Colaboración: Alain Delon, que quiso ser boxeador
- por © NOTICINE.com
Por Sergio Berrocal
Bueno, pues nada, te has querido marchar. Adiós Alain Delon, fuiste un gran actor, el mejor con Jean Paul Belmondo, salvo que él sonreía casi automáticamente y a ti costaba sacarte una sonrisa. Pero te has muerto, que es lo que tú decías querer. Cosa de gente rica y poderosa.
Con tantos años que pasé en París detrás de las estrellas de cine, para eso me pagaban entonces, cuando era un reporterillo de tres al cuarto, y los recuerdos que más tengo contigo, Alain Delon, se refieren al boxeo.
Hubo una época en que te dio por querer hacer de París la capital del boxeo que había sido un día. Y los pesos pesados acudieron de todo el mundo. Entre ellos el argentino Carlos Monzón, que vendía muy bien su mala leche y fue uno de los más grandes pegadores del mundo.
Nos veíamos en un gimnasio que regentaba en las afueras de París un español. Un día, uno de los grandes periodistas españoles de aquel momento, Francisco Díaz Roncero, cogió un cabreo fenomenal, aunque no recuerdo por qué con el argentino. Los cuatro o cinco periodistas que asistíamos al entrenamiento creímos que el elegante Roncero iba a recibir la bofetada de su vida. Pero el bestia sonrió. Años más tarde, Monzón tiro, o eso me dijeron, a su esposa por una ventana. Es que era un hombre muy temperamental...
Aquel día, u otro, querido ex, me miraste con cara de mala leche cuando jugabas al promotor de boxeo.
Pero ya ves, todo llega. Querías morir y te has muerto. El poder es el poder. Yo tengo una fístula y no puedo ir a un médico de pago. C'est la vie, Mon ami. Adiós, grandísimo y guapísimo actor. Seguro que ahora te encuentras con Romy Schneider, tu pasión, a menos eso es lo que decíamos en los mentideros parisienses. Cuidado con mi amigo Jesús...
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Bueno, pues nada, te has querido marchar. Adiós Alain Delon, fuiste un gran actor, el mejor con Jean Paul Belmondo, salvo que él sonreía casi automáticamente y a ti costaba sacarte una sonrisa. Pero te has muerto, que es lo que tú decías querer. Cosa de gente rica y poderosa.
Con tantos años que pasé en París detrás de las estrellas de cine, para eso me pagaban entonces, cuando era un reporterillo de tres al cuarto, y los recuerdos que más tengo contigo, Alain Delon, se refieren al boxeo.
Hubo una época en que te dio por querer hacer de París la capital del boxeo que había sido un día. Y los pesos pesados acudieron de todo el mundo. Entre ellos el argentino Carlos Monzón, que vendía muy bien su mala leche y fue uno de los más grandes pegadores del mundo.
Nos veíamos en un gimnasio que regentaba en las afueras de París un español. Un día, uno de los grandes periodistas españoles de aquel momento, Francisco Díaz Roncero, cogió un cabreo fenomenal, aunque no recuerdo por qué con el argentino. Los cuatro o cinco periodistas que asistíamos al entrenamiento creímos que el elegante Roncero iba a recibir la bofetada de su vida. Pero el bestia sonrió. Años más tarde, Monzón tiro, o eso me dijeron, a su esposa por una ventana. Es que era un hombre muy temperamental...
Aquel día, u otro, querido ex, me miraste con cara de mala leche cuando jugabas al promotor de boxeo.
Pero ya ves, todo llega. Querías morir y te has muerto. El poder es el poder. Yo tengo una fístula y no puedo ir a un médico de pago. C'est la vie, Mon ami. Adiós, grandísimo y guapísimo actor. Seguro que ahora te encuentras con Romy Schneider, tu pasión, a menos eso es lo que decíamos en los mentideros parisienses. Cuidado con mi amigo Jesús...
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