Cine para el cambio social en el Festival de la Presencia Autóctona de Montreal
- por © María Gómez Bravo (Montreal)-NOTICINE.com
En la antesala de la celebración del Foro Social Mundial aquí en Montreal, resulta significativo cómo el cambio se convierte en uno de los motores principales que impulsan la producción cinematográfica internacional que acoge la 26ª edición del Festival de la Presencia Autóctona. En la selección de obras de este año, llegados al ecuador de la muestra, destaca ese hilo conductor que pone la celebración de la diversidad y la reconciliación en el punto de partida de la construcción de un presente y, sobre todo, de cara a un futuro mejor. Un cambio que tiene la base en la aceptación de la identidad y en la proclamación de esa identidad como parte indisoluble de la herencia y de la riqueza de los países.
La multiculturalidad de la ciudad canadiense se convierte en escenario también de esa diversidad que proclaman los autores indígenas en los cerca de 70 filmes que se proyectan estos días. Ejemplo de la importancia de la producción indígena es la incorporación de secciones específicas, impensables hace unos años, en las grandes citas cinematográficas como la Berlinale con el programa NATIVe. Precisamente desde Berlín aterriza en el auditorio de la Universidad de Concordia, una de las sedes del Festival de la Presencia Autóctona, la producción venezolana "Dauna. Lo que lleva el río", firmada por Mario Crespo, en la que resulta ser la primera película venezolana en idioma warao, que lleva recogidos ya numerosos galardones y que hizo la puesta de largo en la 65ª edición del Festival Internacional de Cine de Berlín. Dauna expone ante el espectador la dicotomía entre la cultura ancestral y las inquietudes que vienen de la mano de la educación, el contacto con lo de fuera y las propias necesidades humanas. Problemas que no vienen dados por la amenaza externa sino por las propias dificultades que para algunos autóctonos entrañan las propias tradiciones. Este conflicto es el que narra Crespo en un portentoso filme documental de ficción que viene a reclamar la necesidad de plantear ese cambio desde el descubrimiento de la diferencia y cómo reconciliar esa diferencia con la identidad cultural.
La cuestión de la reconciliación, reducir el abismo que a veces anida entre la herencia indígena y la realidad actual, es un tema recurrente en el enfoque cinematográfico de la selección de producciones de la muestra montrealesa. Reconciliación y también cine de denuncia, de plantear otros caminos posibles integradores. En el documental encuentran sobre todo los autores también el canal de conducir ese cambio social y de dar visibilidad a iniciativas importantes que se están produciendo en el entorno de los pueblos autóctonos. En el conmovedor trabajo de Rebeka Tabobondung, "The Spirit of birth", se invita al espectador a vivir la experiencia de vida de una mujer indígena y su necesidad de recuperar el legado de su cultura en el momento de dar a luz. Después del colonialismo y de silenciar las prácticas de las "dadoras de vida", la iniciativa piloto del Birth Centre de Toronto revitaliza el conocimiento tradicional permitiendo a las mujeres dar a luz siguiendo sus necesidades espirituales y tradicionales en un entorno clínico seguro. Un emotivo viaje de la cinta de Tabobondung con una interesante reflexión sobre la convivencia cultural.
Quizás sea esta convivencia el medio de salvar las distancias con un pasado doloroso, a través del conocimiento y el reconocimiento, de la memoria histórica para aceptar y para construir sobre una base de respeto, dignificando a los protagonistas de la historia y encontrando también esas respuestas o al menos el soporte a esas heridas. Así se han presentado varias producciones como los documentales "This River", canadiense, o "The Ride", francés. En "This River", Erika McPherson pone delante de la cámara la cuestión de las desapariciones y asesinatos de mujeres indígenas, un tema espinoso y que pone en tela de juicio la actuación de las autoridades, acompañando el trabajo voluntario de una flotilla llamada "Drag The Red" (DTR) que rastrea el río en busca de amigos y familiares desaparecidos.
En "The Ride" el ejercicio de Stéphanie Gillard sorprende por la calidad fotográfica, un documental que comparte las reflexiones, emociones y pensamientos de un grupo de jóvenes Lakota al contemplar la historia de sus antepasados. Un recorrido conmemorativo de la masacre de Wounded Knee que se viene realizando desde 1986 donde los jóvenes parten a caballo siguiendo su guía y en donde Gillard nos hace partícipes de esa aventura, de esa lección de historia.
Como dicen los de Teatro Trono, "rememorando limpiamos y dignificamos esa historia". Esa es la historia base de una de los documentales más inspiradores de la muestra, "Movimientos Espectaculares", producción boliviana bajo la dirección de Mateo Hinojosa sobre un guión que se trabajó de manera colectiva y que se realizó con el apoyo también de crowdfunding. El Alto, en el Departamento de La Paz (Bolivia), representa la población indígena más grande de América. La marcha a la ciudad de los pobladores autóctonos se tradujo en una tensión contenida que estalla en la llamada Guerra del Gas en el año 2003. La transición a un nuevo gobierno, el silencio de las autoridades sobre los hechos acontecidos y la falta de compensación a las víctimas es el revulsivo de una de las obras del grupo teatral Teatro Trono. En el documental sirve de ejemplo e inspiración de comunicación participativa para el cambio social, llevando al espectador con la compañía en su gira, haciéndole casi protagonista junto con los propios actores. Esa capacidad de Hinojosa de transmitir el proceso transformador de las nuevas generaciones que se cuestionan esa historia y que necesitan conocerla, sentirla y contarla para crear esa conciencia social y evitar que esos acontecimientos se vuelvan a repetir. Una muestra de cómo se rompen los esquemas, las diferencias entre actor, director, público e incluso, sala, como el teatro se salta las barreras y cómo emociona a través del proceso propio de aprendizaje.
Voces generacionales, muchas voces que se alzan sobre el racismo, sobre la necesidad de conservar la tradición, de rescatar las lenguas que se pierden, sobre la integración de los pueblos autóctonos, sobre la igualdad y el respeto. Voces que claman desde las salas de proyección del Festival de la Presencia Autóctona cuya selección cinematográfica aún tiene mucho por enseñar y enseñarnos.
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La multiculturalidad de la ciudad canadiense se convierte en escenario también de esa diversidad que proclaman los autores indígenas en los cerca de 70 filmes que se proyectan estos días. Ejemplo de la importancia de la producción indígena es la incorporación de secciones específicas, impensables hace unos años, en las grandes citas cinematográficas como la Berlinale con el programa NATIVe. Precisamente desde Berlín aterriza en el auditorio de la Universidad de Concordia, una de las sedes del Festival de la Presencia Autóctona, la producción venezolana "Dauna. Lo que lleva el río", firmada por Mario Crespo, en la que resulta ser la primera película venezolana en idioma warao, que lleva recogidos ya numerosos galardones y que hizo la puesta de largo en la 65ª edición del Festival Internacional de Cine de Berlín. Dauna expone ante el espectador la dicotomía entre la cultura ancestral y las inquietudes que vienen de la mano de la educación, el contacto con lo de fuera y las propias necesidades humanas. Problemas que no vienen dados por la amenaza externa sino por las propias dificultades que para algunos autóctonos entrañan las propias tradiciones. Este conflicto es el que narra Crespo en un portentoso filme documental de ficción que viene a reclamar la necesidad de plantear ese cambio desde el descubrimiento de la diferencia y cómo reconciliar esa diferencia con la identidad cultural.
La cuestión de la reconciliación, reducir el abismo que a veces anida entre la herencia indígena y la realidad actual, es un tema recurrente en el enfoque cinematográfico de la selección de producciones de la muestra montrealesa. Reconciliación y también cine de denuncia, de plantear otros caminos posibles integradores. En el documental encuentran sobre todo los autores también el canal de conducir ese cambio social y de dar visibilidad a iniciativas importantes que se están produciendo en el entorno de los pueblos autóctonos. En el conmovedor trabajo de Rebeka Tabobondung, "The Spirit of birth", se invita al espectador a vivir la experiencia de vida de una mujer indígena y su necesidad de recuperar el legado de su cultura en el momento de dar a luz. Después del colonialismo y de silenciar las prácticas de las "dadoras de vida", la iniciativa piloto del Birth Centre de Toronto revitaliza el conocimiento tradicional permitiendo a las mujeres dar a luz siguiendo sus necesidades espirituales y tradicionales en un entorno clínico seguro. Un emotivo viaje de la cinta de Tabobondung con una interesante reflexión sobre la convivencia cultural.
Quizás sea esta convivencia el medio de salvar las distancias con un pasado doloroso, a través del conocimiento y el reconocimiento, de la memoria histórica para aceptar y para construir sobre una base de respeto, dignificando a los protagonistas de la historia y encontrando también esas respuestas o al menos el soporte a esas heridas. Así se han presentado varias producciones como los documentales "This River", canadiense, o "The Ride", francés. En "This River", Erika McPherson pone delante de la cámara la cuestión de las desapariciones y asesinatos de mujeres indígenas, un tema espinoso y que pone en tela de juicio la actuación de las autoridades, acompañando el trabajo voluntario de una flotilla llamada "Drag The Red" (DTR) que rastrea el río en busca de amigos y familiares desaparecidos.
En "The Ride" el ejercicio de Stéphanie Gillard sorprende por la calidad fotográfica, un documental que comparte las reflexiones, emociones y pensamientos de un grupo de jóvenes Lakota al contemplar la historia de sus antepasados. Un recorrido conmemorativo de la masacre de Wounded Knee que se viene realizando desde 1986 donde los jóvenes parten a caballo siguiendo su guía y en donde Gillard nos hace partícipes de esa aventura, de esa lección de historia.
Como dicen los de Teatro Trono, "rememorando limpiamos y dignificamos esa historia". Esa es la historia base de una de los documentales más inspiradores de la muestra, "Movimientos Espectaculares", producción boliviana bajo la dirección de Mateo Hinojosa sobre un guión que se trabajó de manera colectiva y que se realizó con el apoyo también de crowdfunding. El Alto, en el Departamento de La Paz (Bolivia), representa la población indígena más grande de América. La marcha a la ciudad de los pobladores autóctonos se tradujo en una tensión contenida que estalla en la llamada Guerra del Gas en el año 2003. La transición a un nuevo gobierno, el silencio de las autoridades sobre los hechos acontecidos y la falta de compensación a las víctimas es el revulsivo de una de las obras del grupo teatral Teatro Trono. En el documental sirve de ejemplo e inspiración de comunicación participativa para el cambio social, llevando al espectador con la compañía en su gira, haciéndole casi protagonista junto con los propios actores. Esa capacidad de Hinojosa de transmitir el proceso transformador de las nuevas generaciones que se cuestionan esa historia y que necesitan conocerla, sentirla y contarla para crear esa conciencia social y evitar que esos acontecimientos se vuelvan a repetir. Una muestra de cómo se rompen los esquemas, las diferencias entre actor, director, público e incluso, sala, como el teatro se salta las barreras y cómo emociona a través del proceso propio de aprendizaje.
Voces generacionales, muchas voces que se alzan sobre el racismo, sobre la necesidad de conservar la tradición, de rescatar las lenguas que se pierden, sobre la integración de los pueblos autóctonos, sobre la igualdad y el respeto. Voces que claman desde las salas de proyección del Festival de la Presencia Autóctona cuya selección cinematográfica aún tiene mucho por enseñar y enseñarnos.
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