Carlota Pereda escribe sobre el estreno de "Cerdita"

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Carlota Pereda (izq.), en el rodaje de "Cerdita"
Carlota Pereda (izq.), en el rodaje de "Cerdita"
Por Carlota Pereda *

Todos tenemos miedo. Es una de las emociones primarias del ser humano, indispensable para la supervivencia. Un verano en Extremadura, una carretera desierta y el reencuentro de unas adolescentes no tendría por qué ser terrorífico, ¿verdad? Todo depende de nuestras expectativas.

Y de nuestra experiencia. Escribí "Cerdita" para hacer frente a mi miedo. Un miedo que surge de la vida real. De aquello que me hace sentir vulnerable. La violencia, la agresión sexual y, desde que soy madre, el bullying. Porque ser adolescente puede ser aterrador.

¿Por qué "Cerdita"?

"Cerdita" es la historia de una outsider que quiere encajar. Es terrorífico porque nos resulta cercano, real, porque muestra la adolescencia en su faceta más brutal. Creedme, si eres una adolescente obesa, la ansiedad social puede ser tan aterradora y paralizante como un asesinato.

"Cerdita" es la historia de Sara. Una historia que la mayoría hemos experimentado en un lado u otro de la ecuación. Todos hemos sido adolescentes, torpes, inconscientes, hemos evitado enfrentarnos a injusticias o hemos ocultado nuestra verdadera naturaleza para sentir que pertenecemos al grupo.

Como adolescente LGTB, crecí en el armario, ocultando mis verdaderos sentimientos, riendo con las bromas que me gastaban y sumándome a las bromas del grupo cuando las pullas no iban dirigidas a mí. Por pura supervivencia.

La historia de Sara se asemeja a la mía y la de cientos de adolescente acomplejados que sienten el peso de la familia y la sociedad como una losa que les impide ser quienes son. La diferencia es que Sara no tiene un armario en el que esconder su cuerpo, ni su culpa.

La indiferencia no existe en los pueblos. Allí todos se conocen. No puedes ser invisible. De ahí el dicho: pueblo pequeño, infierno grande.

"Cerdita" es una oda a lo diferente en todos los sentidos. También en lo moral. Sara no es delgada, no es cool, no es buena. Pero es humana y, en su humanidad, consigue aceptarse y ser libre. "Cerdita" también es una historia de redención. Porque si no rompemos el círculo de la violencia, esta se perpetuará para siempre.

El cine no puede cambiar el mundo, pero sí te ofrece la oportunidad de ver la vida desde otra perspectiva.

Decía Marcel Proust: "El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos". De eso se trata "Cerdita". Hemos visto mil veces el viaje del héroe y las "coming of age" de adolescentes enamoradas que descubren su sexualidad. Pero nunca hemos visto la historia de una chica como Sara, imperfecta, víctima de los perjuicios sobre su físico y el papel que le ha adjudicado el pueblo desde su nacimiento. Una chica que comete un error imperdonable que, sin necesidad de hacer concesiones a nadie, consigue entenderse y perdonarse para resurgir como la heroína de la historia.

"Cerdita" es un "coming of age", pero no se trata solo de un despertar sexual, como nos tienen acostumbradas este tipo de historias, en especial, si se tratan de protagonistas femeninas. Sara se enfrenta a sí misma, a sus monstruos interiores y a su deseo.

Me gusta el tema del "bad boyfriend". Hay algo que sucede cuando eres una adolescente, cuando el peso de perder la virginidad o de dar el primer beso hace que te fuercen y te fuerces en hacerlo cuanto antes. Que un tío muestre interés por ti hace que un coro de voces de amigos, que supuestamente quieren lo mejor para ti, poco menos que te lancen en sus brazos, forzando el "rite de passage".

Eso es justo lo que hace el narrador con el Desconocido, llevando de la mano al espectador, diciendo: este hombre sexy, misterioso (obeso, sí, celebremos los cuerpos, el sexo, toda la carne es sexual, es bella) te quiere, Sara, ha visto algo en ti. Ser deseada es suficiente. Pero le damos la vuelta al certificar al mismo tiempo que lo que ese hombre ha visto en Sara es justamente su pasividad, lo que le hace débil: su ira, sus complejos.

En todo lo que he escrito/dirigido me gusta devolver el poder a las víctimas. Ya sea a las supuestas rubias tontas de "Las rubias", a mi Sara o a la protagonista de "There will be monsters", enfrentándose a La Manada. Hay algo bello en el poder catártico de la ficción. Y también en este final de "Cerdita". Le devuelvo el poder a Sara, pero también su dignidad sin necesidad de hacerlo a costa de otras mujeres que, al fin y al cabo, han sido tan víctimas como ella. En este caso, Sara no restablece el orden, Sara lo devora.

Novel

"Cerdita" es mi primera película. Es la historia que siento más cercana, que late dentro de mí con más fuerza, en una localización que conozco y entiendo y que resuena con verdad. Es una película ambiciosa en lo artístico, sí, pero me he sentido con toda la comodidad de más de 20 años de profesión en mis espaldas.

Como decía David Lean: "Las buenas películas solo pueden hacerse con un equipo de maníacos obsesivos". Ha sido maravilloso poder compartir con ellos esta experiencia, sentirme acompañada y haber hecho de algo que empezó como muy mío, algo nuestro, una experiencia única. Por si fuera poco, he podido trabajar con algunos de mis actrices y actores favoritos del mundo, Carmen Machi y Pilar Castro entre ellas. Una gozada.

Género

La mayoría de las películas de terror se basan en nuestro miedo al otro y a lo extraño. En "Cerdita", ese otro somos nosotros mismos. Ese miedo a no encajar que es inherente a la adolescencia y a los cuerpos no normativos.

En el terror, el espectador se contagia de los sentimientos de la protagonista, de nuestra Sara, lo que nos ayuda a poder crear una analogía entre el género y el mundo real. Te puede pasar a ti, le puede pasar a tus hijos. Aquí y ahora. Llamamos a la acción a través de la emoción.

La violencia es una constante en la sociedad y en el cine de género. La diferencia es el enfoque que queremos darle. La violencia como evidencia de nuestra fragilidad y detonante de nuestros miedos. Acicate para hacerles frente y superarlos. En el cine de género no suele haber dolor, no suele haber pérdida, ni culpa. Aquí ese dolor y esa pérdida es el centro de la acción. Todos los actos, todas las muertes tienen consecuencias, todas las víctimas tienen nombre, la familia sufre por ellas.

En "Cerdita" la muerte no es fácil. La violencia no es el fin, el fin es mostrar cómo convives con ese dolor y ese miedo. Nuestra historia rezuma violencia contenida, represión sexual y social, hasta que llegamos al clímax y esta violencia explota, catártica y liberadora. La fuerza de la catarsis.

Palabras finales

Cuando sentimos miedo, nos sentimos indefensos. Es una emoción pasiva que intenta retirarnos de lo que está pasando. Sara se define por su pasividad, por lo que no hace, al igual que nosotros nos definimos por lo que permitimos. Y esta no-acción nos define. Porque, como dice el gran maestro de terror actual, los monstruos no viven en los armarios, los monstruos esperan dentro de nosotros. Y, a veces, ganan.

(*): La española Carlota Pereda convirtió su multipremiado corto "Cerdita" en una película que también ha logrado importantes recompensas, la última esta semana en Sitges. Su opera prima llega a salas este fin de semana.

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