UNASUR Cine 2013: Deslumbra el legado de Leonardo Favio

por © José Romero Carrillo (San Juan)-NOTICINE.com
Leonardo Favio y Graciela Borges
Que las películas del maestro argentino Leonardo Favio daten de algunas décadas atrás no quiere decir que el espíritu de su cine sea cosa del pasado, y ojo que no me estoy refiriendo a su faceta de cantor popular que lo llevó a posicionarse en el imaginario de esta parte del continente. Apreciar en estupenda proyección siete de sus títulos en el Festival UNASUR Cine de San Juan, elevan el nivel de cualquier encuentro cinéfilo y es que Favio es tan moderno ahora como hace cuarenta años.

Esta era la oportunidad ideal para completar el par de títulos que aún no había podido ver: "Juan Moreira" (1973) y "Aniceto" (2008), juntos con ellos repasar en pantalla grande: "El romance del Aniceto y la Francisca" y "El dependiente", cuyo primer visionado no fue en las mejores condiciones. Ahora en el marco del UNASUR Cine, había surgido el espacio para el descubrimiento y el disfrute de una obra que aún no ha sido explorada en su total dimensión.

Uno no puede sentirse menos que extrañado si aprecia "El dependiente" junto a colegas de naciones vecinas que no tenían idea de la importancia capital -en la cinematografía latinoamericana- de una película como esta. Y que al terminar, tienen la certeza de haber presenciado la mejor película de este festival cuando aún faltan varias jornadas. "El dependiente" es una película que coquetea con el surrealismo, que quiebra atmósferas, y transita siniestra y circularmente con la represión como el triste flagelo del protagonista. Personajes que miran directamente a la cámara, cámara que se mueve endiabladamente y nos reta a pensar cómo fue posible se le haya ocurrido esto a un argentino allá por 1968. De allí que sea entendible la incomprensión que recibió en su momento.

Por otro lado, la presencia de Graciela Borges, motivó una entretenida charla con el público sanjuanino, y entre las muchas interrogantes, las que más me interesaban fluctuaban en relación a su relación y trabajo en el autor de "El dependiente". Lo difícil que resultó para los actores entender ese mundo extraño y muchas veces confuso que -sin embargo- Favio siempre tuvo claro, de cómo conoció a Favio cuando tenía solamente quince años en un set de filmación, de las anécdotas de cuando trabajaron en "Fin de fiesta" (1960) y "La terraza" (1963) y finalmente confesó que lloró desconsoladamente cuando se enteró de su muerte.

Puntualmente a su relación de trabajo de Favio, ella declaró: "Era extraordinario. Yo filmé con él "El dependiente", película que nadie vio cuando se estrenó. Ni siquiera mi mamá. Bajó de cartel a la semana y nunca cobramos un peso porque era en cooperativa (y la volveríamos a hacer cien veces cualquiera de nosotros). Unos meses antes de empezar a rodarla me dijo: "Quiero trabajar con vos, pero sos demasiado linda para el personaje. Tengo que afearte. Peinarte el pelo bien chato, bajarte las cejas". Me las quería hacer depilar, pero yo nunca acepté. Incluso, rechacé una película importantísima en Europa porque me querían hacer depilar las cejas. En "El dependiente", me las dejé pintar para abajo. Con esa película aprendí que uno hace buenos trabajos cuando "es" el personaje. Sus indicaciones fueron: "Trabajá con la incomodidad de esta mujer con el resto del mundo. Es mezquina. Fíjate cómo come, cómo se sienta, cómo mira torcido".

Graciela Borges, una de las pocas amigas que tuvo acceso a él en sus últimos tiempos, era también la protagonista que película que Leonardo Favio no pudo filmar: "El mantel de hule". Borges cuenta que se trababa de una historia casi autobiográfica de su vida en Luján de Cuyo y que su personaje era el de una mujer que él había conocido en una pensión. Ese era el premio que no llegó a recibir: el de estar y trabajar con el amigo que más ha amado, Leonardo Favio.