Manuel Martin Cuenca escribe sobre el estreno de "El autor"

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Martín Cuenca
Por Manuel Martin Cuenca *   

Siempre me he preguntado lo que significa el talento. Es una palabra que suena demasiadas veces en boca de la gente y en la que creo poco. Porque tener talento, así en abstracto, es menos que nada. Lo importante es el hacer. Ahí es donde se demuestra todo. Y ese hacer depende de la voluntad, del deseo, de la determinación. Se puede hacer sin talento, pero no se puede hacer sin esa voluntad y determinación que nos llevan a emprender y terminar cualquier obra. El tema de la falta de talento, del bloqueo creativo y de la lucha titánica para superarlo es algo que siempre me ha fascinado porque creo que, en realidad, nadie tiene talento. El talento no existe. La generación de una obra, como la generación de una vida, es lo que surge de la repetición del fracaso hasta encontrar la excepción.

Esta película va sobre el esfuerzo para crear. El tema es serio, o al menos eso nos puede parecer a los que nos dedicamos a esto, pero no creo que deba tomarse en serio. Por eso hemos decidido reírnos de él, de su intensidad y angustia, y hemos preferido contarlo con ironía. Es lo que me atrajo desde el primer momento de la novela de Javier Cercas, "El Móvil". La precisa descripción de una vida metódica y llena de pasión, pero la opacidad y torpeza de quien la vive. En el fondo, su humanidad.

¿Qué estamos dispuestos a hacer para crear una obra y hasta dónde estamos dispuestos a llegar? El proceso artístico tiene algo de neurótico, por no decir todo. Cruzamos las líneas sin darnos cuenta. Y llegamos a ser ridículos o gloriosos sin tampoco darnos cuenta. ¿Merece la pena? ¿Habremos conseguido algo?... Probablemente nunca lo sabremos, porque cualquier éxito es un espejismo.

El día que conocí a Javier Cercas para hablar de la adaptación de su novela hablamos de esto. Él insistió con mucha razón en que nunca supiéramos si Alvaro llega a escribir una gran novela o no. La ambigüedad. Ésa es la naturaleza de la obra. Lo que importa no es saber si Alvaro se ha convertido en un gran escritor sino su obsesión por levantar la palabra y materializarla al precio que sea.

Humor. Humor negro. Javier Gutiérrez encarna  al  actor  ideal  para  hacer esta película.  Desde  las primeras líneas de escritura pensamos en él e imaginamos su rostro y su cuerpo encarnando a Alvaro. Un hombre pequeño que quiere ser grande y que quizás lo sea… o no. Porque por el camino perderá todo: su mujer, su moral, su dignidad, la posibilidad de un nuevo amor… y la libertad. Pero conseguirá lo que sueña: escribir. ¿Cómo contar el precio espiritual que paga sin caer en la solemnidad?.... La elección ha sido reírnos de nosotros mismos. Y eso es lo que he tratado de hacer como director. Reírme de lo que me importa. Burlarme de mi pasión y mi vida, y encontrar el humor en la negrura y la desesperación.

"El autor" no es una película realista o costumbrista. No puede serlo. El universo de la ciudad de Sevilla está muy estilizado. La historia es, más que nunca, una representación. El arte y las localizaciones reflejan la psicología del protagonista. La negrura de infertilidad como autor y la página en blanco a la que se enfrenta en su nueva casa. Las sombras son la escritura de la realidad, la fantasía de la realidad imaginada. Lo posible se encarna en historia y lo real se confunde con lo imaginado. Para mí, la película es una broma macaba en tono de suspense. Y el final, objetivamente negro, es paradójicamente un final feliz para el protagonista. Alvaro es un genio o un imbécil. No importa. Es lo que todo artista es: un manipulador y un iluso.

(*): Los personajes masculinos aislados son una constante en la obra del andaluz Manuel Martín Cuenca, quien estrena -tras "La flaqueza del bolchevique", "La mitad de Oscar" y "Caníbal"- estrena esta semana su nuevo trabajo, "El autor", que se proyectó en Toronto y San Sebastián.

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