Colaboración: Goyas 2020, buena gala con premios previsibles
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Por Cris F. Fimia
El pasado sábado tuvo lugar la 34 edición de los premios Goya, los premios por excelencia del cine español. Fue una gala que llegaba abrigada por la lluvia en una Málaga profundamente castigada por el agua. Desde que comencé a interesarme por el mundo del cine y a descubrir los premios, me preguntaba por qué el nombre de Goya. ¿Por qué un pintor para dar nombre a unos premios cinematográficos? No lo comprendía.
Después, indagando, leí que se quería imitar a los Oscar, o los César, premios con nombres cortos, dos sílabas que englobaban lo mejor del cine de cada lugar. De ahí, los Goya, recordando el concepto pictórico cercano al cine que había caracterizado al pintor según los críticos. Seguí sin estar muy de acuerdo. ¿Por qué no Buñuel, por ejemplo?
Da igual, se trata tan solo de reflexiones, supongo que un tanto absurdas si lo que realmente importa es la celebración de la gran fiesta del cine español. Resulta curioso también pensar en una gala de estas características, cuando en nuestro propio país, es duramente criticado el cine patrio casi desde la cuna. Mientras los estadounidenses aman su cine, nosotros no hacemos más que tirarlo por tierra.
En todo caso, ahí están y en mi opinión, esta gala ha sido mejor que la anterior. Si bien hay algo que suelen tener en común todos los grandes premios del cine: agrupar en la mayor parte de sus categorías las mismas cintas nominadas. Y esta ocasión no iba a ser menos. "Dolor y gloria", "Mientras dure la guerra" y "La trinchera infinita" acumularon el grueso de nominaciones y cómo no, de premios. Si bien es cierto que "Intemperie" sorprendió quizás más de lo cabía esperar.
Repetían como maestros de ceremonias Andreu Buenafuente y Silvia Abril y el matrimonio de cómicos, sin llegar a brillar del todo, en mi opinión mejoró su actuación de 2019. Una introducción muy correcta, de hecho necesitada si me lo permiten, con un homenaje al gran protagonista de la noche: el séptimo arte.
La realización de la gala ha pasado de sobra el aprobado. Primeros planos para buscar la emoción de los protagonistas, concreción y ritmo. Si el pasado año, el gran momento musical vino de la mano de Rosalía, en esta ocasión el turno ha sido para Pablo Alborán. Ganador de un Goya hace cuatro años por "Palmeras en la Nieve", estaba en su tierra y no defraudó: una versión de Sobreviviré de Manzanita, tema principal de la BSO de "Sobreviviré", de Albacete y Menkes, película muy significativa en la visibilización de la comunidad LGTB. Hubo más actuaciones musicales entre las que destacan los homenajes al Goya de honor de la noche: Pepa Flores.
Así, y paradójicamente, en esta ocasión el cabezón ha recaído en alguien a quien el cine dio mucho pero quito más, la eterna Marisol, que tal y como se esperaba, no acudió a recoger el premio.
¿El resto? Pocas sorpresas: Banderas, profeta en su tierra y la nominación que se convertía en el premio más cantado. Defensor a ultranza de su Málaga natal, quinta nominación al Goya y tras contar en su haber con el de honor, por fin llegó el turno del Goya como mejor actor protagonista. El andaluz tuvo cariñosas palabras hacia Almodóvar a quien conoció en la movida, y con quien mantiene 40 años de amistad.
"Dolor y gloria" se hizo también con los premios más esperados, Mejor dirección y Mejor película. ¿Merecidos? Bueno, creo francamente que Almodóvar ha evolucionado de forma positiva hacia una cinta más intimista y personal, que realmente merece la pena disfrutar. Pero también, tengo la corazonada de que las estatuillas fueron entregadas a modo de trampolín a la representación del film en los Oscar. Juzguen ustedes.
Más de lo mismo con el premio a Mejor música original: Alberto Iglesias ganador y de nuevo demasiado previsible frente a una composición de Amenábar muy buena.
Entre medias, alusiones al cambio climático, canto sereno al feminismo y al papel de las actrices a partir de los 40, y a las lenguas cooficiales de este país por mucho que cueste a algunos con palabras en catalán, gallego y vasco.
En cuanto a Mejor Actor de reparto, también estaba en todas las quinielas que se lo llevaría Eduard Fernández si bien, tengo que mojarme y reconocer que el papel de Asier Etxeandia en "Dolor y gloria" merecía ser premiado.
Para mí, los cuatro galardones más apropiados fueron los recibidos por la enorme Belén Cuesta, que por fin se ha quitado de encima con "La trinchera Infinita" el estigma de la comedia; y "Buñuel en el laberinto de las tortugas", una auténtica maravilla en lo que a animación respecta y que lo tenía francamente complicado compitiendo con "Klaus". Así como Mejor película Iberoamericana para "La odisea a de los giles", con un abrazo a la superación de la adversidad desde el humor. Y cómo no, un justo premio al actor revelación, uno de los grandes descubrimientos del año, que ya triunfó en los Premios Feroz y que bordó además del papel que le valió el Goya, su interpretación de Gary en "Vida perfecta" de Leticia Dolera.
Otro de los premios más dignos, Mejor sonido para "La trinchera infinita". Trabajo fantástico no solo para mostrar sonidos si no aún más, la importancia de los silencios.
Muchos premios y mucho que decir, pero no deseo aburrirles, así que termino haciendo referencia al oportuno guiño social a colectivos como refugiados, niños, mujeres, LGTB y todo aquello que algunos quieren aniquilar.
En definitiva, una buena gala, demasiado previsible eso sí en cuanto a los ganadores; con la ignorancia de siempre hacia la comedia y en lo que respecta a la celebración en Málaga, me faltó dejar atrás el humor y hacer el guiño mucho antes a los momentos tan duros que han sufrido estos días sus vecinos, que llegó ya del presidente de la academia.
Esperaremos a los próximos, deseando una mayor variedad, más oportunidades para otros muchos cineastas que sin contar con la fama de directores como Amenábar o Almodóvar, o los actores Antonio Banderas o Antonio de la Torre, luchan cada día por hacer cine. Más inclusión, más diversidad temática y estilística, más incertidumbre… Pero sobre todo y por encima de todo, esperaremos más y más cine español.
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El pasado sábado tuvo lugar la 34 edición de los premios Goya, los premios por excelencia del cine español. Fue una gala que llegaba abrigada por la lluvia en una Málaga profundamente castigada por el agua. Desde que comencé a interesarme por el mundo del cine y a descubrir los premios, me preguntaba por qué el nombre de Goya. ¿Por qué un pintor para dar nombre a unos premios cinematográficos? No lo comprendía.
Después, indagando, leí que se quería imitar a los Oscar, o los César, premios con nombres cortos, dos sílabas que englobaban lo mejor del cine de cada lugar. De ahí, los Goya, recordando el concepto pictórico cercano al cine que había caracterizado al pintor según los críticos. Seguí sin estar muy de acuerdo. ¿Por qué no Buñuel, por ejemplo?
Da igual, se trata tan solo de reflexiones, supongo que un tanto absurdas si lo que realmente importa es la celebración de la gran fiesta del cine español. Resulta curioso también pensar en una gala de estas características, cuando en nuestro propio país, es duramente criticado el cine patrio casi desde la cuna. Mientras los estadounidenses aman su cine, nosotros no hacemos más que tirarlo por tierra.
En todo caso, ahí están y en mi opinión, esta gala ha sido mejor que la anterior. Si bien hay algo que suelen tener en común todos los grandes premios del cine: agrupar en la mayor parte de sus categorías las mismas cintas nominadas. Y esta ocasión no iba a ser menos. "Dolor y gloria", "Mientras dure la guerra" y "La trinchera infinita" acumularon el grueso de nominaciones y cómo no, de premios. Si bien es cierto que "Intemperie" sorprendió quizás más de lo cabía esperar.
Repetían como maestros de ceremonias Andreu Buenafuente y Silvia Abril y el matrimonio de cómicos, sin llegar a brillar del todo, en mi opinión mejoró su actuación de 2019. Una introducción muy correcta, de hecho necesitada si me lo permiten, con un homenaje al gran protagonista de la noche: el séptimo arte.
La realización de la gala ha pasado de sobra el aprobado. Primeros planos para buscar la emoción de los protagonistas, concreción y ritmo. Si el pasado año, el gran momento musical vino de la mano de Rosalía, en esta ocasión el turno ha sido para Pablo Alborán. Ganador de un Goya hace cuatro años por "Palmeras en la Nieve", estaba en su tierra y no defraudó: una versión de Sobreviviré de Manzanita, tema principal de la BSO de "Sobreviviré", de Albacete y Menkes, película muy significativa en la visibilización de la comunidad LGTB. Hubo más actuaciones musicales entre las que destacan los homenajes al Goya de honor de la noche: Pepa Flores.
Así, y paradójicamente, en esta ocasión el cabezón ha recaído en alguien a quien el cine dio mucho pero quito más, la eterna Marisol, que tal y como se esperaba, no acudió a recoger el premio.
¿El resto? Pocas sorpresas: Banderas, profeta en su tierra y la nominación que se convertía en el premio más cantado. Defensor a ultranza de su Málaga natal, quinta nominación al Goya y tras contar en su haber con el de honor, por fin llegó el turno del Goya como mejor actor protagonista. El andaluz tuvo cariñosas palabras hacia Almodóvar a quien conoció en la movida, y con quien mantiene 40 años de amistad.
"Dolor y gloria" se hizo también con los premios más esperados, Mejor dirección y Mejor película. ¿Merecidos? Bueno, creo francamente que Almodóvar ha evolucionado de forma positiva hacia una cinta más intimista y personal, que realmente merece la pena disfrutar. Pero también, tengo la corazonada de que las estatuillas fueron entregadas a modo de trampolín a la representación del film en los Oscar. Juzguen ustedes.
Más de lo mismo con el premio a Mejor música original: Alberto Iglesias ganador y de nuevo demasiado previsible frente a una composición de Amenábar muy buena.
Entre medias, alusiones al cambio climático, canto sereno al feminismo y al papel de las actrices a partir de los 40, y a las lenguas cooficiales de este país por mucho que cueste a algunos con palabras en catalán, gallego y vasco.
En cuanto a Mejor Actor de reparto, también estaba en todas las quinielas que se lo llevaría Eduard Fernández si bien, tengo que mojarme y reconocer que el papel de Asier Etxeandia en "Dolor y gloria" merecía ser premiado.
Para mí, los cuatro galardones más apropiados fueron los recibidos por la enorme Belén Cuesta, que por fin se ha quitado de encima con "La trinchera Infinita" el estigma de la comedia; y "Buñuel en el laberinto de las tortugas", una auténtica maravilla en lo que a animación respecta y que lo tenía francamente complicado compitiendo con "Klaus". Así como Mejor película Iberoamericana para "La odisea a de los giles", con un abrazo a la superación de la adversidad desde el humor. Y cómo no, un justo premio al actor revelación, uno de los grandes descubrimientos del año, que ya triunfó en los Premios Feroz y que bordó además del papel que le valió el Goya, su interpretación de Gary en "Vida perfecta" de Leticia Dolera.
Otro de los premios más dignos, Mejor sonido para "La trinchera infinita". Trabajo fantástico no solo para mostrar sonidos si no aún más, la importancia de los silencios.
Muchos premios y mucho que decir, pero no deseo aburrirles, así que termino haciendo referencia al oportuno guiño social a colectivos como refugiados, niños, mujeres, LGTB y todo aquello que algunos quieren aniquilar.
En definitiva, una buena gala, demasiado previsible eso sí en cuanto a los ganadores; con la ignorancia de siempre hacia la comedia y en lo que respecta a la celebración en Málaga, me faltó dejar atrás el humor y hacer el guiño mucho antes a los momentos tan duros que han sufrido estos días sus vecinos, que llegó ya del presidente de la academia.
Esperaremos a los próximos, deseando una mayor variedad, más oportunidades para otros muchos cineastas que sin contar con la fama de directores como Amenábar o Almodóvar, o los actores Antonio Banderas o Antonio de la Torre, luchan cada día por hacer cine. Más inclusión, más diversidad temática y estilística, más incertidumbre… Pero sobre todo y por encima de todo, esperaremos más y más cine español.
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