Falleció Rosa María Sardà, la media sonrisa crítica del cine español
- por © Miguel Toba-NOTICINE.com
Rosa María Sardà ha fallecido a los 78 años en su Barcelona natal víctima de un cáncer contra el que llevaba luchando años. La actriz, cercana y a la vez ácida, alcanzó gran popularidad, por su carisma y su versatilidad interpretativa que la llevó a triunfar en la comedia y el drama, en catalán y castellano y en el teatro, el cine y la televisión. Según Berlanga, la mejor actriz de España en su momento.
"La Sardà", como era conocida, ganó dos premios Goya como mejor actriz de reparto por "Sin vergüenza" en 2002 y por "¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?" en 1994. Estuvo también nominada por "La niña de tus ojos" en 1999. Además, hizo de maestra de ceremonias de la gala en tres ocasiones, y en cada edición fue aplaudida de forma unánime. Otros reconocimientos que la avalan son la Medalla de Oro de la Academia en 2010, tres premios Max, el memorial Margarita Xirgú, premio especial Fotogramas de Plata o la Creu de Sant Jordi de la Generalitat, que devolvió por la deriva independentista de la Comunidad.
Y es que la intérprete tuvo una gran conciencia política desde su juventud, cuando fue una firme opositora y activista contra el franquismo. Siempre apoyó a la izquierda en España, pero también acudía presta a la crítica cuando la situación lo requería. Ella, amante de la lectura, también obtuvo reconocimiento de la crítica por el gran valor de sus memorias, escritas por ella.
La actriz apareció en cerca del centenar de producciones a lo largo de su carrera, debutando en "Hora once" en 1969 y terminando en "Salir del ropero" en 2019. Entre medias los premios y papeles memorables, entre los que destacan algunos como "El efecto mariposa", "Moros y cristiano", "Airbag", "Todo sobre mi madre", "Anita no pierde el tren", "El embrujo de Shangái" o "Te doy mis ojos". En televisión se hizo un hueco en las pantallas de los españoles con el programa "Rosa i María" de Lluís Pasqual. Y durante la década de los ochenta se ganó la comparación con la norteamericana Carol Burnett, por su estilo humorístico.
Rosa María Sardà siguió hasta sus últimos días gozando de su humor crítico, donde residía una gran sensibilidad. En su autobiografía, publicada en sus últimos años de vida, escribía "qué complicado es morirse en el primer mundo, y qué caro".
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"La Sardà", como era conocida, ganó dos premios Goya como mejor actriz de reparto por "Sin vergüenza" en 2002 y por "¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?" en 1994. Estuvo también nominada por "La niña de tus ojos" en 1999. Además, hizo de maestra de ceremonias de la gala en tres ocasiones, y en cada edición fue aplaudida de forma unánime. Otros reconocimientos que la avalan son la Medalla de Oro de la Academia en 2010, tres premios Max, el memorial Margarita Xirgú, premio especial Fotogramas de Plata o la Creu de Sant Jordi de la Generalitat, que devolvió por la deriva independentista de la Comunidad.
Y es que la intérprete tuvo una gran conciencia política desde su juventud, cuando fue una firme opositora y activista contra el franquismo. Siempre apoyó a la izquierda en España, pero también acudía presta a la crítica cuando la situación lo requería. Ella, amante de la lectura, también obtuvo reconocimiento de la crítica por el gran valor de sus memorias, escritas por ella.
La actriz apareció en cerca del centenar de producciones a lo largo de su carrera, debutando en "Hora once" en 1969 y terminando en "Salir del ropero" en 2019. Entre medias los premios y papeles memorables, entre los que destacan algunos como "El efecto mariposa", "Moros y cristiano", "Airbag", "Todo sobre mi madre", "Anita no pierde el tren", "El embrujo de Shangái" o "Te doy mis ojos". En televisión se hizo un hueco en las pantallas de los españoles con el programa "Rosa i María" de Lluís Pasqual. Y durante la década de los ochenta se ganó la comparación con la norteamericana Carol Burnett, por su estilo humorístico.
Rosa María Sardà siguió hasta sus últimos días gozando de su humor crítico, donde residía una gran sensibilidad. En su autobiografía, publicada en sus últimos años de vida, escribía "qué complicado es morirse en el primer mundo, y qué caro".
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