El nonagenario Mario Almada murió con las botas puestas

por © Redacción (México)-NOTICINE.com
Mario Almada (EU)
Con cerca de 500 películas a sus espaldas, este martes murió en su residencia de Cuernavaca, Morelos, el actor mexicano Mario Almada, ganador del Ariel por toda su trayectoria, e intérprete popular y querido, con numerosas interpretaciones en el género de acción, pero también a las órdenes de directores de prestigio como Felipe Cazals, Arturo Ripstein, Alberto Mariscal, Luis Estrada o Antonio De la Riva. El fallecimiento se produjo por causas naturales, y una portavoz de la familia detalló que "no estaba enfermo, murió tranquilo, sin sufrimiento, como él lo merecía".

Podría decirse que como los héroes de sus películas, Don Mario se despidió de la vida con las botas... y el sombrero puestos. Este pasado verano rodó "El centenario", en Guanajuato. El pasado abril, el veteranísimo actor recibió el galardón Diamante por más de 50 años de trabajo fílmico, en la explanada del Museo de la Ciudad de Cuernavaca, donde residía. "Todavía tengo el ánimo, voy a filmar más. Tengo más años, pero mi salud está bien. Ya no me he caído pero antes de la (caída) de febrero ya me había sucedido dos veces más, y es que ya con 94 años está pesado, pero andamos todavía", dijo entonces a Notimex.

De la Riva, que lo dirigió entre otras en "El gavilán de la Sierra", en declaraciones este martes a la misma agencia, aseguró que "las mejores películas que hizo fueron al lado de Alberto Mariscal, quien lo dirigió en "Todo por nada", "El sabor de la venganza", "Los indomables". También hay otras con "Los Galindo", pero es difícil hacer una selección de sus mejores trabajos porque hizo películas para todos los gustos".

A Mario Almada, que nació  el 7 de enero de 1922 en Huatabampo, Sonora, el tiempo le hizo justicia, tras recibir en 2013 el Ariel, después de haber obtenido años atrás dos Diosas de Plata. Se le recordará como el pistolero de sangre fría del viejo oeste, como el ranger texano que hace justicia contra todos los pronósticos o como el policía rudo en la versión mexicana de "Harry el sucio" o quizás  como macho vengador semimudo del corte de Charles Bronson, aunque en años recientes más bien aparece como una figura patriarcal a la que se le rinde culto. Este actor, productor y argumentista apareció, aún niño, entre los extras de la película "Madre querida" (1935), pero fue en la década de los sesenta cuando inició formalmente su carrera fílmica, primero como productor, en la cinta "Nido de águilas" (1963), y luego como actor y productor, al lado de su hermano Fernando, en las cintas "Los jinetes de la bruja" (1965), "El tesoro de Atahualpa" (1966), y "Por eso" (1970).

También en asociación con su hermano Fernando, produjo, escribió el argumento y estelarizó "Todo por nada" (1968), película que lo ubicó como figura de gran atractivo para el público, preponderantemente en cintas de acción. Además, en esa época interviene en westerns como "El Tunco Maclovio" (1968).

En las décadas de los 70, 80 y 90 su nombre solía asociarse a un cine popular, chili-westerns o cintas de acción fronteriza y de narcotráfico, al cual veían por arriba del hombro un sector del público y de los cineastas mexicanos. Había ciertas razones detras de ellos, pues es verdad que no se les puede juzgar como grandes obras cinematográficas  a títulos como "El arracadas" (1977), "El extraño hijo del Sheriff" (1982), "Cazador de asesinos" (1983), "Siete en la mira" (1984); "Verdugo de traidores" (1986) o "El fiscal de hierro" (1989), pero en su trayectoria también aparecen películas destacadas, como "Emiliano Zapata" (Felipe Cazals, 1970); "Aquellos años" (Cazals, 1973); "Longitud de guerra" (Gonzalo Martínez, 1975), "La viuda negra" (1976) o "Pueblo de madera" (De la Riva, 1989), cinta que por primera vez lo establece como un mito consolidado del cine mexicano. A partir de ahí, su presencia en un cine más ambicioso se hará frecuente, aunque todavía en los años 90 se le verá en abundantes películas de corte comercial, muchos de ellos videohomes, para su distribución en el mercado hispano de Estados Unidos.

Acreedor de dos nominaciones al Ariel por "La viuda negra" y "Chudo Guan: el tacos de oro" (Arau, 1986), igualmente, participó en films taquilleros y bien apreciados por la crítica como "La misma Luna" (Patricia Riggen, 2006) o "El Infierno" (Luis Estrada, 2010).

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