Hablan los directores del premiado estreno dominicano "Carajita"
- por © Alejandro Moreno-NOTICINE.com
Los directores, Silviana Schnicer y Ulises Porra, argentina y español respectivamente, en conversación con el portal Subjetiva, comentan los mecanismos que han hecho de "Carajita", su última película, acreedora a una amplia andadura en festivales. Ha sido una de las más premiadas en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, además de otros reconocimientos previos, y ya está en salas comerciales dominicanas, de su principal país productor.
"Carajita" ilustra las complejas relaciones entre una adolescente, Sarah, producto de una familia con dinero, y Yarisa, su niñera de toda la vida, relaciones que parecen trascender condiciones sociales. Estos frágiles vínculos se desestabilizan con la llegada de la hija biológica de Yarisa, a la que desatendió por estar ocupada con Sarah. Un accidente fatal determina un giro en el relato, que se convierte en un retrato preciso de las relaciones entre ricos y pobres, de la impunidad y sobre todo del lugar real que ocupa cada una de las clases sociales.
Tras codirigir "Tigre" hace cinco años, Schnicer y Porra presentan, con esta producción argentino-dominicana, un elenco liderado por las actrices protagonistas Cecile Van Welie y Magnolia Núñez.
Los cineastas plantean una historia que cuestiona, según afirmaba Porra, las relaciones entre "dos seres que se encuentran el uno al otro en el límite de dos mundos" y que a pesar de estar "esculpidas por sus circunstancias y por sus orígenes, de algún modo encuentran el afecto y la contención para definirse en este mundo". Para facilitar esta conversación, ambos directores entendieron que "el reto era que la pureza de la relación entre ambas debía impregnar el inicio de la película, ya que sería, precisamente, lo que se pondría en cuestión con los eventos subsiguientes", concluía el barcelonés.
Consideraba por su parte Schnicer complejo abarcar todos los temas que querían tratar sin caer en obviedades de panfleto. "Fue difícil", recordaba, confesando innegable que sus "convicciones políticas jugaron un papel importante en la elección de la premisa", a través de lo que navegaron para profundizar en "la humanidad de los personajes, en sus rasgos contradictorios y no resueltos", persiguiendo en la intimidad de los personajes la empatía y la compresión del público, afrontaban el proyecto con prudencia. Ha puesto énfasis la realizadora argentina en la edición, donde "saltaban constantemente situaciones donde la mirada seguía juzgando, por eso hicimos un ejercicio de poda constante".
El film es el resultado de la fusión de varios géneros. Porras confesaba a Subjetiva la inclusión de diferentes mecanismos de género, en el proceso de escritura, "porque nos permitían contar mejor la historia", un proceso en el que primaba la prudencia, pues de no ser así corría el riesgo de "contar un drama de naturaleza cruel, un pozo sin fondo donde cualquier matiz se hacía imposible", concluía. Sobre ello, la codirectora comentaba la decisión de separar en el espacio a Sarah y Yarisa, esto permitió abrir "la posibilidad de usar estos elementos de género, que nos permitían contar lo mismo de forma más sutil, más sensorial, más coral y política".
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"Carajita" ilustra las complejas relaciones entre una adolescente, Sarah, producto de una familia con dinero, y Yarisa, su niñera de toda la vida, relaciones que parecen trascender condiciones sociales. Estos frágiles vínculos se desestabilizan con la llegada de la hija biológica de Yarisa, a la que desatendió por estar ocupada con Sarah. Un accidente fatal determina un giro en el relato, que se convierte en un retrato preciso de las relaciones entre ricos y pobres, de la impunidad y sobre todo del lugar real que ocupa cada una de las clases sociales.
Tras codirigir "Tigre" hace cinco años, Schnicer y Porra presentan, con esta producción argentino-dominicana, un elenco liderado por las actrices protagonistas Cecile Van Welie y Magnolia Núñez.
Los cineastas plantean una historia que cuestiona, según afirmaba Porra, las relaciones entre "dos seres que se encuentran el uno al otro en el límite de dos mundos" y que a pesar de estar "esculpidas por sus circunstancias y por sus orígenes, de algún modo encuentran el afecto y la contención para definirse en este mundo". Para facilitar esta conversación, ambos directores entendieron que "el reto era que la pureza de la relación entre ambas debía impregnar el inicio de la película, ya que sería, precisamente, lo que se pondría en cuestión con los eventos subsiguientes", concluía el barcelonés.
Consideraba por su parte Schnicer complejo abarcar todos los temas que querían tratar sin caer en obviedades de panfleto. "Fue difícil", recordaba, confesando innegable que sus "convicciones políticas jugaron un papel importante en la elección de la premisa", a través de lo que navegaron para profundizar en "la humanidad de los personajes, en sus rasgos contradictorios y no resueltos", persiguiendo en la intimidad de los personajes la empatía y la compresión del público, afrontaban el proyecto con prudencia. Ha puesto énfasis la realizadora argentina en la edición, donde "saltaban constantemente situaciones donde la mirada seguía juzgando, por eso hicimos un ejercicio de poda constante".
El film es el resultado de la fusión de varios géneros. Porras confesaba a Subjetiva la inclusión de diferentes mecanismos de género, en el proceso de escritura, "porque nos permitían contar mejor la historia", un proceso en el que primaba la prudencia, pues de no ser así corría el riesgo de "contar un drama de naturaleza cruel, un pozo sin fondo donde cualquier matiz se hacía imposible", concluía. Sobre ello, la codirectora comentaba la decisión de separar en el espacio a Sarah y Yarisa, esto permitió abrir "la posibilidad de usar estos elementos de género, que nos permitían contar lo mismo de forma más sutil, más sensorial, más coral y política".
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