Colaboración: "Cinema Paradiso", tal y como la pensó Tornatore

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'Cinema Paradiso'
Por José Romero Carrillo

La película "Cinema Paradiso" del director italiano Giuseppe Tornatore, es considerado por muchos como un clásico del cine de las últimas décadas, debe mucho de esta fama a la explícita, y por muchos edulcorada, declaración de amor al cine. Reconozco que no había tenido oportunidad de ver esta película o mejor dicho, conscientemente la postergué, quizá por ese temor a que se traté de una cinta lacrimógena. El pasado sábado la cinta de Tornatore fue la encargada de inaugurar la décima edición del encuentro argentino-europeo Pantalla Pinamar, esto no sería mayor noticia si es que no se tratará de la versión original, el corte del director de 173 minutos que fue precisamente la que se proyectó en la sala 1 del Complejo Oasis. Un acontecimiento que era muy relevante para el contexto de un festival que buscar hermanar las cinematografía argentina con las del viejo mundo.

Hagamos un poco de historia, la "Cinema Paradiso" que conocíamos tenía ya una duración de 123 minutos, esa fue la que llegó a Latinoamerica y a todo el orbe, excepto Italia donde se estrenó primero con 155 minutos. Esta versión no tuvo una buena recepción en la taquilla, razón por la cual el productor Franco Cristaldi decidió recortar 32 minutos, quedando así la duración que es por todos conocida.

Quizá fue acertada esa decisión de no ver la película en su momento y en sus continuas repeticiones televisivas pues eso me permitió apreciar la película tal cual el cineasta la concibió antes de las consabidas presiones del productor.
Lo que se leía en la gacetilla de información era que en esta nueva versión incluía el segmento del gran amor de adolescente de Toto, que cuentan apenas se esbozaba en pocos más de dos horas que se distribuyó mundialmente.

Tras verla solo puedo más que afirmar que es injustificable ese recorte, ya que "Cinema Paradiso" en una cinta que emociona en buena ley, sin apelar, enfatizar o apuntar los dardos -sin descaro- hacia lo sentimental. Tornatore nos habla de la entrañable relación de Alfredo, el viejo proyeccionista del cine del pueblo y Totó, el pequeño que deslumbrado por la imagen proyectada en el ecran, busca conocer más de este curioso oficio.

Alfredo, a cargo de un extraordinario Phillipe Noiret y la relación entrañable que sostiene con el pequeño Salvatore Di Vita, más conocido como Toto que es encarnada por tres actores en los diferentes estadios de la vida: de niño por Salvatore Cascio, de adolescente por Marco Leonardi (que pudimos ver posteriomente en la cinta del mexicano Alfonso Arau "Como agua para chocolate") y el Toto maduro estuvo a cargo de Jacques Perrin, que fue el más sacrificado tras esta drástica reducción. El tono elegiaco del amor al cine a través de una viejo cine de pueblo y su desaparición quedó tremendamente acentuado con "el montaje oficial". Todo lo que vino después, y los premios obtenidos son evidentemente consecuencias de esta decisión por demás comercial.

La historia del amor adolescente de Toto es vital para la concepción original del film, que luego del recorte se decantó por los senderos de la pura cinefilia, el vetusto cine era pues el monumento a una ventana de exhibición que prácticamente estaba en declive y la escena de su derrumbe es una fuerza dramática enorme, pero no es lo único. Al mismo tiempo que este símbolo es demolido para ser reemplazado por un estacionamiento municipal, metáfora del avasallador avance del capitalismo más implacable que no entiende de los afectos de toda una comunidad; hay otros sentimientos al interior del personaje central, que cuestionan frontalmente el recuerdo que tiene de Alfredo y que redefinen toda la película. La escena final del visionado de los fotogramas censurados adquiere una dimensión romántica poderosa, que es muchísimo más interesante que el canto de despedida a un manera de ver el cine que ya no existe más.

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