Restricciones para la prensa en Cannes generan indignación

por © Jon Apaolaza-NOTICINE.com
La prensa gráfica, con Pedro Almodóvar
La decisión del responsable máximo del Festival de Cannes, Thierry Frémaux, de restringir el trabajo de la prensa a partir de la próxima edición, para evitar críticas negativas que puedan perjudicar a su imagen y al beneficio de los productores de las películas, ha generado la protesta pública de las asociaciones profesionales Syndicat Français de la Critique de Cinéma y Club Média Cine, que la consideran "preocupante" y "perjudicial" no sólo para su propio trabajo sino para la cobertura que el certamen recibirá en los medios.

El viernes pasado, en la revista industrial Le Film Français, Frémaux, conocido por su poco interés por el cine iberoamericano (si lo comparamos con los seleccionadores de Berlín o Venecia), avanzó algunas medidas que regirán su festival a partir de la inminente 71 edición del evento fílmico más conocido del mundo, el próximo mayo. Los actores, directores e invitados a las galas no podrán hacerse "selfies" en la alfombra roja y las escaleras del Palais des Festivals, él mismo no seleccionará películas de Netflix y otras plataformas digitales en la sección oficial competitiva "por no proyectarse en salas" y -aquí viene la medida que transtornará el día a día de los varios miles de periodistas- se suprimen las proyecciones de prensa previas a las oficiales de las películas, de manera que no aparezcan comentarios e informaciones sobre su acogida hasta después de esas sesiones de gala.

¿Cómo se funcionaba hasta ahora? En Cannes, como en el resto de los grandes festivales, los periodistas solían ver las películas oficiales de cada día a primera hora de la mañana (8,30) y otras la víspera por la noche o a media mañana. Ello permitía a los críticos disponer del tiempo suficiente para tener sus artículos escritos a media tarde y así garantizar su publicación en las ediciones del día siguiente de los diarios (las secciones de Cultura-Espectáculos suelen ser las primeras en cerrar).

Ahora Frémaux dicta que no habrá pases de prensa previos, sino que en el mejor de los casos serán simultáneos, pero en una sala de sustancialmente menor tamaño, la Debussy, de 1068 butacas (frente al Gran Auditorium Lumière, de 2300). Esto en lo que se refiere a los films con pase oficial a las 19.00 horas. Los críticos no podrían empezar a escribir hasta las 21.00 horas, lo que pondría en peligro la aparición de sus comentarios en la edición del día siguiente. Aún más grave es el caso de la otra película oficial del día, cuyo pase de prensa no sería hasta el día siguiente a las 08,30. Las asociaciones francesas de periodistas especializados alegan que una crítica de una película publicada dos días después no tiene sentido informativo.

Otro detalle a considerar es que los periodistas que entrevistan a directores y actores deben ver los films antes de realizar su trabajo. Tradicionalmente, las entrevistas se llevan a cabo el mismo día de la proyección oficial, lo cual con este esquema de cambios sería imposible. Aquí estamos en el mismo caso, una entrevista dos días después pierde interés periodístico.

No se puede obviar que Cannes presume de tener la mayor cobertura mediática, con cerca de 4000 periodistas acreditados entre críticos, redactores, productores y cámaras (tradicionalmente Cannes ha asegurado ser el segundo acontecimiento con más prensa después de los Juegos Olímpicos). Si se proyectan las películas en una sala de poco más de un millar de plazas, ¿se quedarán sin verlas?

En un comunicado, el Syndicat Français de la Critique de Cinéma escribió: "El temor de que tales condiciones de trabajo llevarán a los medios a privilegiar las imágenes frente a los textos y el aspecto estelar del evento a los análisis críticos es legítimo. La complejidad de los horarios provocados por esta nueva organización para la prensa francesa e internacional solo puede presionar a los periodistas para que abandonen las entrevistas o para hacerlas antes de haber visto las películas en cuestión. Tampoco se puede minimizar la probabilidad de que los citados editores de los medios decidan simplemente reducir su cobertura del festival mediante el envío de equipos cada vez más pequeños de periodistas y críticos".

El problema tiene un origen: la comunicación digital. Antaño, antes de Internet, las críticas de las películas aparecían al día siguiente, salvo tal vez en radio y televisión. Ahora, los periodistas y críticos pueden opinar a través de redes sociales o de sus medios digitales desde primera hora de la mañana, de manera que las malas acogidas se conocen antes de las proyecciones oficiales. Una película mala, desde el punto de vista de los medios, no sólo puede perder potenciales espectadores, sino que perjudica al propio prestigio del festival y la buena imagen de Frémaux, el jefe de los seleccionadores.

Por este mismo motivo, Berlín optó ya desde hace un par de ediciones por otro sistema menos traumático, el embargo, que exige a los periodistas que no publiquen ningún comentario hasta el momento del pase oficial, aunque vean las películas por la mañana. Esta solución es la misma que proponen las asociaciones francesas en su comunicado, pero parece difícil que el orgulloso Thierry Frémaux de su brazo a torcer. Cannes siempre ha sido el festival menos complaciente con la prensa, pero estos nuevos cambios organizativos pueden generar efectos perversos, y no sólo para críticos y periodistas, sino para el propio certamen.

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