Colaboración: Películas, aunque se proyecten en una sábana (Lourdes Elizarrarás, cineasta mexicana)
- por © NOTICINE.com
Por Sergio Berrocal
Tres años lleva trotando por el estado de Michoacán, México, el Festival de Cine sin Cines, lo que parece todo un desafío. Pero es más cuando se trata de que ese cine que en otros lugares es pura distracción se convierta en un nexo entre la gente y ayude a resolver problemas.
La cineasta mexicana Lourdes Elizarrarás analiza este curioso fenómeno cuando en Europa la alfombra roja de los mercachifles y de las guapas oficiales ya está extendida a las puertas del Festival de Venecia. Nada que ver, por supuesto.
-¿El cine sin cine es una variante del mítico cine latinoamericano de antaño, Birri y otros,que buscaba la justicia social?
Curiosamente tanto en Cherán como en Arantepacua, localidades de México, la justicia social es una lucha que ellos ya consiguieron, por ello son ejemplo para todo mi país. El llevarles cine y los talleres más que acercarlos a ellos a nuestro quehacer cinematográfico es acercarnos nosotros a ellos para aprender de sus usos, costumbres y tradiciones. En Cherán tienen una Casa Cultural impresionante, con un auditorio de 300 butacas, salas de exhibición, salones en donde se imparten clases de música, danza, pintura. De hecho escuchamos un concierto con la orquesta de niños y pudimos apreciar la obra plástica de un pintor purhépecha, Ángel Pahuamba, que en cada uno de sus cuadros muestra la lucha social de su pueblo y el desprecio que sienten por los partidos políticos y por el gobierno. En Michoacán, el primer año que asistí al festival, leí en una calcomanía pegada en un auto “El arte es el vestido de gala en la fiesta de la vida”. Lo leí varias veces para que no se me olvidara.
- Se ha escenificado en lugares de México donde la justicia no ha llegado. ¿Qué queréis aportar con vuestra presencia de cineastas? ¿Un cine de lucha? ¿De empuje?
La justicia ahora la imparten ellos y realmente contrario a lo que se puede leer en los periódicos o lo que dicen los noticieros, ahora, esos pueblos, antes cargados de violencia, ahora son pueblos que viven tranquilos con delitos menores como son peleas, choques, problemas entre vecinos. En Cherán se autoimpusieron un toque de queda, a las seis de la tarde ya nadie salía a las calles por temor de ser secuestrados o asesinados, ahora, dicho por una señora de Cherán, los niños vuelven a jugar en las plazas y calles hasta que sus madres los meten a regañadientas a sus casas. Y si, evidentemente llevamos películas en las que se muestran otras problemáticas e injusticias, pero también historias en donde los niños se identifiquen y diviertan.
- En medio del cine capitalista que no busca más que provecho, ¿dónde os situáis vosotros y por qué?
Llevar cine en donde no hay cines es algo increíble. Darte cuenta del interés que existe tanto en adultos como en niños de sentarse frente a una pantalla grande sin saber que ventana se te abre para descubrir otro mundo es fantástico. Éramos como el circo que llegó para dar un espectáculo y los días que estuvimos fueron días de fiesta para los pobladores.
- ¿No es una utopía?
Afortunadamente, con la nueva tecnología, es fácil hacerlo. La pantalla puede ser una pared, una sábana blanca, en nuestro caso llevamos pantalla, El proyector, pequeño, y una computadora bastó para mostrar todo el material seleccionado. Por lo que te puedo afirmar que no es una utopía llevar cine a comunidades indígenas, a las cuales les falta mucho para tener una sala de cine como la conocemos nosotros, es ahora posible.
- ¿Cine sin cines es algo más que una ilusión?
Es la ilusión de llevar cine, y las ganas de convivencia entre los que hacemos cine y los pobladores. Es una realidad que ya lleva tres años y sé que se continuará haciendo.
- ¿Estaréis en el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana para mostraros y dar batalla?
No creo asistir, me encantaría pero las economías no me dan.
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Tres años lleva trotando por el estado de Michoacán, México, el Festival de Cine sin Cines, lo que parece todo un desafío. Pero es más cuando se trata de que ese cine que en otros lugares es pura distracción se convierta en un nexo entre la gente y ayude a resolver problemas.
La cineasta mexicana Lourdes Elizarrarás analiza este curioso fenómeno cuando en Europa la alfombra roja de los mercachifles y de las guapas oficiales ya está extendida a las puertas del Festival de Venecia. Nada que ver, por supuesto.
-¿El cine sin cine es una variante del mítico cine latinoamericano de antaño, Birri y otros,que buscaba la justicia social?
Curiosamente tanto en Cherán como en Arantepacua, localidades de México, la justicia social es una lucha que ellos ya consiguieron, por ello son ejemplo para todo mi país. El llevarles cine y los talleres más que acercarlos a ellos a nuestro quehacer cinematográfico es acercarnos nosotros a ellos para aprender de sus usos, costumbres y tradiciones. En Cherán tienen una Casa Cultural impresionante, con un auditorio de 300 butacas, salas de exhibición, salones en donde se imparten clases de música, danza, pintura. De hecho escuchamos un concierto con la orquesta de niños y pudimos apreciar la obra plástica de un pintor purhépecha, Ángel Pahuamba, que en cada uno de sus cuadros muestra la lucha social de su pueblo y el desprecio que sienten por los partidos políticos y por el gobierno. En Michoacán, el primer año que asistí al festival, leí en una calcomanía pegada en un auto “El arte es el vestido de gala en la fiesta de la vida”. Lo leí varias veces para que no se me olvidara.
- Se ha escenificado en lugares de México donde la justicia no ha llegado. ¿Qué queréis aportar con vuestra presencia de cineastas? ¿Un cine de lucha? ¿De empuje?
La justicia ahora la imparten ellos y realmente contrario a lo que se puede leer en los periódicos o lo que dicen los noticieros, ahora, esos pueblos, antes cargados de violencia, ahora son pueblos que viven tranquilos con delitos menores como son peleas, choques, problemas entre vecinos. En Cherán se autoimpusieron un toque de queda, a las seis de la tarde ya nadie salía a las calles por temor de ser secuestrados o asesinados, ahora, dicho por una señora de Cherán, los niños vuelven a jugar en las plazas y calles hasta que sus madres los meten a regañadientas a sus casas. Y si, evidentemente llevamos películas en las que se muestran otras problemáticas e injusticias, pero también historias en donde los niños se identifiquen y diviertan.
- En medio del cine capitalista que no busca más que provecho, ¿dónde os situáis vosotros y por qué?
Llevar cine en donde no hay cines es algo increíble. Darte cuenta del interés que existe tanto en adultos como en niños de sentarse frente a una pantalla grande sin saber que ventana se te abre para descubrir otro mundo es fantástico. Éramos como el circo que llegó para dar un espectáculo y los días que estuvimos fueron días de fiesta para los pobladores.
- ¿No es una utopía?
Afortunadamente, con la nueva tecnología, es fácil hacerlo. La pantalla puede ser una pared, una sábana blanca, en nuestro caso llevamos pantalla, El proyector, pequeño, y una computadora bastó para mostrar todo el material seleccionado. Por lo que te puedo afirmar que no es una utopía llevar cine a comunidades indígenas, a las cuales les falta mucho para tener una sala de cine como la conocemos nosotros, es ahora posible.
- ¿Cine sin cines es algo más que una ilusión?
Es la ilusión de llevar cine, y las ganas de convivencia entre los que hacemos cine y los pobladores. Es una realidad que ya lleva tres años y sé que se continuará haciendo.
- ¿Estaréis en el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana para mostraros y dar batalla?
No creo asistir, me encantaría pero las economías no me dan.
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