Solidaridad y ancianidad en "Una casa lejos" de Mayra Bottero

por © Alvaro Juanas-NOTICINE.com
Mayra Bottero y su película
Mayra Bottero y su película
La cineasta argentina Mayra Bottero ("La Lluvia Es También No Verte") estrenó en su país la cinta "Una casa lejos", una historia sobre la soledad en la vejez y la marginalidad. La obra, que es la opera prima de la bonaerense al frente de un largometraje no documental, tardó más de un año en lanzarse por el deseo de sus realizadores de que se viera en las salas de cine, en vez de debutar en internet como lo han hecho muchas producciones desde el año pasado en la Argentina. La directora definió su obra como una narrativa que aborda "la solidaridad como gesto político".

El argumento, que la cineasta ha descrito a El Ciudadano como "una historia común y justamente por eso merece ser vista, para que nos refleje que la belleza está en los gestos cotidianos y sobre todo en los vínculos que sabemos cosechar y sostener", sigue a una profesora que sueña con jubilarse e irse a vivir al campo alejada del ajetreo de la ciudad. Todo va según lo previsto hasta que se da cuenta que su padre se ha enamorado de una chica de la calle y se está gastando los ahorros en ella. Esto lo único que conseguirá es que los dos se distancien y surjan disputas entre ambos. Para ello ha contado con un elenco formado por Valeria Correa ("La flor"), Stella Gallazi ("El amigo alemán"), Alicia Muxo ("La mujer sin cabeza") y Carlos Rikvin ("Campaña antiargentina").

Según ha contado Bottero, la historia está basada en una situación real pero con modificaciones para hacerla más acorde a un film: "Hace ya varios años la mamá de mi compañero, mi suegra Adriana, estaba muy aturdida por problemas con su padre. Una noche la llamaron para avisarle que lo habían visto perdido con un bebé en brazos. Esa imagen me quedó impregnada, me parecía propia de una película. Tiempo después comencé a escribir el guión, alejada de la historia real pero con algunas improntas sensoriales de lo que me había causado ser testigo, ya que sentía que lo que Francisco, el Rodo original, había hecho era una última gran picardía. Un hermoso acto de solidaridad que nadie entendía". Algo que espera que sea percibido por los espectadores.

En ella intenta reflexionar fundamentalmente sobre "la solidaridad como gesto transformador. Sobre todo, tenía la intención de alejar el concepto del marketing. En algún momento perdimos posesión de esa idea y se la adueñaron las empresas, las ONG empresariales, y cada vez que pensamos en la solidaridad lo sentimos falso". Una idea que cree que se acerca al concepto de sororidad en el feminismo, sin embargo, no quiere que esto condicione la forma de ver la película, al contrario, pretende "que no esté condicionada con lo que yo quería, me gustaría escuchar qué emociones produce la historia y cómo otras y otros se la apropian". Algo que trata de mostrar en uno de los temas que le interesan contar, como lo es la dura vida en la calle.

Para la directora era muy importante que se proyectase en las salas de cine, por lo que luchó hasta el final para que así fuese: "Gabriela Cueto -la productora- y yo soñamos ver la película en pantalla grande y nos lo merecemos. Ninguna de las dos tenía en el destino social hacer cine y lo logramos con mucha convicción. Queremos llegar a ese momento y lo sentimos como un triunfo de resistencia. Sé que puede sonar todo muy grandilocuente y hasta absurdo, pero de eso están hechas las ilusiones, ¿no?". No obstante, no está en contra del avance de las plataformas de streaming, siempre y cuando "Argentina sepa sacar ventaja a los grandes monopolios culturales y seamos por fin dueños de nuestra propia exhibición".

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