Actores reconocen miedo pero reivindican sus valores frente a las criaturas digitales
- por © Redacción-NOTICINE.com
Los actores españoles afiliados a la entidad gestora de sus derechos audiovisuales AISGE (Actores e Interpretes Sociedad de Gestión) organizaron una jornada de debate sobre la tecnología 3D y los personajes creados por computadora, y la conclusión de los expertos por ella convocados concluyeron que la revolución de las tres dimensiones ha llegado para quedarse en el cine y la televisión, pero ninguna criatura virtual podrá igualar "el calor de la mirada humana".
El más expresivo al respecto fue el presidente de la Asociación Española de Autores de Obras Fotográficas Cinematográficas (AEC), Porfirio Enríquez, que le tomó prestada una frase a su amigo Sancho Gracia: "Sólo un actor es capaz de insultar con los ojos. Eso es algo que nunca conseguiremos a través de personajes de síntesis".
El director general de AISGE, Abel Martín, admitió que ha “cundido el pánico” entre algunos intérpretes "por si, en un futuro, el concurso del actor físico sirve sólo para articular los movimientos". Y es que el nuevo cine tridimensional se basa en la captación de movimiento de sujetos reales para adjudicárselos después a personajes sintéticos en entornos virtuales. “Pero actuar no es sólo moverse, sino manifestar sentimientos y hacer creíble el personaje. La cámara desvela el alma del actor y eso, si el actor es artificial, resulta complicado”, prosiguió Martín. El presidente de AEC asentía a su lado. “Para ser más precisos, lo que dice Sancho Gracia es que si un actor dice hijoputa con los ojos, se quita el sombrero”.
Avatar, la última película de James Cameron, constituye “un antes y un después”, a juicio de Enríquez. Sin embargo, este prestigioso director de fotografía duda de que filmes de este tipo puedan conseguir un Oscar. “Avatar es un ejercicio desbordante de talento creativo, pero no un punto de referencia para un actor. Sí para los técnicos y las nuevas tecnologías”.
La emergente innovación creativa precisa de más requisitos mecánicos, temporales y económicos que cualquier producción tradicional. Por lo pronto, se rueda con dos cámaras cuyos objetivos distan entre sí 65 milímetros. Ello implica la aparición de nuevos profesionales como el estereógrafo o el animador, el reciclaje de los ayudantes de cámara, la creación de escenarios virtuales y mayor tiempo para configurar las ópticas. “Todo ese tiempo vale dinero y el precio de la producción sube desde el principio”, explicó Porfirio Enríquez.
Otras modificaciones que trae consigo esta nueva forma de hacer cine recaen sobre los intérpretes, cuya posición en el encuadre debe ser muy precisa. El actor ya no se debe sólo a sus destrezas interpretativas, sino también al lugar en que trabaja: el espacio escénico tradicional deja paso a un espacio mucho mayor del que el artista no es consciente. Asimismo, los numerosos efectos del 3D cambian la percepción del protagonismo. Los elementos en primer término ya no concentran necesariamente la atención del espectador. Según Enríquez, el intérprete “se halla ante un nuevo lenguaje” y, como responsable de transmitir una historia al público, debe conocer esta realidad. “El actor no puede quedarse quieto esperando las indicaciones del director”.
Clara Ruipérez, abogada especialista en propiedad intelectual, fue la encargada de revisar desde el punto de vista jurídico los problemas que afectan al nuevo profesional que interviene en el cine tridimensional: el animador que crea los personajes virtuales que sustituyen al actor de carne y hueso. El primero de los obstáculos hace referencia a la autoría. Ruipérez aclaró que la ley española no contempla la figura del animador, “puesto que establece una lista cerrada de autores formada por el director, el guionista y el compositor”. El segundo aborda la calificación de esta nueva figura creativa como actor: “en la animación en 3D hay animadores que dan expresión, mirada y vida y actores profesionales que ponen la voz a los personajes. Deberían ser considerados los dos como artistas intérpretes o ejecutantes. Mientras no se usen técnicas de captación de movimiento, el animador debería ser considerado igual que el actor doblador”, sentenció.
A juicio del actor, director y consejero de AISGE Carlos Castel, “el 3D no debería ser una preocupación entre los actores” porque, para crear una parrilla, hace falta repertorio y en España no hay capacidad para producir obras de este tipo al nivel que ya alcanza Estados Unidos. En su intervención, Castel recurrió al ejemplo de Viaje mágico a África, obra de Jordi Llompart calificada como la primera película española y europea en 3D, y resumió: “La tecnología del cine tridimensional está lejos de lo que hoy puede considerarse rentable”.
Sobre este hecho también se pronunció Enríquez al subrayar que, para ahorrar costes, “las películas en 2D ya producidas se están pasando a 3D de forma barata en países como India”. Una técnica de segunda división que puede ser decepcionante cuando ya empiezan a probarse las primeras experiencias de 4D en Corea.