Colaboración: Y Fidel resucitó
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Por Sergio Berrocal
De una forma bastante inesperada, Fidel Castro, el líder socialista que hizo temblar al capitalismo del mundo entero, está reapareciendo en medios de prensa en español de una forma más bien simpática y amena.
En la publicación "El Mundo España", que reseña Google por teléfono celular, se lee estos días: "Pienso en Fidel Castro pateando un balón, celebrando un gol con extrañeza. En Cuba son buenos en el béisbol, pero yo desconfío de un deporte que se juega con un palo en la mano. Cuando llegué a La Habana lo primero que vi fue un coche pintado de azul y grana. En el techo tenía dos altavoces. Sonaba el himno del F.C. Barcelona en un bucle desolador. El escudo en cada puerta. El conductor, apoyado en el capó, con una camiseta de Messi. «¿Te llevo, amigo?», me gritó. Sólo me montaría en ese coche para lanzarnos juntos al vacío, pensé.
En La Habana los turistas fotografiaban a los niños que jugaban en la calle como si aquellos flacuchos fueran piedra monumental o trazas del paisaje. «Ponte con aquella morenita que es guapísima», dijo un hombre a su esposa en el Paseo de Martí. Ella la agarró de la cintura y la niña posó con incomodidad y sorpresa. Tras la foto, la mujer le ofreció un par de CUC que la negra rechazó, corriendo detrás de su pandilla para continuar su uniformado camino al colegio".
Amable retrato de un paseante de las letras que revela la presencia del líder de la revolución cubana en un deletreo más o menos literario.
Fidel Castro, fallecido el 25 de noviembre de 2016, hace un rato como quien dice, está resucitando en comentarios nada partidistas ni tampoco contrarios que se deslizan en algunos rotativos de España. Algo que sorprende porque nunca había sido tan plebiscitado desde que se marchó para siempre.
Y entonces llega uno a "La República, diario obrero y republicano" que habla de él para discutir de marxismo, esa religión del proletariado que ya casi nadie recuerda en el mundo capitalista. "No en vano –apunta la publicación--, ya en 1970 lo advirtió el soldado de las ideas cubano Fidel Castro, quien pronunció un poco recordado discurso durante la velada solemne en conmemoración del Centenario del natalicio de Vladimir Lenin.
"De las obras de Lenin nosotros sacamos conclusiones que fueron decisivas —desde luego, cuando hablo del leninismo hablo del marxismo, de las ideas esenciales de Marx desarrolladas por Lenin—, y una muy específicamente de Lenin, que fue "El Estado y la Revolución", que nos esclareció tantos conceptos, que nos dio tanta luz a la hora de elaborar la estrategia revolucionaria, la lucha por la conquista del poder revolucionario, y que tan decisiva fue para poder elaborar esa estrategia. No se ajustaba al esquema. Ningún proceso político, ¡ninguno!, se ajusta exactamente a ningún esquema. Y en política podría decirse que los esquemas no existen.
En "Mundiario", alguien comenta cómo conoció al líder de la revolución cubana con cierto orgullo: "Finalizamos el segundo plato cuando un empleado de la casa se acerca y cuchichea algo a Miguel en el oído. Éste inmediatamente se levanta y se aleja a paso rápido hacia la entrada. En las mesas no damos importancia a su ausencia y seguimos conversando hasta que, de repente, se arma un revuelo formidable: la figura de Fidel Castro, acompañado de Miguel y seguido de algún fornido miembro de su escolta, avanza imponente hacia nosotros. Nos levantamos todos como empujados por un resorte y lo rodeamos en el centro del patio. Fidel, mientras el grupo dibuja un semicírculo y calma su excitación, permanece en silencio. Me fijo bien: es el más alto y corpulento de todos los que estamos allí, todos hombres, por cierto. Viste uniforme de campaña con correajes, botas altas y gorra con visera, lo que le hace parecer aún de mayor estatura. Erguido y firme como militar, de constitución atlética, parece un Goliat más que un David. Hecho el silencio, comienza la puesta en escena. Entonces, aquel a quien también llaman "el Caballo", hace gala de su memoria prodigiosa: saluda uno a uno a los expertos europeos estrechándoles la mano y pronunciando su nombre, el de cada uno, sin equivocarse. "Dr. Martínez, Dr. Baxter, un gusto verlos de nuevo". Pero además, a cada comensal le dirige una frase exclusiva. Por ejemplo: "No crea que vengo de descansar, Dr. Baxter. Me he pasado la tarde con el equipo comprobando sus hipótesis. Y no, no coincide la prevalencia de la neuropatía en el territorio con la distribución de alguna importación de alimentos que pudiera estar en mal estado".
Uno tras otro, Fidel saluda y dedica algunas frases a cada uno de los visitantes. Naturalmente, en el rostro de todos aquellos afamados doctores, al ver que Fidel conoce su nombre y opiniones, se dibuja el éxtasis. A su lado, Márquez sonríe orgulloso. Entonces me llega el turno. Fidel me mira y alarga la mano para estrecharme la mía. Yo estoy convencido de que dirá mi nombre de carrerilla y comentará algo de la Cooperación Española, a la que represento.
Mi turno ha llegado casi diez minutos después de que Fidel comenzara su ronda. Mientras escuchaba, me ha dado tiempo a repasar mis sentimientos hacia la revolución cubana y hacia su líder indiscutible. Me ocurría continuamente. ¿Cómo podría ser de otro modo, imbuido las 24 horas del día en aquella realidad fascinante, heroica y trágica a la vez? Nada sencillo el balance, pues allí se mezclaba, por un lado, mi respeto hacia el pueblo cubano, que había elegido el camino de la revolución contra Batista…".
Podría citar otras inesperadas presencias de Fidel Castro en prensa en español leída en España, sobre todo a través de los teléfonos celulares, y no me pregunten por qué. ¿Es una campaña orquestada por quien sea o casualidad?
Desde que llegó el nuevo gobierno cubano al poder al mando de Míguel Díaz-Canel, Cuba está bastante de moda en medios españoles, y a veces hasta en los grandes rotativos.
Y para culminar un comentario del prestigioso rotativo regional español La Voz de Asturias que refiere un hecho harto curioso: "Twitter es siempre un hervidero de comentarios ingeniosos, pero también de espontáneos, sin pensar, que, en la mayoría de las ocasiones, acaban por desatar algún lío innecesario. Y eso es lo que está pasando después de que el Ministerio de Agricultura lanzase ayer un tuit a modo de consejo para prevenir los incendios forestales en el que escribía lo siguiente: «Ya lo decía Fidel en 1988... Si eres mi amigo combate el fuego conmigo #StopIncendios».
Dice el periódico que al principio se armó tremendo revuelo entre los anti al creer que hablaban de Fidel Castro, pero en realidad se trataba de una mascota llamada Fidel que se usó para llamar la atención de la gente en contra los incendios de bosques, muy frecuentes en España.
Algo huele a Fidel en la España del verano de 2018.
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De una forma bastante inesperada, Fidel Castro, el líder socialista que hizo temblar al capitalismo del mundo entero, está reapareciendo en medios de prensa en español de una forma más bien simpática y amena.
En la publicación "El Mundo España", que reseña Google por teléfono celular, se lee estos días: "Pienso en Fidel Castro pateando un balón, celebrando un gol con extrañeza. En Cuba son buenos en el béisbol, pero yo desconfío de un deporte que se juega con un palo en la mano. Cuando llegué a La Habana lo primero que vi fue un coche pintado de azul y grana. En el techo tenía dos altavoces. Sonaba el himno del F.C. Barcelona en un bucle desolador. El escudo en cada puerta. El conductor, apoyado en el capó, con una camiseta de Messi. «¿Te llevo, amigo?», me gritó. Sólo me montaría en ese coche para lanzarnos juntos al vacío, pensé.
En La Habana los turistas fotografiaban a los niños que jugaban en la calle como si aquellos flacuchos fueran piedra monumental o trazas del paisaje. «Ponte con aquella morenita que es guapísima», dijo un hombre a su esposa en el Paseo de Martí. Ella la agarró de la cintura y la niña posó con incomodidad y sorpresa. Tras la foto, la mujer le ofreció un par de CUC que la negra rechazó, corriendo detrás de su pandilla para continuar su uniformado camino al colegio".
Amable retrato de un paseante de las letras que revela la presencia del líder de la revolución cubana en un deletreo más o menos literario.
Fidel Castro, fallecido el 25 de noviembre de 2016, hace un rato como quien dice, está resucitando en comentarios nada partidistas ni tampoco contrarios que se deslizan en algunos rotativos de España. Algo que sorprende porque nunca había sido tan plebiscitado desde que se marchó para siempre.
Y entonces llega uno a "La República, diario obrero y republicano" que habla de él para discutir de marxismo, esa religión del proletariado que ya casi nadie recuerda en el mundo capitalista. "No en vano –apunta la publicación--, ya en 1970 lo advirtió el soldado de las ideas cubano Fidel Castro, quien pronunció un poco recordado discurso durante la velada solemne en conmemoración del Centenario del natalicio de Vladimir Lenin.
"De las obras de Lenin nosotros sacamos conclusiones que fueron decisivas —desde luego, cuando hablo del leninismo hablo del marxismo, de las ideas esenciales de Marx desarrolladas por Lenin—, y una muy específicamente de Lenin, que fue "El Estado y la Revolución", que nos esclareció tantos conceptos, que nos dio tanta luz a la hora de elaborar la estrategia revolucionaria, la lucha por la conquista del poder revolucionario, y que tan decisiva fue para poder elaborar esa estrategia. No se ajustaba al esquema. Ningún proceso político, ¡ninguno!, se ajusta exactamente a ningún esquema. Y en política podría decirse que los esquemas no existen.
En "Mundiario", alguien comenta cómo conoció al líder de la revolución cubana con cierto orgullo: "Finalizamos el segundo plato cuando un empleado de la casa se acerca y cuchichea algo a Miguel en el oído. Éste inmediatamente se levanta y se aleja a paso rápido hacia la entrada. En las mesas no damos importancia a su ausencia y seguimos conversando hasta que, de repente, se arma un revuelo formidable: la figura de Fidel Castro, acompañado de Miguel y seguido de algún fornido miembro de su escolta, avanza imponente hacia nosotros. Nos levantamos todos como empujados por un resorte y lo rodeamos en el centro del patio. Fidel, mientras el grupo dibuja un semicírculo y calma su excitación, permanece en silencio. Me fijo bien: es el más alto y corpulento de todos los que estamos allí, todos hombres, por cierto. Viste uniforme de campaña con correajes, botas altas y gorra con visera, lo que le hace parecer aún de mayor estatura. Erguido y firme como militar, de constitución atlética, parece un Goliat más que un David. Hecho el silencio, comienza la puesta en escena. Entonces, aquel a quien también llaman "el Caballo", hace gala de su memoria prodigiosa: saluda uno a uno a los expertos europeos estrechándoles la mano y pronunciando su nombre, el de cada uno, sin equivocarse. "Dr. Martínez, Dr. Baxter, un gusto verlos de nuevo". Pero además, a cada comensal le dirige una frase exclusiva. Por ejemplo: "No crea que vengo de descansar, Dr. Baxter. Me he pasado la tarde con el equipo comprobando sus hipótesis. Y no, no coincide la prevalencia de la neuropatía en el territorio con la distribución de alguna importación de alimentos que pudiera estar en mal estado".
Uno tras otro, Fidel saluda y dedica algunas frases a cada uno de los visitantes. Naturalmente, en el rostro de todos aquellos afamados doctores, al ver que Fidel conoce su nombre y opiniones, se dibuja el éxtasis. A su lado, Márquez sonríe orgulloso. Entonces me llega el turno. Fidel me mira y alarga la mano para estrecharme la mía. Yo estoy convencido de que dirá mi nombre de carrerilla y comentará algo de la Cooperación Española, a la que represento.
Mi turno ha llegado casi diez minutos después de que Fidel comenzara su ronda. Mientras escuchaba, me ha dado tiempo a repasar mis sentimientos hacia la revolución cubana y hacia su líder indiscutible. Me ocurría continuamente. ¿Cómo podría ser de otro modo, imbuido las 24 horas del día en aquella realidad fascinante, heroica y trágica a la vez? Nada sencillo el balance, pues allí se mezclaba, por un lado, mi respeto hacia el pueblo cubano, que había elegido el camino de la revolución contra Batista…".
Podría citar otras inesperadas presencias de Fidel Castro en prensa en español leída en España, sobre todo a través de los teléfonos celulares, y no me pregunten por qué. ¿Es una campaña orquestada por quien sea o casualidad?
Desde que llegó el nuevo gobierno cubano al poder al mando de Míguel Díaz-Canel, Cuba está bastante de moda en medios españoles, y a veces hasta en los grandes rotativos.
Y para culminar un comentario del prestigioso rotativo regional español La Voz de Asturias que refiere un hecho harto curioso: "Twitter es siempre un hervidero de comentarios ingeniosos, pero también de espontáneos, sin pensar, que, en la mayoría de las ocasiones, acaban por desatar algún lío innecesario. Y eso es lo que está pasando después de que el Ministerio de Agricultura lanzase ayer un tuit a modo de consejo para prevenir los incendios forestales en el que escribía lo siguiente: «Ya lo decía Fidel en 1988... Si eres mi amigo combate el fuego conmigo #StopIncendios».
Dice el periódico que al principio se armó tremendo revuelo entre los anti al creer que hablaban de Fidel Castro, pero en realidad se trataba de una mascota llamada Fidel que se usó para llamar la atención de la gente en contra los incendios de bosques, muy frecuentes en España.
Algo huele a Fidel en la España del verano de 2018.
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