Hablamos con Juan Cavestany sobre el estreno de su nueva realización, "Un efecto óptico"

por © Noemí Romero Vera-NOTICINE.com
Juan Cavestany
Juan Cavestany
Este fin de semana se estrenaba "Un efecto óptico", el nuevo largometraje del cineasta y dramaturgo Juan Cavestany ("Gente en sitios", "Esa sensación"), protagonizado por Carmen Machi y Pepón Nieto. La película, participante en las últimas ediciones de los festivales de San Sebastián y Sitges, se lanza primero en salas y luego en una plataforma española. "Se ha dado la circunstancia de que ahora como la gente no va al cine hay sitio para películas de este tamaño, en otras circunstancias la película habría ido a la plataforma y yo me hubiera dado por satisfecho con su estreno", afirma el cineasta madrileño en entrevista con NOTICINE.com.

- "Un efecto óptico" se puede concebir desde diferentes panorámicas según el espectador, que puede tomar las escenas como piezas sueltas de un puzzle e interpretarlas como quiera. Pero desde su visión como director, ¿de qué trata?
La película es una especie de meta película que comienza con algo tan cotidiano como es un viaje a una ciudad concebida como la ciudad del sueño, del cine, y las películas, por el imaginario colectivo, un viaje de evasión realizado por parte de unos personajes de Burgos que pretenden desconectar, disfrutar y reavivarse, y también trata de una relación de dos personas que están empezando a quedarse invisibles, como padres de 50 y tantos años. La cosa se complica y entra en el terreno de lo surreal y lo onírico, y luego empieza la repetición. En el fondo es una fábula sobre un viaje que parece que está previsto en una guía y luego aparecen sucesos surrealistas que juegan con el absurdo, y otras complicaciones, la mayor de ellas que termina por culminar esa experiencia de desconexión es uno mismo, que es lo que les impide hacer bien el viaje.  

- ¿De dónde le vino la idea de la película?
Yo viví muchos años en Nueva York siendo corresponsal, y me fijaba mucho en los turistas españoles porque me llamaban la atención, me parecían unos personajes claramente identificables, por su actitud y su ropa, y escribí un relato sobre turistas españoles allí. Convertí ese relato en un guion que intenté levantar hace bastantes años, y poco a poco fue mutando hasta convertirse en la película de ahora. Al final no deja de ser una observación y curiosidad por el personaje del turista como personaje arquetípico de un relato o cuento, y en la película son dos que parten con un objetivo a un escenario desconocido y que luego tienen que volver con algo (conocimiento, disfrute, etc.). Así que es una película sobre el turismo de alguna manera.

- "Un efecto óptico" está lejos de estar atada a las convenciones cinéfilas, demostrando que el cine es mucho más que un viaje externo a través de las pantallas ¿de dónde le nace hacer este tipo de cine?
Es algo que no puedo evitar, a veces se elige y a veces sale. Cuando se va al cine en parte la gente va a buscar lo que ya conoce, porque provoca cierta satisfacción con escenarios previsibles que nos apaciguan respecto a lo que somos, y a mí como espectador también me gusta ese cine clásico convencional hecho desde una estructura arquetípica y al mismo tiempo también me gusta el cine extremo y experimental. Pero al final a uno le sale lo que le ha salido, ya sea por gustos o por limitaciones. "Un efecto óptico" ha acabado siendo lo que es por muchas limitaciones de producción, ya que está hecha en muy poquito tiempo y muy pocas localizaciones.

-¿Qué aspectos técnicos le han supuesto un mayor desafío en cuanto al montaje de la película y el rodaje en exteriores?
Con esta película los desafíos los vi venir, y me preparé una producción que pudiera afrontar con poco dinero, medios y tiempos, pudiendo tocar todo lo que quería, cuidando las localizaciones mucho, aprovechándolas bien, e invirtiendo en iluminación cuando realmente hiciera falta… Era una película relativamente difícil de compartir con los actores, ya que tenía muchas cosas que yo no siempre les podía explicar, y había muchas cosas con las que me estaba armando de opciones para luego montar según lo que yo viera. En ese sentido el montaje fue todo un reto, porque el guion estaba muy cerrado, y como es una película que parece que tiene una estructura rota parecería que pudieran pasar muchas cosas. El rodaje duró mucho tiempo porque coincidió con el primer confinamiento y se alargó mucho.

- ¿Cómo fue su trabajo con Carmen Machi y Pepón Nieto?
Apenas les conocía, pero cuando les enseñé el guion les provocó estupefacción y curiosidad y se entusiasmaron, les apeteció mucho porque para ellos era algo distinto, muy alejado de lo que hacen siempre y muy imprevisible. Lo primero que hice fue intentar con ellos que nos relajáramos los tres al estar en ese espacio de extrañeza o rareza, que no fuera algo que nos bloqueara sino que nos divirtiera y que nos permitiera hablar y cuestionar. Se trataba de que hubiera mucha confianza y también hay algo de acto de fe por su parte alanzarse con el proyecto. Carmen era más lanzada ya que ha hecho más películas de distintos registros y Pepón es un tipo inquieto e inteligente que sabía donde se estaba metiendo. Era gracioso porque Carmen iba más a ciegas y Pepón necesitaba más seguridad, pero es muy de agradecer que las personas se lancen al proyecto, se tiren a una cama y se revuelquen y hagan esas rarezas por las calles. El rodaje fue muy divertido y creo que la película transmite esa especie de facilidad.

- ¿Qué nos puede decir sobre los guiños a otras películas en su cinta?
La película no tiene trampas ocultas, es bastante ingenua, y fácil, y trata sobre el cine también, llena de códigos comunes a distintos géneros e incluso a algunas películas en concreto. Está bien percibirlos, hay gente que lo ha visto casi todo y otros que se han quedado a medias. En el caso de las ovejas no había pensado que pudieran partir de "El silencio de los corderos", ya que a pesar de que casi no se les muestra en la película se habla de ellos, pero la oveja en "Un efecto óptico" viene de otro sitio, es un animal que tiene una simbología de la inocencia y un lamento casi humana, y se han usado mucho en el cine y la pintura, en las fábulas. Si hubiera una referencia que más hubiera pensado es Caperucita Roja, en la chica que se pierde, y en el lobo que la persigue.  

- ¿De qué cree que puede llegar a reflexionar el público al ver la película?
Una reflexión que me gustaría que dijeran es: "Jolin hay que ver las cosas que se pueden hacer todavía en las películas", quiero que sorprendan las ocurrencias, ya que los temas de la película son evidentes, el más concreto podría ser el del síndrome del nido vacío, el padre cuya hija se va de casa y se queda como cojo, y hay un miedo a la pérdida del hijo, a la incertidumbre, a lo desconocido, que se refleja también en el miedo a perderse en la ciudad. Pero son pinceladas de tipo emocional, la película no tiene una fórmula o tesis. Lo que puede ser llamativa es el haber hecho una pieza tan curiosa con capacidad de soltar la imaginación y de que la gente se ponga a pensar en los viajes que hace o incluso en la ciudad donde vive o que incluso nos fijemos por la calle por donde vamos porque yo voy andando por la calle muchas veces y no miro por donde voy, si está el Empire State ahí y no me entero.  

- ¿Tiene algún nuevo proyecto en marcha?
En junio, Álvaro Fernández Armero -con quien ya hice la serie "Vergüenza"- y yo comenzamos el rodaje de una nueva serie, que se llama "Sentimos las molestias", y está protagonizada por Antonio Resines y Miguel Rellan. Es una historia de dos amigos de 70 años, es una comedia nada que ver con "Un efecto óptico" ni con el cine autoral.

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