Elena Martín escribe sobre "Creatura", que llega a las salas tras pasar por Cannes
- por © NOTICINE.com
Por Elena Martín *
"Creatura" es la historia de una mujer que intenta reconciliarse con su cuerpo y su deseo. Todo surgió de una investigación junto a una terapeuta que me ayudó a entender la relación entre el despertar sexual y el carácter, entre el deseo y el desarrollo intelectual. Entendí que había dos despertares sexuales: el que tiene lugar entre los tres y los seis años, y el que acontece en la adolescencia con la llegada de la fertilidad. Entre uno y otro existe la llamada latencia, una especie de represión que hace que nuestros impulsos queden dormidos por los condicionantes culturales. Ese fue el punto de partida de la película.
La película aborda temas que me interesan mucho y que me afectan, pero no es una película que responda a un impulso autobiográfico. Habla de mí y recoge algunos de mis recuerdos y experiencias, pero también los de muchas otras personas. Junto a mi coguionista, Clara Roquet, entrevistamos a mujeres y también a algunos hombres para que nos hablaran de su educación sexual, de sus primeras veces y de sus primeras masturbaciones. A partir del material recopilado, escribimos el guion. Estructuramos la película en tres secuencias: los cinco años, los 15 y los 30.
Una de las cosas que descubrí es que casi nadie tiene una sexualidad sana. Los que la han alcanzado son minoría, y lo han logrado después de un largo trabajo sobre sí mismos, de una deconstrucción.
Por mucho que las revoluciones sexuales nos hayan desacomplejado en nuestra relación con el sexo y que nos sintamos más libres en el terreno sexual que nuestros padres, las restricciones ya no parecen tan evidentes, lo que no significa que no las haya.
Que existan más imágenes sexuales no significa que entendamos mejor lo que es el deseo. Son dos cosas distintas. En materia de deseo, no estamos tan lejos de nuestros padres ni de nuestros abuelos. El deseo no es algo con lo que la cultura occidental nos enseñe a conectar. Las leyes patriarcales no dejan espacio a la conexión con el placer. Se valora el placer como un factor reproductivo, propio de las dinámicas de poder o de los juegos de seducción, pero no como algo vital.
Los actores
En esta película había muchos retos, muchos frentes abiertos y muy poco tiempo de rodaje. Es una película muy íntima, y para mí, el trabajo con los actores es muy importante. Y, a la vez, es una película que estéticamente intenta no quedarse en el costumbrismo puro, sino que también explora la subjetividad y el recuerdo.
Fue muy importante contar con un periodo de ensayos con los actores, sobre todo con las actrices que hacen de Mila, la adolescente y la niña, y también con Oriol Pla, que interpreta a mi pareja. Con las niñas, trabajamos con coordinadoras de intimidad. El equipo, mayoritariamente femenino, estaba totalmente concienciado. También teníamos el acompañamiento de sus madres y padres. Para mí era importante que todos los actores tuvieran acceso al guion y supieran lo que estábamos contando. Con Mila Borràs, que interpreta a Mila de niña, trabajamos desde el juego, pero también le explicamos lo que íbamos a hacer en su lenguaje, para que lo entendiera. Mi mayor decisión como directora fue cuidar mucho al equipo, intentar que la gente confiara en sí misma y en lo que estaba haciendo, cuidar emocionalmente a los demás y permitir a la gente crear. Para eso nos dedicamos a esto.
Es muy habitual ver en las películas sobre el despertar sexual a jóvenes enfrentadas a un entorno religioso y practicante. En cambio, Clara Roquet y yo queríamos hablar de los llamados progres, de esa izquierda que, todavía hoy, parece muy retrasada en cuestiones como el feminismo o la relación con la sexualidad. Nuestros padres abrieron camino a muchas cosas, y gracias a ellos hemos crecido con una gran apertura de miras en ciertos aspectos. Pero también es una generación que tuvo una relación muy conflictiva con la liberación de las mujeres. Existía el feminismo desde hace mucho tiempo, pero todavía no estaba en boca de nuestros padres. Cuando procedes de un entorno como este, más afable que represivo, tardas mucho más en matar a los padres. Llega un momento en que te das cuenta de que no estás de acuerdo con ellos en muchas cosas, aunque de entrada no te pareciera tan evidente. Es un proceso más lento que para quienes crecen en un entorno más abiertamente conservador.
(*): "Creatura", que se estrena este viernes en cines españoles, es la segunda película de Elena Martín. Ella misma la protagoniza -al lado de Clàudia Dalmau, Mila Borràs, Oriol Pla, Alex Brendemühl y Clara Segura- además de realizarla y coescribirla. Se lanzó el pasado mayo en la Quincena de los Realizadores de Cannes. Narra la historia de Mila y su pareja, que se mudan juntos a un pueblo de la Costa Brava. Tras una primera discusión Mila empieza a advertir que la pérdida de su deseo proviene de un lugar profundo y lejano pero propio. Sola en su casa familiar de veraneo, ella revive algunas de las experiencias de su infancia y adolescencia; recuerdos que la ayudarán a entender el origen de su bloqueo para así poder ser capaz de reconciliarse con su propio cuerpo.
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"Creatura" es la historia de una mujer que intenta reconciliarse con su cuerpo y su deseo. Todo surgió de una investigación junto a una terapeuta que me ayudó a entender la relación entre el despertar sexual y el carácter, entre el deseo y el desarrollo intelectual. Entendí que había dos despertares sexuales: el que tiene lugar entre los tres y los seis años, y el que acontece en la adolescencia con la llegada de la fertilidad. Entre uno y otro existe la llamada latencia, una especie de represión que hace que nuestros impulsos queden dormidos por los condicionantes culturales. Ese fue el punto de partida de la película.
La película aborda temas que me interesan mucho y que me afectan, pero no es una película que responda a un impulso autobiográfico. Habla de mí y recoge algunos de mis recuerdos y experiencias, pero también los de muchas otras personas. Junto a mi coguionista, Clara Roquet, entrevistamos a mujeres y también a algunos hombres para que nos hablaran de su educación sexual, de sus primeras veces y de sus primeras masturbaciones. A partir del material recopilado, escribimos el guion. Estructuramos la película en tres secuencias: los cinco años, los 15 y los 30.
Una de las cosas que descubrí es que casi nadie tiene una sexualidad sana. Los que la han alcanzado son minoría, y lo han logrado después de un largo trabajo sobre sí mismos, de una deconstrucción.
Por mucho que las revoluciones sexuales nos hayan desacomplejado en nuestra relación con el sexo y que nos sintamos más libres en el terreno sexual que nuestros padres, las restricciones ya no parecen tan evidentes, lo que no significa que no las haya.
Que existan más imágenes sexuales no significa que entendamos mejor lo que es el deseo. Son dos cosas distintas. En materia de deseo, no estamos tan lejos de nuestros padres ni de nuestros abuelos. El deseo no es algo con lo que la cultura occidental nos enseñe a conectar. Las leyes patriarcales no dejan espacio a la conexión con el placer. Se valora el placer como un factor reproductivo, propio de las dinámicas de poder o de los juegos de seducción, pero no como algo vital.
Los actores
En esta película había muchos retos, muchos frentes abiertos y muy poco tiempo de rodaje. Es una película muy íntima, y para mí, el trabajo con los actores es muy importante. Y, a la vez, es una película que estéticamente intenta no quedarse en el costumbrismo puro, sino que también explora la subjetividad y el recuerdo.
Fue muy importante contar con un periodo de ensayos con los actores, sobre todo con las actrices que hacen de Mila, la adolescente y la niña, y también con Oriol Pla, que interpreta a mi pareja. Con las niñas, trabajamos con coordinadoras de intimidad. El equipo, mayoritariamente femenino, estaba totalmente concienciado. También teníamos el acompañamiento de sus madres y padres. Para mí era importante que todos los actores tuvieran acceso al guion y supieran lo que estábamos contando. Con Mila Borràs, que interpreta a Mila de niña, trabajamos desde el juego, pero también le explicamos lo que íbamos a hacer en su lenguaje, para que lo entendiera. Mi mayor decisión como directora fue cuidar mucho al equipo, intentar que la gente confiara en sí misma y en lo que estaba haciendo, cuidar emocionalmente a los demás y permitir a la gente crear. Para eso nos dedicamos a esto.
Es muy habitual ver en las películas sobre el despertar sexual a jóvenes enfrentadas a un entorno religioso y practicante. En cambio, Clara Roquet y yo queríamos hablar de los llamados progres, de esa izquierda que, todavía hoy, parece muy retrasada en cuestiones como el feminismo o la relación con la sexualidad. Nuestros padres abrieron camino a muchas cosas, y gracias a ellos hemos crecido con una gran apertura de miras en ciertos aspectos. Pero también es una generación que tuvo una relación muy conflictiva con la liberación de las mujeres. Existía el feminismo desde hace mucho tiempo, pero todavía no estaba en boca de nuestros padres. Cuando procedes de un entorno como este, más afable que represivo, tardas mucho más en matar a los padres. Llega un momento en que te das cuenta de que no estás de acuerdo con ellos en muchas cosas, aunque de entrada no te pareciera tan evidente. Es un proceso más lento que para quienes crecen en un entorno más abiertamente conservador.
(*): "Creatura", que se estrena este viernes en cines españoles, es la segunda película de Elena Martín. Ella misma la protagoniza -al lado de Clàudia Dalmau, Mila Borràs, Oriol Pla, Alex Brendemühl y Clara Segura- además de realizarla y coescribirla. Se lanzó el pasado mayo en la Quincena de los Realizadores de Cannes. Narra la historia de Mila y su pareja, que se mudan juntos a un pueblo de la Costa Brava. Tras una primera discusión Mila empieza a advertir que la pérdida de su deseo proviene de un lugar profundo y lejano pero propio. Sola en su casa familiar de veraneo, ella revive algunas de las experiencias de su infancia y adolescencia; recuerdos que la ayudarán a entender el origen de su bloqueo para así poder ser capaz de reconciliarse con su propio cuerpo.
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