Cine "Diferente" en Cuba: Entre azules y rosados, entre blancos y negros…"Botas Kinki"

por © Antón Vélez Bichkov (Cuba)-NOTICINE.com
A lo largo de los siglos, la humanidad se ha visto dividida entre pocos colores. La generalidad hace que el mundo sea o negro o blanco y cuando de sexualidad se trata, los colores que priman son el azul y el rosado. Azul para masculino y rosado… para todo aquello que no inscriba en el primero de los dos tonos. Cuando los colores se mezclan, entonces, ahí comienzan los problemas… La paleta de los más conservadores, por regla general, evita este tipo de promiscuidad de matices, pero el arte auténtico, siempre rebasa las estrechas fronteras del prejuicio y nos entregan obras, como la que este jueves 24, pudimos disfrutar en el habanero Cine Club diferente, conducido y dirigido por el crítico cubano Frank Padrón Nodarse.

Construida a partir de las verdades de la vida – y aquí en un sentido literal, pues se basa en hechos reales – e hilvanada con la riqueza de un singular talento narrativo, el filme británico Kinki Boots, nos cuenta la historia de un joven que luego de heredar un negocio familiar, con el que sólo lo unen la genética y el deber, tiene que buscar soluciones alternativas, pues la ruina es casi inevitable. Dios escribe recto, en líneas torcidas. Es así que Charlie Price (Joel Edgerton) acaba mezclándose en Londres con un personaje inusitado para su provinciana personalidad y es justamente éste, cual hada madrina, exuberante e irreverente, que le da la llave para el éxito.

Lola (Chiwetel Ejiofor), a despecho de toda masculinidad cromosómica –más digna de un boxeador que de dama de la canción– ha optado por las vestiduras del sexo contrario… es decir, del azul claro, pasó al bando del rosado intenso con decisión y sin remordimientos. Y para colmo de males, Lola no sólo traspasa los límites de los colores, que por naturaleza se le han asignado, sino que está en el lado más "oscuro" de la humanidad… es negro/a y por ende, doble víctima de los prejuicios y la incomprensión.

También es víctima de su anatomía, pues ningún zapato hecho exclusivamente para mujeres se ajusta a la perfección a su "delicado" pie y mucho menos es capaz de aguantar tanto músculo, aunque éste se disimule, sin mucho éxito, bajo suntuosos y despampanantes vestidos. Así las cosas, Charlie, inspirado por Lauren (Sarah-Jane Potts), empleada que él se ve forzado a despedir, decide dar un vuelco a su vida y negocio y crear unas botas a la medida de tan voluminoso cliente.

A partir de ahí, su director Julian Jarrold, de la mano del guión de Geoff Deane y Tim Firth, va tejiendo una historia dinámica, que transita a medio camino entre la comedia y el drama psicológico – aunque la primera quede más acentuada – huyendo de los estereotipos y hundiendo el bisturí, ahí, donde muchos apenas se han contentado con la caricatura. La aparentemente indefinida Lola, da el tono de una identidad, de un modus vivendi, que cumple con el precepto de Oscar Wilde “definirse es limitarse” y de paso le enseña a Charlie, al resto de los personajes y a nosotros, que la vida vista desde una visión demasiado rígida, no siempre nos muestra su parte más plena y provechosa.

Notable es, sin dudas, el uso de los recursos expresivos, aquí siempre en función de reforzar el discurso dramático. Los tenis industrializados de Charlie contrastan evidentemente con los zapatos hechos a mano de su padre, marcando una ruptura entre el pasado y el presente; las botas de rojo carmín, con imitaciones a la piel de serpiente y tacón de acero, tampoco están carentes de implícitas intensiones… Es que como bien decía el progenitor de Charlie, a la gente se le puede conocer por sus zapatos. Cada detalle, sin dudas ha sido pensado en función de una mayor trascendencia comunicativa y artística. La banda sonora se destaca con varias piezas perfectamente integradas con texto y contexto.

Pero sin dudas, uno de los mejores momentos del largo y que el público asistente al cine Riviera de la ciudad de la Habana pudo disfrutar más, fue cuando la casera de Lola, sin malicia y más, sin inmutarse un segundo, le pregunta: “¿Finalmente, es Ud. mujer u hombre? Se lo pregunto, para saber en qué posición le pongo la tapa del inodoro?”, dando una lección de respeto y buena disposición, que bien valdría la pena asumir como propia.

El debate, estuvo marcado, como bien apuntó Padrón, por la unanimidad despertada por un film tan feliz y sobre todo de colores optimistas, que van mucho más allá del blanco, el negro, el azul o el rosado…

Padrón aprovechó la ocasión para anunciar un cambio en los días de presentación del Cine Club Diferente, que como en ocasiones anteriores hemos dicho, dedica su espacio a la presentación y debate de materiales relacionados con la diversidad sexual y el respeto hacia los múltiples exponentes de la misma. Por coincidir en el día con un espacio de idénticos propósitos en el Centro de Prevención de ITS/SIDA, los organizadores del Grupo HSH, propusieron al crítico, que en vez del cuarto jueves de cada mes, el Cine Club tuviera lugar una semana antes. Así pues, la próxima entrega (14 de agosto) será dedicado a la femineidad , cuando junto a los cortos cubanos “Ella trabaja”(Jesús Hernández) y el laureado “La bestia” (Hilda Elena Vega), se presentará el documental norteamericano “Jugando a las escondidas”, de Lie Friedrich, acerca del lesbianismo.