Nosotros, la música: Dos acercamientos a La Única

por © Frank Padrón (Cuba)-NOTICINE.com
La única, en su juventud
La única, en su juventud
Una gran carrera discográficaLa única, en su juventud26-V-05

Sin lugar a dudas, uno de los mitos culturales, más allá incluso de la música en Cuba, es Rita Montaner. Como Ernesto Lecuona en el ámbito masculino, ella constituye el exponente más universal de las artistas cubanas, cantante y pianista de estirpe, actriz notable, a 50 años de su muerte sigue siendo "La Única". En ella se da, como en el poeta Nicolás Guillén, la feliz coincidencia de la consagración de la mulatez, pues ambos son el resultado de la unidad entre Europa y África, entre lo blanco y lo negro.

Rita nació en Guanabacoa, una villa cercana a la capital de la isla considerada como uno de los puntos fundamentales de la cultura tradicional, y el hecho de ser fruto del amor entre un blanco y una mulata le permitió criarse en un medio donde afloraban y coincidían diversas tendencias de la cultura nacional.

La joven creció en la tradición musical más clásica que conoció desde su infancia, y también entre los toques de los tambores en las fiestas de los lucumíes o congas, el ritmo y colorido de las comparsas que desfilaban por las calles guanabacoenses. Estudió el piano a la perfección, dominaba el pentagrama, cantaba lo culto y lo popular con excelencia porque era desprejuiciada y contaba con un concepto universal de la cultura, de ahí su vigencia y trascendencia. La cantante era mimada por los mejores compositores cubanos y extranjeros, quienes le daban la primicia de sus partituras, como Gonzalo Roig, Moisés Simons, Eliseo Grenet y tantos otros.

Separados exactamente por veinte años (que son algo más que nada, pese a Gardel), la documentalística nuestra le ha rendido dos sentidos homenajes a "La Única", y pueden ahora verse en el ciclo "Nosotros, la música: año 46", que además de su sede (salas del Chaplin), se programan, en una saludable medida, en centros de trabajo y estudio de la capital.

El primero de ellos fue realizado en 1980 por el maestro Oscar Valdés en blanco y negro, y resultó un acercamiento medular a la intérprete mediante testimonios de colegas y estudiosos de la música, material de archivo y fragmentos de algunas de sus obras para el cine.

Con la precisión que caracterizó a este gran documentalista nuestro, en menos de 20 minutos obtenemos un retrato múltiple y variopinto sobre la artista, que huye de la canonización y la apología, pues no le interesó al cineasta situarla en un altar, sino rescatarla en su justa dimensión cultural, mas sobre todo atrapar al complejo ser humano que fue mediante la mirada de los otros.

El guión fue escrito por un serio etnólogo e investigador de la cultura popular tradicional, Miguel Barnet, quien se ocupa también de la narración. La excelente editora del ICAIC Gladys Cambre, obtuvo un premio Caracol por esta obra, donde se destaca justamente la agilidad y precisión en tal rubro.

Si algo debe reprochársele al film es su brevedad, que nos deja con el sabor trunco de seguir indagando en la figura, su contexto, vida y obra, pero ahí quizá radique también su mayor virtud, ese abrir una puerta, invitar a la continuidad en la investigación y el acercamiento.

Es, precisamente esto lo que hace una joven colega de Valdés, Rebeca Chávez, en el año 2000, mediante un mediometraje de 60’ coproducido entre Cuba y México titulado "Con todo mi amor, Rita", el cual se inserta en eso que algunos denominan “docudrama”, aludiendo a los elementos fictivos que se incorporan al documental, pues aquí es nada menos que la nieta de la artista, Antonia Valdés (también actriz) quien asume el rol de la homenajeada.

También la directora indaga en sus contemporáneos, en material de archivo y, disponiendo de mayor tiempo de metraje, realiza un acercamiento más exhaustivo, pero sobre todo, mucho más íntimo y personal, aún cuando por momentos, se resiente un tanto la fusión de lo propiamente documental con lo recreado, desde el punto de vista dramatúrgico, y no precisamente por las colisiones que pudiera crear en la percepción del público los cambios de gamas entre el blanco y negro y el color.

A pesar de lo cual, "Con todo mi amor..." se erige como un abordaje sólido, respetuoso y estéticamente convincente sobre esa leyenda cubana que es, fue, será, Rita Montaner.

Complementados en sus diferentes puntos de vista y las estéticas, diversas pero no contradictorias de sus respectivos realizadores, Oscar Valdés en los 80 y Rebeca Chávez en el 2000, el ciclo de la Cineteca cubana "Nosotros la música: año 46", nos brinda la oportunidad de acercarnos, y constituir nuestra propia imagen de ese mito cultural cuya leyenda y virtud, se acrecientan por día.