Ya en cines "La jauría", premiada película del colombiano Ramírez Pulido
- por © Corresponsal (Colombia)-NOTICINE.com
Este jueves debuta en salas colombianas "La jauría", opera prima de Andrés Ramírez Pulido, premiada el pasado mayo en la Semana de la Crítica de Cannes, un drama sobre la recuperación de jóvenes marginados. "La película está influenciada por mis cortos anteriores que estuvieron en Cannes y en Berlín. En todos estos proyectos hay un ancla: la reflexión sobre la figura paterna en la infancia y en la adolescencia y como transitamos ese abandono o ese amor que es lo que nos transmiten ellos", dijo el cineasta cachaco.
En un centro de rehabilitación experimental en medio de la selva, Eliú paga una sentencia por asesinato. Cuando su mejor amigo y cómplice es trasladado al mismo lugar, los jóvenes deberán reconstruir su crimen y enfrentar un pasado del que Eliú se quiere alejar. En medio de terapias y trabajos forzados, Eliú se enfrentará a la oscuridad de la naturaleza humana y tratará de escapar de la suya antes de que sea demasiado tarde.
El germen de "La jauría" nació de uno de los cortos previos del director. "Soy de Bogotá. Y cuando filmé en Sibaguez, una ciudad pequeña entre mi ciudad y Cali, empecé a conocer chicos y encontré como algo común el odio de ellos hacia la figura paterna. Todos me hablaban muy mal de su papa. Y yo con mi padre no tengo una relación de odio, pero si hay una semilla ahí. Mis cortos y esta película me ayudan a reflexionar sobre esto. Muchos de estos chicos tenían las mamás con el cuerpo tatuado con su nombre y ese es uno de los elementos importantes en los cortos. Fue la primera ecuación que encontré: un chico que odia a su papa y quiere matarlo. Pero por error mata a otro y luego siente la culpa y el odio hacia los que lo persiguen. El odio es una emoción humana que, depende de cómo la transitemos, nos puede llevar a tomar decisiones catastróficas. Por eso intente hacer un dialogo entre el perdón y el odio y como reconciliarse con eso", explicó Ramírez Pulido a NOTICINE.com.
Para el guionista y director, "En 'La Jauría' hay un tipo de exploración psicológica, energética y espiritual. Una de mis intenciones era no anclar la película a un hecho concreto histórico o geográfico de la violencia en Colombia, porque ya tenemos per se una historia grande sobre esta tragedia. La violencia está impregnada en todos los lugares, en nuestra cultura y en la naturaleza humana, obviamente. Quería alejarme precisamente de todo esto y realizar una historia de ficción. Así retrato Colombia, a través de estos jóvenes en una ciudad concreta, priorizando la ficción, con ciertos tintes de drama y creo que esto dialoga muy bien con la realidad colombiana sin nombrarla como tal. Es como crear un mundo paralelo. Abordamos temas como el perdón, la reconciliación, la culpa que ahora en mi país son temas también muy neurálgicos".
"Considero -añadió- que la violencia es como un ente, un espíritu que toma cuerpo de diferentes maneras y busca encarnarse en nosotros. Creo que hay algo de violencia en todos los seres humanos. Hay contextos sociales y culturales que son como un caldo de cultivo, de donde emergen muchas cosas. Me sucedió algo bonito en este proceso, cuando comencé a pensar en la película. A estos chicos no los conocí en la calle, sino en lugares similares al que yo retrato en el film, en donde se realizan procesos de desintoxicación de drogas, o pagan algún delito. Aquí no había barreras. Más bien nos hicimos amigos y empecé a ver la humanidad suya y la mía como un espejo donde se reflejan muchas cosas. Quise pararme ahí, con la humanidad de esos chicos frente a la mía. En un contexto violento como es la prisión, en Colombia y en Latinoamérica, si alguien cometió un delito van con todo a caerle. Pero no analizamos cual es la raíz de la violencia de cada uno de nosotros. Y la violencia que me interesaba explorar en la película era justo aquella generacional heredada, de la que sufrimos en la infancia y que nos marco. Como consecuencia, somos como animales salvajes que, para protegernos, hacemos daño a su vez, y es todo como un círculo. La idea era sacar al personaje principal de este círculo".
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En un centro de rehabilitación experimental en medio de la selva, Eliú paga una sentencia por asesinato. Cuando su mejor amigo y cómplice es trasladado al mismo lugar, los jóvenes deberán reconstruir su crimen y enfrentar un pasado del que Eliú se quiere alejar. En medio de terapias y trabajos forzados, Eliú se enfrentará a la oscuridad de la naturaleza humana y tratará de escapar de la suya antes de que sea demasiado tarde.
El germen de "La jauría" nació de uno de los cortos previos del director. "Soy de Bogotá. Y cuando filmé en Sibaguez, una ciudad pequeña entre mi ciudad y Cali, empecé a conocer chicos y encontré como algo común el odio de ellos hacia la figura paterna. Todos me hablaban muy mal de su papa. Y yo con mi padre no tengo una relación de odio, pero si hay una semilla ahí. Mis cortos y esta película me ayudan a reflexionar sobre esto. Muchos de estos chicos tenían las mamás con el cuerpo tatuado con su nombre y ese es uno de los elementos importantes en los cortos. Fue la primera ecuación que encontré: un chico que odia a su papa y quiere matarlo. Pero por error mata a otro y luego siente la culpa y el odio hacia los que lo persiguen. El odio es una emoción humana que, depende de cómo la transitemos, nos puede llevar a tomar decisiones catastróficas. Por eso intente hacer un dialogo entre el perdón y el odio y como reconciliarse con eso", explicó Ramírez Pulido a NOTICINE.com.
Para el guionista y director, "En 'La Jauría' hay un tipo de exploración psicológica, energética y espiritual. Una de mis intenciones era no anclar la película a un hecho concreto histórico o geográfico de la violencia en Colombia, porque ya tenemos per se una historia grande sobre esta tragedia. La violencia está impregnada en todos los lugares, en nuestra cultura y en la naturaleza humana, obviamente. Quería alejarme precisamente de todo esto y realizar una historia de ficción. Así retrato Colombia, a través de estos jóvenes en una ciudad concreta, priorizando la ficción, con ciertos tintes de drama y creo que esto dialoga muy bien con la realidad colombiana sin nombrarla como tal. Es como crear un mundo paralelo. Abordamos temas como el perdón, la reconciliación, la culpa que ahora en mi país son temas también muy neurálgicos".
"Considero -añadió- que la violencia es como un ente, un espíritu que toma cuerpo de diferentes maneras y busca encarnarse en nosotros. Creo que hay algo de violencia en todos los seres humanos. Hay contextos sociales y culturales que son como un caldo de cultivo, de donde emergen muchas cosas. Me sucedió algo bonito en este proceso, cuando comencé a pensar en la película. A estos chicos no los conocí en la calle, sino en lugares similares al que yo retrato en el film, en donde se realizan procesos de desintoxicación de drogas, o pagan algún delito. Aquí no había barreras. Más bien nos hicimos amigos y empecé a ver la humanidad suya y la mía como un espejo donde se reflejan muchas cosas. Quise pararme ahí, con la humanidad de esos chicos frente a la mía. En un contexto violento como es la prisión, en Colombia y en Latinoamérica, si alguien cometió un delito van con todo a caerle. Pero no analizamos cual es la raíz de la violencia de cada uno de nosotros. Y la violencia que me interesaba explorar en la película era justo aquella generacional heredada, de la que sufrimos en la infancia y que nos marco. Como consecuencia, somos como animales salvajes que, para protegernos, hacemos daño a su vez, y es todo como un círculo. La idea era sacar al personaje principal de este círculo".
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