Fernando Trueba escribe sobre el estreno de "Isla perdida"

por © Bteam Pictures-NOTICINE.com
"Isla perdida" y Trueba
"Isla perdida" y Trueba
Por Fernando Trueba *

Si tuviera que clasificar "Isla perdida" (Haunted Heart), etiquetarla, diría que es un suspense romántico. Es un género clásico donde los haya y cuyo gran maestro ha sido, sin duda, Alfred Hitchcock. Películas como "Rebeca" o "Sospecha" contribuyeron a fundar esa tipología donde el ser amado es también el origen del peligro, del miedo. Otros títulos de Hitchcock como "La sombra de una duda" o "Vértigo" podrían adscribirse al género. En la literatura William Irish (Cornell Woolrich) ha sido uno de sus más destacados maestros con obras clave como "Me casé con un muerto" o "Vals en la oscuridad", que daría lugar a "La sirena del Mississippi" de Truffaut. "El carnicero" de Claude Chabrol sería otra de las películas fundamentales.

El cine negro clásico, con la creación de la figura de la femme fatale, es otra de las fuentes del género. Como ejemplo están "Perdición" (Double Indemnity) de Billy Wilder o "Retorno al pasado" (Out of the Past) de Maurice Tourneur.

En la literatura es preciso mencionar también a Patricia Highsmith, que con "Ese dulce mal" produjo una de sus mejores novelas (de un romanticismo exacerbado, llevado a extremos psicóticos). "Isla perdida" se sitúa en esta tradición. Participa del tema del ‘americano exiliado’ (en este caso, escondido) en Europa, tan habitual en las obras de la Highsmith a las que esta película rinde tributo (sin ser en ningún momento una adaptación, ni abierta ni disfrazada). Lo que nos interesa en el estilo Highsmith es la creación de una atmósfera. El construir una historia que, desde el realismo inicial, se desliza lenta pero inexorablemente hasta el trágico final.



El film está construido en tres actos que corresponden cada uno a una estación: verano, otoño e invierno. Al igual que la luz, el color va cambiando, y la historia y el tono también lo hacen: del luminoso mediterráneo del comienzo hasta el clima invernal de terror casi gótico del final, va evolucionando en paralelo con la intriga y el estado de ánimo de los personajes.

Creo que nunca he tenido tan clara una película en mi cabeza desde el punto de vista plástico, de la luz, el color. Y donde estos elementos formarán parte integrante de la propia historia. El primer acto empieza en una Grecia casi tópica, idealizada, pero real, para ir lentamente erosionando esta visión idílica, saboteándola, para finalmente dinamitarla cuando la historia, que ha ido oscureciéndose progresivamente, alcanza el clima de terror del final.

Desde el punto de vista de los personajes, el desafío es que la historia de amor no desaparezca en ningún momento. Se trata de una película romántica hasta sus últimas consecuencias.

(*): Fernando Trueba, ganador del Oscar por "Belle Epoque" es uno de los más exitosos cineastas españoles, desde "Opera prima" (1980), un soplo de aire fresco en un país en transición de la dictadura a la democracia. El madrileño, que ha combinado desde el principio documental, animación y ficción, drama y comedia, ha  obtenido con este último género sus mayores glorias, pero ahora -tras la animada "Dispararon al pianista" (2023) y el drama real colombiano "El olvido que seremos", regresa a los cines con el drama romántico y negro "Isla perdida", que protagonizan Matt Dillon y Aída Folch.

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