amigo cubano, lo que más me interesa es saber qué va a pasar con Fidel Castro. Ya, ya sé que murió, pero qué va a ser de su legado. Nadie conocía mejor que él Cuba. Trato de interrogar a amigos pero las respuestas no me convencen del todo, se parecen a las que hubiese podido dar Granma. Porque que sus fotos sigan apareciendo en primera plana no quiere decir que no se van a olvidar sus enseñanzas. Pero ya sé que es una época que le toca jugar a otro señor, Manuel Díaz-Canel, lo que no me dice es si seguirá los pasos de Fidel o cambiará totalmente la política seguida frente a Estados Unidos. Me acuerdo que la visita de Barack Obama no hizo demasiada gracia a Fidel y no tuvo el menor escrúpulo para hacerlo saber a través de la prensa cubana.

Hace poco escribí una especie de algo explicando que en España todos los años, después de Semana Santa, una vez revivida la anual pasión de Cristo y su resurrección, empleados municipales van por las calles para limpiar los suelos de la cera que durante la semana cayó de los cirios que ardieron durante toda esa semana como homenaje al Crucificado.

La tarea que encomiendan a los limpiadores es una forma de evitar que la gente se caiga por pisar una de esas gotas de cera que han dejado patente el fervor del público por el Señor. Y que, además, pueden tener un significado particular. Algunos podrían decir que son como lágrimas de los seguidores del hombre de Nazaret en el momento de ser crucificado ignominiosamente.

Lo que yo quería saber es si en Cuba la cera del paso por la vida de Fidel Castro se apresurarán a limpiarla o…

Una voz me cuenta que la cera la están soplando hace rato, poquito a poco, en silencio, y diciendo en público que quedará ahí para siempre, solidario e irrompible.

Otra opinión: “En efecto no será lo mismo. La popularidad consciente que generó la revolución en las mayorías decrece a mi modo de ver, y todavía hoy, por debajo de lo que muestran los medios oficiales, los viejos son reticentes a los nuevos y los “nostálgicos” de la era soviética, como los identificó Raúl cierta vez sin dar más detalles y nunca más volverse a referir al tema en público, tienen tremenda capacidad de decisión para frenar cualquier reforma que ellos entiendan que va en contra de la ortodoxia,  lo que equivale a decir frenar todo lo nuevo y experimental que pueda ponerse en práctica para hacer efectivo un sistema social que teóricamente es más justo que el capitalismo, pero que en la práctica acumula muchos déficits”.

La tercera opinión que mi amigo cubano me ha transmitido en su respuesta a mi carta corresponde también a una persona real, un intelectual cubano que, como los otros encuestados, ha pedido conservar el anonimato:

“En cuanto a la Cuba de Fidel, la llevamos todos dentro y es nuestro deber preservarla. Estamos conscientes de que nuestro sentido de pertenencia a esta tierra que deslumbró a Colon es la herencia que legaremos a las nuevas generaciones y a las venideras. Tuvimos la suerte de contar con un líder único, émulo de Bolívar y Martí, de quien fue un hijo fiel y amantísimo que convirtió en realidad sus sueños liberadores, la redención de la patria querida y regada con la sangre de tantos patriotas amantísimos,  y eso es lo que nos corresponde entregar y consagrar. Cuba es nuestra, dijo ayer una chiquilla gozosa mirando hacia el mar en lontananza, y sonrió entrecruzando sus brazos sobre el pecho”

Estos testimonios, y podrían citarse algunos más, son totalmente auténticos y puedo dar prueba de ello.

Lo que está claro es que Fidel Castro ya no interpelará al Imperio o quienquiera que fuese. Con su muerte (25 de noviembre 2016) se ha cerrado la historia de Cuba.

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