"Tropa de elite": Incómoda metáfora sobre la Ley
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Por Alberto Duque
Varias semanas atrás aparecieron dos noticias relacionadas con el infierno que se vive en las favelas de Río de Janeiro, retratadas, después de “Ciudad de Dios”, en esta nueva película que se asoma a una de las situaciones más salvajes y preocupantes con un título directo, periodístico, “Tropa de Elite”.
La primera noticia decía: “La Policía brasileña ha matado a al menos 11 personas por su presunta relación con el narcotráfico de droga en una redada en la favela Ciudad de Dios de Río. Una de las diez personas muertas es una mujer que vivía en el barrio, y otras dos han resultado heridas durante el tiroteo entre los agentes y los supuestos narcotraficantes, que se refugiaron en una de las casas del vecindario para huir de las autoridades.
La Policía se ha incautado en la operación de varios rifles automáticos, cinco granadas y droga. Una vez concluida la redada las autoridades han enviado refuerzos a la favela para prevenir posibles protestas. Los agentes policiales de la ciudad de Río son famosos por emplear duras tácticas contra las bandas armadas que controlan muchas de las barriadas pobres de la ciudad”.
La segunda noticia: “Al menos nueve personas han muerto y otras seis han resultado heridas durante un tiroteo entre policías y supuestos narcotraficantes en una barriada de Río de Janeiro. El comandante de la Policía Militar, Gilson Pitta Lopes, ha dicho que los nueve fallecidos eran supuestos miembros de una banda que controla el tráfico de drogas en Vila Cruzeiro, una favela de la zona norte de la ciudad brasileña. Los seis heridos se supone que pertenecen a la misma banda, cuyas actividades eran investigadas desde hace meses por las autoridades.
Los enfrentamientos entre narcotraficantes y policías son una constante en las favelas de Río de Janeiro, en las que la virtual ausencia del Estado ha permitido el desarrollo de poderosas bandas. Según estadísticas oficiales, la policía mató el año pasado a 1.330 personas que supuestamente se resistieron a sus operaciones. El número superó en un 25% el de 2006. Organizaciones de derechos humanos acusan a la policía de Río de Janeiro de cometer abusos y excesos de autoridad en sus frecuentes operaciones para combatir a los narcotraficantes, mientras que las autoridades sostienen que se enfrentan a delincuentes que, muchas veces, poseen un armamento más poderoso”.
“Tropa de Elite” ganó este año el Oso de Oro en Berlin. 15 milllones de espectadores la vieron en los cines. Antes, otros 10 millones la habían visto en copias ilegales que la convirtieron en la película más taquillera en Brasil. La historia que cuenta parece calcada de esas dos noticias citadas o, al revés, la realidad cotidiana en las miserables colinas que rodean Río de Janeiro es sacada de una película que, como “Ciudad de Dios” muestra sus personajes sin adornos, sus dramas sin atenuantes y sus miserias sin aspavientos, simplemente diciéndole al espectador, sobre todo al extranjero que en esas favelas, los niños de siete años pelean y matan, que sus hermanas y madres se prostituyen, que los padres, tíos y hermanos mayores son acribillados por esos policías-rambos que entran, matan y luego preguntan
El director José Padilla ha sido acusado de fascista y radical de derechas, por ésta, y por su anterior película, “Ómnibus 174”, de todo lo contrario. Pero, como dice alguien, “Padilha tal vez no sea ni lo uno ni lo otro, sino un artista que trata de entender el mundo que lo rodea, ajeno a los clichés ideológicos que en muchos casos enmascaran la responsabilidad moral del creador. Al menos eso es lo que sugieren su propia trayectoria y, sobre todo, la inapelable contundencia de “Tropa de Elite”.
Sí, el espectador es sometido a un ritmo imparable, endiablado, con una música estridente, una imagen con cámara en mano que corre por delante, detrás y al lado de los personajes, esos policías que son la crema y la avanzada en la batalla sangrienta contra los delincuentes, alejados de la corrupción de otros policías que acuden a las favelas en busca del soborno y matan cuando no cobran.
La historia es contada por el capitán Nascimento, policía de elite del BOPE que debe encontrar un reemplazo para su puesto, queda a cargo de la seguridad del Papa durante su visita a Río y durante seis meses de ese operativo real, la policía mata a 35 personas y, de paso, Nascimento halla al novato que lo sustituirá, y demuestra que en la guerra contra los narcos no hay buenos ni malos, ni victimarios ni mártires, sino víctimas de un bando y del otro, todos abandonados a la crueldad de la situación y a lo peor de sí mismos, como dijo un cronista.
Varias semanas atrás aparecieron dos noticias relacionadas con el infierno que se vive en las favelas de Río de Janeiro, retratadas, después de “Ciudad de Dios”, en esta nueva película que se asoma a una de las situaciones más salvajes y preocupantes con un título directo, periodístico, “Tropa de Elite”.
La primera noticia decía: “La Policía brasileña ha matado a al menos 11 personas por su presunta relación con el narcotráfico de droga en una redada en la favela Ciudad de Dios de Río. Una de las diez personas muertas es una mujer que vivía en el barrio, y otras dos han resultado heridas durante el tiroteo entre los agentes y los supuestos narcotraficantes, que se refugiaron en una de las casas del vecindario para huir de las autoridades.
La Policía se ha incautado en la operación de varios rifles automáticos, cinco granadas y droga. Una vez concluida la redada las autoridades han enviado refuerzos a la favela para prevenir posibles protestas. Los agentes policiales de la ciudad de Río son famosos por emplear duras tácticas contra las bandas armadas que controlan muchas de las barriadas pobres de la ciudad”.
La segunda noticia: “Al menos nueve personas han muerto y otras seis han resultado heridas durante un tiroteo entre policías y supuestos narcotraficantes en una barriada de Río de Janeiro. El comandante de la Policía Militar, Gilson Pitta Lopes, ha dicho que los nueve fallecidos eran supuestos miembros de una banda que controla el tráfico de drogas en Vila Cruzeiro, una favela de la zona norte de la ciudad brasileña. Los seis heridos se supone que pertenecen a la misma banda, cuyas actividades eran investigadas desde hace meses por las autoridades.
Los enfrentamientos entre narcotraficantes y policías son una constante en las favelas de Río de Janeiro, en las que la virtual ausencia del Estado ha permitido el desarrollo de poderosas bandas. Según estadísticas oficiales, la policía mató el año pasado a 1.330 personas que supuestamente se resistieron a sus operaciones. El número superó en un 25% el de 2006. Organizaciones de derechos humanos acusan a la policía de Río de Janeiro de cometer abusos y excesos de autoridad en sus frecuentes operaciones para combatir a los narcotraficantes, mientras que las autoridades sostienen que se enfrentan a delincuentes que, muchas veces, poseen un armamento más poderoso”.
“Tropa de Elite” ganó este año el Oso de Oro en Berlin. 15 milllones de espectadores la vieron en los cines. Antes, otros 10 millones la habían visto en copias ilegales que la convirtieron en la película más taquillera en Brasil. La historia que cuenta parece calcada de esas dos noticias citadas o, al revés, la realidad cotidiana en las miserables colinas que rodean Río de Janeiro es sacada de una película que, como “Ciudad de Dios” muestra sus personajes sin adornos, sus dramas sin atenuantes y sus miserias sin aspavientos, simplemente diciéndole al espectador, sobre todo al extranjero que en esas favelas, los niños de siete años pelean y matan, que sus hermanas y madres se prostituyen, que los padres, tíos y hermanos mayores son acribillados por esos policías-rambos que entran, matan y luego preguntan
El director José Padilla ha sido acusado de fascista y radical de derechas, por ésta, y por su anterior película, “Ómnibus 174”, de todo lo contrario. Pero, como dice alguien, “Padilha tal vez no sea ni lo uno ni lo otro, sino un artista que trata de entender el mundo que lo rodea, ajeno a los clichés ideológicos que en muchos casos enmascaran la responsabilidad moral del creador. Al menos eso es lo que sugieren su propia trayectoria y, sobre todo, la inapelable contundencia de “Tropa de Elite”.
Sí, el espectador es sometido a un ritmo imparable, endiablado, con una música estridente, una imagen con cámara en mano que corre por delante, detrás y al lado de los personajes, esos policías que son la crema y la avanzada en la batalla sangrienta contra los delincuentes, alejados de la corrupción de otros policías que acuden a las favelas en busca del soborno y matan cuando no cobran.
La historia es contada por el capitán Nascimento, policía de elite del BOPE que debe encontrar un reemplazo para su puesto, queda a cargo de la seguridad del Papa durante su visita a Río y durante seis meses de ese operativo real, la policía mata a 35 personas y, de paso, Nascimento halla al novato que lo sustituirá, y demuestra que en la guerra contra los narcos no hay buenos ni malos, ni victimarios ni mártires, sino víctimas de un bando y del otro, todos abandonados a la crueldad de la situación y a lo peor de sí mismos, como dijo un cronista.