Cannes: Sorrentino y Winding, europeos en Hollywood
- por © E.E. (Cannes)-NOTICINE.com
Hollywood siempre ha sido un imán de cineastas, aparte de por el poder del billete verde por la fascinación que la meca del cine siempre ha despertado en ellos. En un mundo globalizado como el actual, las fronteras de la creación cinematográfica se confunden, los dólares bailan con los euros, y actores y directores de uno y otro lado del charco colaboran en armonía. Este viernes, dos aceptables cintas de directores europeos filmadas en Estados Unidos se han incorporado a la pugna por la Palma de Oro en su recta final, "Drive", del danés Nicolas Winding Refn, y "This must be the place", del italiano Paolo Sorrentino.
En el caso del primer film, sí estamos ante un proyecto íntegramente "gringo" (independiente, no de estudio), escrito por el iraní afincado en G.Bretaña Hossein Amini ("Las cuatro plumas", "Las alas de la paloma", "Jude"), y protagonizado por Ryan Gosling, Carey Mulligan, Christina Hendricks, Ron Perlman y Albert Brooks. Winding Refn ha sabido a la vez innovar o actualizar en lo estético títulos de décadas pasadas, cine de acción sobre perdedores de los bajos fondos confrontados a la redención del amor, en una trama no muy original, pero que el danés filma con brío.
Se trata "Drive" de un hábil conductor (Gosling), poco hablador, que se gana la vida legalmente como especialista de cine y por las noches como chófer al servicio de la mafia. Quien juega con fuego -ya se sabe- acaba quemándose, y el anónimo (no se nombra al personaje), pisa terreno pantanoso al enamorarse de una vecina casada con un presidiario, y acaba teniendo que implicarse en el mundo violento que pensaba era cosa de otros.
Por su parte, el italiano Paolo Sorrentino también rueda por vez primera en Estados Unidos (y en Irlanda), pero lo hace con capitales europeos. El proyecto de "This must be the place" nació precisamente aquí en Cannes tres años atrás, con el premio que el italiano se llevó por "Il divo", a la sazón otorgado por Sean Penn al frente del jurado. El astro norteamericano aprovechó la circunstancia para ponerse a disposición del realizador, sin condiciones, y éste le tomó la palabra. Escribió un guión y se lo llevó.
Así, ahora vemos al carismático Sean con un aspecto totalmente impensable (maquilladores y peluqueros debieron inspirarse en el líder de The Cure), gótico y con pelucón negro zaino. Hace de Cheyenne, un ex rockero más o menos retirado, que no lleva muy bien la pérdida de su antigua popularidad y a sus cincuenta años vive de rentas sumido en una crónica depresión. De ella le sacará la muerte de su padre, que le obligará a viajar a EEUU, donde descubrirá que el "viejo" falleció sin poder alcanzar su objetivo vital: vengarse del nazi que lo maltrató en un campo durante la II Guerra Mundial. No es difícil imaginar que en esa tarea "heredada", el cardado músico encontrará el motivo ideal para salir de su ostracismo.
Penn tiene dos películas en competencia, pero visiblemente sus favores van más por esta de Sorrentino. De "El árbol de la vida" ni quiso hablar en esta ocasión, a pesar de alguna pregunta al respecto, y el día de su rueda de prensa ni se dignó acompañar a Brad Pitt.
Tanto "Drive" como "This must be the place" tuvieron aceptables recepciones, especialmente la primera, pero de ahí a que tengan opciones de Palma... hay un buen trecho. Además, hoy el festival estaba más pendiente de la "resaca" del repudio oficial a Von Trier, quien -tras decir la víspera que todo tuvo su origen en una "provocación" periodística- no ha tenido problema en superar su miedo a la prensa para conceder algunas entrevistas y reiterar que le da un poco lo mismo, y que estaba claro que lo que dijo de Hitler y los judíos no era sino una broma fruto de su vitriólico sentido del humor. Pide disculpas pero asegura que le da lo mismo ser "persona non grata", y que desde luego no piensa retirar "Melancholia" de la competencia.
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