Miguel Cohan habla sobre el estreno de "La misma sangre"
- por © EscribiendoCine-NOTICINE.com
El argentino Miguel Cohan ("Sin retorno", "Betibú") vuelve al cine una vez más con el policial, género que conoce y maneja a la perfección, en "La misma sangre" (2019), primero de los estrenos fuertes del año, protagonizado por Oscar Martínez, Dolores Fonzi, Paulina García, Diego Velázquez y Luis Gnecco, entre otros. El film, con guion original de él y su hermana Ana Cohan, es un oscuro thriller que se apoya en diferentes puntos de vista para componer la línea narrativa, centrad en la muerte de Adriana y las sospechas que recaen en todos para develar realmente qué pasó con ella. "Fantaseo siempre que las películas generen cosas más allá de eso", asegura en una charla con nuestros compañeros de EscribiendoCine.
- ¿Cómo surge el proyecto?
El guion lo escribí con mi hermana, Ana Cohan, y un poco nace del mismo orden que tiene el relato, con la idea de que uno empieza a sospechar de su suegro en los términos del relato pero nos interesaba el punto de Elías (Oscar Martínez), atacar la acción desde diferentes puntos de vista y desde allí escribir el relato. Nace de la imposibilidad de Santiago (Diego Velázquez) de decirle a su pareja qué está pensando.
- ¿Cómo fue trabajar con una idea propia?
En un punto es más fácil y en otro más difícil, hay algo que permite la adaptación que es un mapa muy claro del universo de los personajes y luego hacés vos tu propio camino. El material previo ayuda un montón, después hay que encontrar el camino para que todo funcione, porque no deja de ser un recorte de un universo que ya estaba funcionando. La idea original permite meter muchas cosas sin idea a dónde vas, y eso nos hizo, en este caso, demorar más tiempo, hubo varias versiones muy distintas. Cuando escribís una idea original estás más perdido, salvo que arranques con algo muy preciso, y eso te permite bucear en lo que querés ir profundizando.
- La película maneja una idea de agenda que es el feminicidio ¿Cómo investigaron sobre el tema?
No fue nuestra intención, de manera consciente, empezar a escribir sobre un femicidio, sí estaba la idea del vínculo entre los tres personajes, pero al principio incluso la sospecha no era tanto un femicidio, sino algo oscuro que no estaba claro. Después la agenda, el presente, se impone, a todos los que escribimos, sería futil aislarse de lo que está pasando, y algo de eso está teñido en la mirada del personaje y su punto de vista. Si lo pienso desde el personaje es algo muy vital y concreto, pero como espectadores lo vivimos como algo más conceptual, el personaje está viendo qué hacer con su vida, concreto, es ideológico pero no lo vive así, nos ajustamos al personaje, estamos atravesados por la revolución que se está viviendo pero no fuimos conscientes al retratarlo.
- ¿Cuándo decidieron que el espectador iba a ser tan activo?
Para mí es el punto de vista del narrador, la película tiene tres partes, una primera con el punto de vista de Santiago, muy determinado, no sabemos nada más que el personaje, otra parte con relación a Elías, con las mismas características, y una tercera parte en la que nos dimos cuenta que el punto de vista tenía que ser el de un narrador, porque si no la historia no se sostenía, desde ahí empezamos a imaginarla con el narrador tomando el punto de vista, sabiendo que el espectador ya en ese punto iba a estar práctico, y allí nos empezó a funcionar la idea de narrador omnisciente con más información, como de destino, y esa fue la apuesta. Ese narrador de la tercera parte no sólo nos cuenta qué está pasando sino advirtiendo lo que vendrá.
- ¿Escribieron pensando en los actores?
No suelo hacerlo, me cuesta pensar en personas concretas que uno conoce, son mezclas, pero no puedo identificarlos. Cuando avanzamos, sí, Oscar me parecía un actorazo y creía que era quien necesitábamos, porque genera empatía desde un lugar incómodo, a diferencia de Ricardo Darín que la genera desde la empatía, y eso era interesante pare Elías, alguien incómodo.
- ¿Cómo apareció el resto?
Una suerte de estrategia, yo trabajo así, medio de ajedrez, primero le ofrezco a un actor, le ofrezco algo, no salgo con todo, una vez que estuvo Oscar, fui por Dolores Fonzi, podría haber sido igual Dolores sin Oscar, pero voy ficha a ficha. Dolores, creo, tiene el personaje más difícil, con el arco más largo y profundo, es un personaje además que vive un duelo, es difícil hacerlo mientras lo vive y que al mismo tiempo no esté en la película con una aparición tan oscura en ese sentido. Dolores tiene algo de misterio, buenísimo.
- El duelo no genera empatía, sino la información que empieza a colarse, cómo lo pensaron, porque ni siquiera con el nene pasa…
Los niños tienen algo más aislado, o radical, intentamos probar otra cosa, pero ellos se preservan, como guionista y luego director, sabíamos que cuando la película empieza con el punto de vista de Santiago, no pensamos sólo tres partes en el guion, sino una mirada de género distinta en cada parte, no muy distinta para no perdernos, pero en el arranque hay algo mucho más de género, policial o suspenso, luego en el de Elías, sabemos algo y pensamos otra forma, la forma de Santiago nos obligaba a no caer tanto en el drama, por eso la mirada de Santiago es la más ajena, atravesado por una duda, no por el duelo, entonces ya tiene una tarea, un objetivo, ese duelo está presente, en escenas en las que se debate la venta de la casa, Santiago ya mira otra cosa.
- ¿Qué encuentra en el policial como género?
Me gusta mucho como espectador el género, pero no es que termino una película y quiero ya hacer otro policial, pero instintivamente empiezo a escribir y me lleva hacia allí, me genera un entusiasmo con el que no quiero luchar. Me gustan tres géneros, el policial, el bélico y la ciencia ficción, y creo que los tres, tienen un momento extraordinario cuando personas ordinarias se ven obligadas a hacer acciones extraordinarias y en ellas vemos un poco la humanidad. El policial más clásico, el inglés, me entusiasma menos. Patricia Highsmith me parece increíble, una literatura impresionante que tiene que ver con trabajar con personajes que están del lado oscuro de la humanidad y luego los ves de manera humana.
- ¿Expectativas con el estreno?
Siempre son muchas, uno tiene muchas ganas que se vea, que funcione, que guste, no querés que pase indiferente, aun cuando funciona, fantaseo siempre que las películas generen cosas más allá de eso. Lo que me entusiasma o moviliza que uno después de la película termine afectado o yendo a discutir la película. En Sin retorno eso no lo tenía presente y me gustó mucho. No sé si pasará acá, pero eso es lo que a uno le genera más expectativa, si funciona, obvio es lo mejor que puede pasar sobre todo para poder encarar otra película.
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- ¿Cómo surge el proyecto?
El guion lo escribí con mi hermana, Ana Cohan, y un poco nace del mismo orden que tiene el relato, con la idea de que uno empieza a sospechar de su suegro en los términos del relato pero nos interesaba el punto de Elías (Oscar Martínez), atacar la acción desde diferentes puntos de vista y desde allí escribir el relato. Nace de la imposibilidad de Santiago (Diego Velázquez) de decirle a su pareja qué está pensando.
- ¿Cómo fue trabajar con una idea propia?
En un punto es más fácil y en otro más difícil, hay algo que permite la adaptación que es un mapa muy claro del universo de los personajes y luego hacés vos tu propio camino. El material previo ayuda un montón, después hay que encontrar el camino para que todo funcione, porque no deja de ser un recorte de un universo que ya estaba funcionando. La idea original permite meter muchas cosas sin idea a dónde vas, y eso nos hizo, en este caso, demorar más tiempo, hubo varias versiones muy distintas. Cuando escribís una idea original estás más perdido, salvo que arranques con algo muy preciso, y eso te permite bucear en lo que querés ir profundizando.
- La película maneja una idea de agenda que es el feminicidio ¿Cómo investigaron sobre el tema?
No fue nuestra intención, de manera consciente, empezar a escribir sobre un femicidio, sí estaba la idea del vínculo entre los tres personajes, pero al principio incluso la sospecha no era tanto un femicidio, sino algo oscuro que no estaba claro. Después la agenda, el presente, se impone, a todos los que escribimos, sería futil aislarse de lo que está pasando, y algo de eso está teñido en la mirada del personaje y su punto de vista. Si lo pienso desde el personaje es algo muy vital y concreto, pero como espectadores lo vivimos como algo más conceptual, el personaje está viendo qué hacer con su vida, concreto, es ideológico pero no lo vive así, nos ajustamos al personaje, estamos atravesados por la revolución que se está viviendo pero no fuimos conscientes al retratarlo.
- ¿Cuándo decidieron que el espectador iba a ser tan activo?
Para mí es el punto de vista del narrador, la película tiene tres partes, una primera con el punto de vista de Santiago, muy determinado, no sabemos nada más que el personaje, otra parte con relación a Elías, con las mismas características, y una tercera parte en la que nos dimos cuenta que el punto de vista tenía que ser el de un narrador, porque si no la historia no se sostenía, desde ahí empezamos a imaginarla con el narrador tomando el punto de vista, sabiendo que el espectador ya en ese punto iba a estar práctico, y allí nos empezó a funcionar la idea de narrador omnisciente con más información, como de destino, y esa fue la apuesta. Ese narrador de la tercera parte no sólo nos cuenta qué está pasando sino advirtiendo lo que vendrá.
- ¿Escribieron pensando en los actores?
No suelo hacerlo, me cuesta pensar en personas concretas que uno conoce, son mezclas, pero no puedo identificarlos. Cuando avanzamos, sí, Oscar me parecía un actorazo y creía que era quien necesitábamos, porque genera empatía desde un lugar incómodo, a diferencia de Ricardo Darín que la genera desde la empatía, y eso era interesante pare Elías, alguien incómodo.
- ¿Cómo apareció el resto?
Una suerte de estrategia, yo trabajo así, medio de ajedrez, primero le ofrezco a un actor, le ofrezco algo, no salgo con todo, una vez que estuvo Oscar, fui por Dolores Fonzi, podría haber sido igual Dolores sin Oscar, pero voy ficha a ficha. Dolores, creo, tiene el personaje más difícil, con el arco más largo y profundo, es un personaje además que vive un duelo, es difícil hacerlo mientras lo vive y que al mismo tiempo no esté en la película con una aparición tan oscura en ese sentido. Dolores tiene algo de misterio, buenísimo.
- El duelo no genera empatía, sino la información que empieza a colarse, cómo lo pensaron, porque ni siquiera con el nene pasa…
Los niños tienen algo más aislado, o radical, intentamos probar otra cosa, pero ellos se preservan, como guionista y luego director, sabíamos que cuando la película empieza con el punto de vista de Santiago, no pensamos sólo tres partes en el guion, sino una mirada de género distinta en cada parte, no muy distinta para no perdernos, pero en el arranque hay algo mucho más de género, policial o suspenso, luego en el de Elías, sabemos algo y pensamos otra forma, la forma de Santiago nos obligaba a no caer tanto en el drama, por eso la mirada de Santiago es la más ajena, atravesado por una duda, no por el duelo, entonces ya tiene una tarea, un objetivo, ese duelo está presente, en escenas en las que se debate la venta de la casa, Santiago ya mira otra cosa.
- ¿Qué encuentra en el policial como género?
Me gusta mucho como espectador el género, pero no es que termino una película y quiero ya hacer otro policial, pero instintivamente empiezo a escribir y me lleva hacia allí, me genera un entusiasmo con el que no quiero luchar. Me gustan tres géneros, el policial, el bélico y la ciencia ficción, y creo que los tres, tienen un momento extraordinario cuando personas ordinarias se ven obligadas a hacer acciones extraordinarias y en ellas vemos un poco la humanidad. El policial más clásico, el inglés, me entusiasma menos. Patricia Highsmith me parece increíble, una literatura impresionante que tiene que ver con trabajar con personajes que están del lado oscuro de la humanidad y luego los ves de manera humana.
- ¿Expectativas con el estreno?
Siempre son muchas, uno tiene muchas ganas que se vea, que funcione, que guste, no querés que pase indiferente, aun cuando funciona, fantaseo siempre que las películas generen cosas más allá de eso. Lo que me entusiasma o moviliza que uno después de la película termine afectado o yendo a discutir la película. En Sin retorno eso no lo tenía presente y me gustó mucho. No sé si pasará acá, pero eso es lo que a uno le genera más expectativa, si funciona, obvio es lo mejor que puede pasar sobre todo para poder encarar otra película.
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