Hablamos con Miguel Gomes y Maureen Fazendeiro sobre el estreno de "Diarios de Otsoga"
- por © Alejandro Moreno-NOTICINE.com
Los cineastas Miguel Gomes y Maureen Fazendeiro, portugués y francesa respectivamente, han dirigido de forma conjunta su próximo estreno, "Diarios de Otsoga", que ya tuvo su première en Cannes el año pasado. El film veraniego fue rodado hace dos años, en plena pandemia y explora la convivencia de dos chicos y una chica instalados en una quinta (casa de campo), que se entregan al placer de la indolencia y al éxtasis del baile, construyen un invernadero para mariposas, se bañan en la piscina y observan un membrillo madurando al sol de Víctor Erice. Surgida como reacción al confinamiento, resulta una propuesta que, logra situarse en las antípodas luminosas de la idea del encierro.
- ¿Creen que la felicidad está en el campo?
Lo que queríamos era un sitio con espacio para hacer escenas de exterior. Queríamos una casa con un terreno alrededor para filmar y esa propiedad fue la única opción. La película no tenía gran presupuesto y quisimos filmar muy rápido, no pudimos intentar tener las ayudas del Instituto de Cine portugués, fue una inversión de los productores y también una participación de la televisión portuguesa, entonces no teníamos mucho dinero. Filipa, una de las productoras, tiene un tío que es propietario de esa casa. Nos dijo: "Bueno, yo tengo una casa con exterior como están pidiendo". Fuimos a visitar la casa y dijimos "ya está", es una propiedad cerca de Sintra, a 30 km de Lisboa. Queríamos filmar la naturaleza después de ese momento donde estábamos todos encerrados en nuestras casas pero tuvimos que filmar en esa lógica de confinamiento. Tuvimos que estar encerrados en la casa, pero la idea no era filmar el campo sino filmar algo que tuviese naturaleza, queríamos filmar personas, animales y árboles.
- ¿Coincidió el rodaje con el confinamiento?
El confinamiento fue un par de meses o tres antes de rodar. En Portugal empezó en marzo y a final de mayo terminó. En ese momento decidimos hacer un segundo confinamiento, un confinamiento alternativo para hacer la película. La filmamos en el verano de 2020, y en ese momento nadie filmaba en Portugal, todavía no había vacunas y todas las producciones estaban paradas. Yo tenía un par de proyectos, y Maureen también, eran imposibles de hacerse en aquel momento, con el contexto pandémico, entonces pensamos cuál era la que sí podría hacerse, con mucha urgencia, de manera improvisada. Al no tener guión, descubrimos durante la filmación que era una película sobre nuestra experiencia de estar juntos en esa casa, porque dormíamos todos allí, los actores y el equipo. Nuestra casa era el decorado de la película y o filmábamos o vivíamos, a veces las dos cosas se mezclaban.
- Entendieron ustedes a la naturaleza como un elemento que contrastaba con el confinamiento...
Sí, no sé si esta película es una película COVID o si es una reacción al contexto del COVID, poque sí queríamos tener elementos que nos faltaban en el verdadero confinamiento, como filmar exteriores y sobre todo estar juntos, porque en ese momento estábamos todos aislados, creo que la película es también sobre el placer de volver a estar juntos.
- ¿Cómo se dividieron el trabajo? ¿Cada uno llevaba un área determinada o se dividían el trabajo al 50%?
No hicimos una división de tareas en la película, Maureen y yo somos pareja en la vida real, así que fue muy natural. Una gran parte de hacer esta película fue imaginarla todos los días, filmábamos y al final del día de rodaje decidíamos lo que hacer el día siguiente. Pasábamos mucho tiempo juntos, hablando de lo que podría ser la película. Durante el rodaje, en la primera semana estábamos juntos, discutíamos y tomábamos decisiones en conjunto. No había división de tareas al filmar, pero a partir de la segunda semana todo cambió, por el tema del embarazo y del riesgo de que hubiese un nacimiento prematuro de nuestra hija. Entonces Maureen pasó otra especie de confinamiento, porque no podía caminar, tenía que quedarse la mayor parte del tiempo en la cama o en el sofá. Fue muy raro, porque a veces estábamos como treinta metros el uno del otro y hablábamos por Walkie-Talkie, ella miraba las imágenes en la pantalla del monitor de vídeo y fue muy raro, pero fue así.
- ¿En qué dirían que ha cambiado la pandemia al cine?
Esa es una pregunta con una respuesta muy compleja. La verdad es que creo que cambió mucho más de lo que imaginábamos al principio de la pandemia, y todavía hoy no tenemos una respuesta concreta. Mucha gente está optimista y piensa que se va a volver a las salas, pero pasó mucho tiempo, han cambiado los hábitos de consumo de cine y eso parece ya evidente. Para mí, la experiencia del cine pasa siempre por las salas. Me aburre mucho ver películas en la pantalla, durante la pandemia me costó mucho no poder mantener ese hábito de espectador de las salas de cine. Sí creo que algo está cambiando pero no tengo una respuesta para ello, yo creo que nadie la tiene.
- ¿Sienten a Portugal o Brasil como parte de la unidad del cine iberoamericano en el crecimiento que experimenta últimamente? ¿O creen que la diferencia de idioma les supone una barrera?
No sé, nunca he pensado mucho en eso, lo que pasa es que en Brasil se habla otro tipo de portugués, cuando una película portuguesa se ve en Brasil tienen que poner subtítulos, los portugueses entienden a los brasileños, pero estos no nos entienden a nosotros. Hay muchas razones, pero nosotros estamos acostumbrados por las telenovelas que pasaron masivamente por la televisión hace cuarenta años. Los portugueses somos tres millones, los brasileños son muchos más, entonces no están tan acostumbrados a escuchar portugués de Portugal. No lo entienden, por lo tanto no hay un mercado disponible. Pero es más complicado que el tema de la diferencia del portugués, Portugal tiene históricamente una producción de cine muy singular, precisamente por no tener otros países que hablan la lengua, o porque tienen hábitos culturales de ir al cine son diferentes. No hay tantas condiciones económicas para que las producciones portuguesas sean rentables, al contrario que en España, que tiene un mercado más disponible, en Portugal es chiquito. La producción portuguesa fue conceptualizada para hacer películas más personales porque no hay perspectiva de hacer dinero con las películas. No hay industria de cine en Portugal, la producción es muy escasa, no hay muchos títulos por año y la mayoría son producciones que no tienen ambición de rentabilidad. Cuando sabes que no vas a hacer mucho dinero hay una cosa buena, y es que puedes ofrecerte ese lujo de hacer cosas más personales. En el cine portugués todo, desde los grandes nombres del cine portugués, ya desaparecidos como Manoel de Oliveira y João César Monteiro, u otros que aún están vivos, como Pedro Costa o João Pedro Rodrigues, son todos muy distintos en lo que hacen pero coinciden en esa característica de hacer un cine muy personal, se les ve en el circuito más cinéfilo del mundo pero todos saben que no van a hacer un Blockbuster porque no hay una posibilidad económica.
- Siendo España y Portugal vecinos, ambos conocen mejor el cine francés que el del vecino de al lado ¿A qué creen que se debe esto?
Gomes: Bueno, Maureen es francesa, es su culpa.
Fazendeiro: La producción francesa es muy grande.
Gomes: Aquí llega la producción de todo el mundo, ahora menos porque desde la pandemia y los años de antes han desaparecido la mayoría de la salas de cine. Lo que pasa hoy, comparado con cómo era hace diez años, es que la situación es muy pobre. No sé cómo está la situación en España, pero aquí en Portugal las salas fueron desapareciendo de una manera muy rápida. Creo que en nuestros dos países, las salas están copadas mayoritariamente por cine americano. En cuanto a las producciones comerciales lo que pasa es que, cuando en España se hace una comedia popular, aquí aunque se hagan, nadie quiere verlas. En España vosotros tenéis vuestras comedias populares como producción para consumo interno, aquí lo que llega de fuera puede venir de España, de Francia, pero es un cine muy distinto, es algo resulta equivalente con el cine nacional, ese que no es exportable. Lo que es exportable son las grandes producciones, pero son las americanas. Entonces ves algo que es muy distintivo, que es exportable pero de una manera más chiquita.
Fazendeiro: Lo que pasa con Francia es que tiene una política de producción independiente diferente, una política de apoyo a la producción independiente muy fuerte, y en los demás países no es así.
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- ¿Creen que la felicidad está en el campo?
Lo que queríamos era un sitio con espacio para hacer escenas de exterior. Queríamos una casa con un terreno alrededor para filmar y esa propiedad fue la única opción. La película no tenía gran presupuesto y quisimos filmar muy rápido, no pudimos intentar tener las ayudas del Instituto de Cine portugués, fue una inversión de los productores y también una participación de la televisión portuguesa, entonces no teníamos mucho dinero. Filipa, una de las productoras, tiene un tío que es propietario de esa casa. Nos dijo: "Bueno, yo tengo una casa con exterior como están pidiendo". Fuimos a visitar la casa y dijimos "ya está", es una propiedad cerca de Sintra, a 30 km de Lisboa. Queríamos filmar la naturaleza después de ese momento donde estábamos todos encerrados en nuestras casas pero tuvimos que filmar en esa lógica de confinamiento. Tuvimos que estar encerrados en la casa, pero la idea no era filmar el campo sino filmar algo que tuviese naturaleza, queríamos filmar personas, animales y árboles.
- ¿Coincidió el rodaje con el confinamiento?
El confinamiento fue un par de meses o tres antes de rodar. En Portugal empezó en marzo y a final de mayo terminó. En ese momento decidimos hacer un segundo confinamiento, un confinamiento alternativo para hacer la película. La filmamos en el verano de 2020, y en ese momento nadie filmaba en Portugal, todavía no había vacunas y todas las producciones estaban paradas. Yo tenía un par de proyectos, y Maureen también, eran imposibles de hacerse en aquel momento, con el contexto pandémico, entonces pensamos cuál era la que sí podría hacerse, con mucha urgencia, de manera improvisada. Al no tener guión, descubrimos durante la filmación que era una película sobre nuestra experiencia de estar juntos en esa casa, porque dormíamos todos allí, los actores y el equipo. Nuestra casa era el decorado de la película y o filmábamos o vivíamos, a veces las dos cosas se mezclaban.
- Entendieron ustedes a la naturaleza como un elemento que contrastaba con el confinamiento...
Sí, no sé si esta película es una película COVID o si es una reacción al contexto del COVID, poque sí queríamos tener elementos que nos faltaban en el verdadero confinamiento, como filmar exteriores y sobre todo estar juntos, porque en ese momento estábamos todos aislados, creo que la película es también sobre el placer de volver a estar juntos.
- ¿Cómo se dividieron el trabajo? ¿Cada uno llevaba un área determinada o se dividían el trabajo al 50%?
No hicimos una división de tareas en la película, Maureen y yo somos pareja en la vida real, así que fue muy natural. Una gran parte de hacer esta película fue imaginarla todos los días, filmábamos y al final del día de rodaje decidíamos lo que hacer el día siguiente. Pasábamos mucho tiempo juntos, hablando de lo que podría ser la película. Durante el rodaje, en la primera semana estábamos juntos, discutíamos y tomábamos decisiones en conjunto. No había división de tareas al filmar, pero a partir de la segunda semana todo cambió, por el tema del embarazo y del riesgo de que hubiese un nacimiento prematuro de nuestra hija. Entonces Maureen pasó otra especie de confinamiento, porque no podía caminar, tenía que quedarse la mayor parte del tiempo en la cama o en el sofá. Fue muy raro, porque a veces estábamos como treinta metros el uno del otro y hablábamos por Walkie-Talkie, ella miraba las imágenes en la pantalla del monitor de vídeo y fue muy raro, pero fue así.
- ¿En qué dirían que ha cambiado la pandemia al cine?
Esa es una pregunta con una respuesta muy compleja. La verdad es que creo que cambió mucho más de lo que imaginábamos al principio de la pandemia, y todavía hoy no tenemos una respuesta concreta. Mucha gente está optimista y piensa que se va a volver a las salas, pero pasó mucho tiempo, han cambiado los hábitos de consumo de cine y eso parece ya evidente. Para mí, la experiencia del cine pasa siempre por las salas. Me aburre mucho ver películas en la pantalla, durante la pandemia me costó mucho no poder mantener ese hábito de espectador de las salas de cine. Sí creo que algo está cambiando pero no tengo una respuesta para ello, yo creo que nadie la tiene.
- ¿Sienten a Portugal o Brasil como parte de la unidad del cine iberoamericano en el crecimiento que experimenta últimamente? ¿O creen que la diferencia de idioma les supone una barrera?
No sé, nunca he pensado mucho en eso, lo que pasa es que en Brasil se habla otro tipo de portugués, cuando una película portuguesa se ve en Brasil tienen que poner subtítulos, los portugueses entienden a los brasileños, pero estos no nos entienden a nosotros. Hay muchas razones, pero nosotros estamos acostumbrados por las telenovelas que pasaron masivamente por la televisión hace cuarenta años. Los portugueses somos tres millones, los brasileños son muchos más, entonces no están tan acostumbrados a escuchar portugués de Portugal. No lo entienden, por lo tanto no hay un mercado disponible. Pero es más complicado que el tema de la diferencia del portugués, Portugal tiene históricamente una producción de cine muy singular, precisamente por no tener otros países que hablan la lengua, o porque tienen hábitos culturales de ir al cine son diferentes. No hay tantas condiciones económicas para que las producciones portuguesas sean rentables, al contrario que en España, que tiene un mercado más disponible, en Portugal es chiquito. La producción portuguesa fue conceptualizada para hacer películas más personales porque no hay perspectiva de hacer dinero con las películas. No hay industria de cine en Portugal, la producción es muy escasa, no hay muchos títulos por año y la mayoría son producciones que no tienen ambición de rentabilidad. Cuando sabes que no vas a hacer mucho dinero hay una cosa buena, y es que puedes ofrecerte ese lujo de hacer cosas más personales. En el cine portugués todo, desde los grandes nombres del cine portugués, ya desaparecidos como Manoel de Oliveira y João César Monteiro, u otros que aún están vivos, como Pedro Costa o João Pedro Rodrigues, son todos muy distintos en lo que hacen pero coinciden en esa característica de hacer un cine muy personal, se les ve en el circuito más cinéfilo del mundo pero todos saben que no van a hacer un Blockbuster porque no hay una posibilidad económica.
- Siendo España y Portugal vecinos, ambos conocen mejor el cine francés que el del vecino de al lado ¿A qué creen que se debe esto?
Gomes: Bueno, Maureen es francesa, es su culpa.
Fazendeiro: La producción francesa es muy grande.
Gomes: Aquí llega la producción de todo el mundo, ahora menos porque desde la pandemia y los años de antes han desaparecido la mayoría de la salas de cine. Lo que pasa hoy, comparado con cómo era hace diez años, es que la situación es muy pobre. No sé cómo está la situación en España, pero aquí en Portugal las salas fueron desapareciendo de una manera muy rápida. Creo que en nuestros dos países, las salas están copadas mayoritariamente por cine americano. En cuanto a las producciones comerciales lo que pasa es que, cuando en España se hace una comedia popular, aquí aunque se hagan, nadie quiere verlas. En España vosotros tenéis vuestras comedias populares como producción para consumo interno, aquí lo que llega de fuera puede venir de España, de Francia, pero es un cine muy distinto, es algo resulta equivalente con el cine nacional, ese que no es exportable. Lo que es exportable son las grandes producciones, pero son las americanas. Entonces ves algo que es muy distintivo, que es exportable pero de una manera más chiquita.
Fazendeiro: Lo que pasa con Francia es que tiene una política de producción independiente diferente, una política de apoyo a la producción independiente muy fuerte, y en los demás países no es así.
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