Colaboración: San Sebastián 2016, a la hora del balance
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Por Carolina G. Guerrero
El festival de cine de San Sebastián llego a su fin, y después de conocer su palmarés, que esta vez no fue recibido con pataleos, es hora de hacer balance. El certamen donostiarra, conocido localmente como Zinemaldia, fue visitado por numerosas estrellas en esta 64 edición, y seguramente se la recordará precisamente por eso. Todas ellas aprovecharon como es natural para promocionar sus distintos proyectos, ya sea una nueva película, como son los casos de Oliver Stone, Sigourney Weawer, Etwan Hawke, Hugh Grant, o como Richard Gere, que vino con su admirable proyecto para ayudar a las personas sin hogar, acompañado de su compañera Alejandra Silva, madrina de la fundación Rais, y volvió a proyectar la cinta en donde interpreta a un "invisible". Este aspecto de "glamour", al que nos tienen acostumbrados otros festivales del circuito internacional, ha brillado más que en algunas ediciones precedentes, aunque casi siempre fuera de concurso.
En cualquier caso, las películas que sí optaban a la Concha de Oro, exceptuando la primera que dirigía Ewan McGregor y que protagonizaba junto a Jennifer Connely, contaban con pocos actores o directores conocidos. Salvo los films españoles, el argentino y el polaco, todo el resto de la competencia -como también es habitual- tuvo estrenos mundiales en Toronto (y una en Sundance). Sí es de reseñar que al menos dos de los estrenos españoles ("El hombre de las mil caras" y "Que Dios nos perdone", destacaron frente al resto por su calidad, y gustaron a la mayor parte de prensa, público e incluso al jurado, que reconoció a ambas.
El cine que el comité de selección ha puesto este año en la palestra puede que sea de mayor calidad que el de la edición anterior en reglas generales, pero tampoco puede decirse que el nivel medio fuera del todo convincente. La ganadora de esta edición, "Wo Bu Shi Pan Jinlian" (No soy Madame Bovary), no contó con la unanimidad de complacer a todo al mundo. Como suele ocurrir en muchos festivales, el jurado se dejó en el tintero a la hora de su fallo una cinta, la británica "Lady Macbeth", el mayor acierto de la selección de esta edición, opera prima de su director William Oldroyd, y en la que se luce la actriz Florence Pugh, todo un descubrimiento, por su frescura y talento. Al menos ella era la favorita para alzarse con Concha de Plata a mejor actriz, que finalmente se llevo la china Fan Binbing.
Sin duda, y como otros años, mucho de lo bueno estuvo presente en otras secciones, cintas ya vistas en Cannes, Berlin y Venecia. Ya sabemos que este festival tiene como handicap la fecha en la que se desarrolla, y que debe ser complicado completar una buena selección, pero ya que consideran que Toronto como no es competitivo y está al otro lado del charco no cuenta, ya puestos, podrían optar por traerse las mejores de allí y no sólo las minoritarias.
Hay algo que resaltar de este festival, y es que pese a que las salas han tenido abundante público como de costumbre, en los aledaños del Hotel María Cristina, Teatro Victoria Eugenia y Kursaal, el ambiente no ha sido el de otros años. Se diría que los organizadores dan ahora mismo preferencia a los actos y presentaciones para la industria, frente al festival propiamente dicho y su competencia, y esto le quita brillo y esencia.
El comentario general de profesionales de prensa, e incluso de alguno de los patrocinadores, era que habían vivido un festival frió y algo desangelado, y que sepamos el presupuesto no ha bajado. Otra particularidad de esta edición ha sido la proliferación de películas como "proyecciones especiales" o "fuera de concurso" en la sección oficial, lo que ha complicado la elaboración de la programación diaria y de la agenda personal para poder seguirla.
Sin la prensa no existirían los festivales, nadie hablaría de ellos, nadie escribiría sobre ellos, no se entrevistaría a ningún director o actor para darlos a conocer a la gente, nadie se enteraría de nada. Esto es algo que tendría que tener en cuenta cualquier festival, por eso en otros festivales tratan con respeto y cuidan a los periodistas que los cubren, ya sean del medio que sea, esto es algo que este festival esta descuidando en favor de compromisos sociales locales, algo que deberían replantearse. Esto es un festival internacional que no debe quedarse sólo en el nombre.
También deberían cuidar más sus galas. La inaugural contó este año con una coreografía y escenificación sencilla y colorida, y con la presentación de Cayetana Guillén Cuervo y Emma Suárez, podríamos calificarla como correcta y austera. Por su parte, la gala de clausura pasó a ser espartana y no destacó por bien organizada, ni glamourosa ni vistosa. Los premios deberían entregarse con mas emoción, no como el que lee una nota de prensa. Es un festival de cine, y cine equivale a ilusión, glamour y espectáculo.
El acierto de la clausura de este año fue sin duda la proyección de la cinta francesa fuera de concurso del director Jérôme Salle, "L’Odyssée" (La odisea), interpretada por Lambert Willson, Audrey Tautou y el talentoso Pierre Ninei, que también participó en la sección Perlas con "Frantz". Sin duda el cine francés es una buena apuesta, y la cinta trata el tema de las relaciones entre Jaqcues Cousteau y su hijo Philipe, una cinta que ha gustado mucho y que dio un toque de luz azul marina y de buen cine, y al que además asistió todo el elenco a excepción de su protagonista femenina, la inolvidable" Amelie".
Hasta el año que viene, ya sin capitalidad europea 2016. Nuestros mejores deseos para la edición 2017 y que la cosecha sea buena.
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El festival de cine de San Sebastián llego a su fin, y después de conocer su palmarés, que esta vez no fue recibido con pataleos, es hora de hacer balance. El certamen donostiarra, conocido localmente como Zinemaldia, fue visitado por numerosas estrellas en esta 64 edición, y seguramente se la recordará precisamente por eso. Todas ellas aprovecharon como es natural para promocionar sus distintos proyectos, ya sea una nueva película, como son los casos de Oliver Stone, Sigourney Weawer, Etwan Hawke, Hugh Grant, o como Richard Gere, que vino con su admirable proyecto para ayudar a las personas sin hogar, acompañado de su compañera Alejandra Silva, madrina de la fundación Rais, y volvió a proyectar la cinta en donde interpreta a un "invisible". Este aspecto de "glamour", al que nos tienen acostumbrados otros festivales del circuito internacional, ha brillado más que en algunas ediciones precedentes, aunque casi siempre fuera de concurso.
En cualquier caso, las películas que sí optaban a la Concha de Oro, exceptuando la primera que dirigía Ewan McGregor y que protagonizaba junto a Jennifer Connely, contaban con pocos actores o directores conocidos. Salvo los films españoles, el argentino y el polaco, todo el resto de la competencia -como también es habitual- tuvo estrenos mundiales en Toronto (y una en Sundance). Sí es de reseñar que al menos dos de los estrenos españoles ("El hombre de las mil caras" y "Que Dios nos perdone", destacaron frente al resto por su calidad, y gustaron a la mayor parte de prensa, público e incluso al jurado, que reconoció a ambas.
El cine que el comité de selección ha puesto este año en la palestra puede que sea de mayor calidad que el de la edición anterior en reglas generales, pero tampoco puede decirse que el nivel medio fuera del todo convincente. La ganadora de esta edición, "Wo Bu Shi Pan Jinlian" (No soy Madame Bovary), no contó con la unanimidad de complacer a todo al mundo. Como suele ocurrir en muchos festivales, el jurado se dejó en el tintero a la hora de su fallo una cinta, la británica "Lady Macbeth", el mayor acierto de la selección de esta edición, opera prima de su director William Oldroyd, y en la que se luce la actriz Florence Pugh, todo un descubrimiento, por su frescura y talento. Al menos ella era la favorita para alzarse con Concha de Plata a mejor actriz, que finalmente se llevo la china Fan Binbing.
Sin duda, y como otros años, mucho de lo bueno estuvo presente en otras secciones, cintas ya vistas en Cannes, Berlin y Venecia. Ya sabemos que este festival tiene como handicap la fecha en la que se desarrolla, y que debe ser complicado completar una buena selección, pero ya que consideran que Toronto como no es competitivo y está al otro lado del charco no cuenta, ya puestos, podrían optar por traerse las mejores de allí y no sólo las minoritarias.
Hay algo que resaltar de este festival, y es que pese a que las salas han tenido abundante público como de costumbre, en los aledaños del Hotel María Cristina, Teatro Victoria Eugenia y Kursaal, el ambiente no ha sido el de otros años. Se diría que los organizadores dan ahora mismo preferencia a los actos y presentaciones para la industria, frente al festival propiamente dicho y su competencia, y esto le quita brillo y esencia.
El comentario general de profesionales de prensa, e incluso de alguno de los patrocinadores, era que habían vivido un festival frió y algo desangelado, y que sepamos el presupuesto no ha bajado. Otra particularidad de esta edición ha sido la proliferación de películas como "proyecciones especiales" o "fuera de concurso" en la sección oficial, lo que ha complicado la elaboración de la programación diaria y de la agenda personal para poder seguirla.
Sin la prensa no existirían los festivales, nadie hablaría de ellos, nadie escribiría sobre ellos, no se entrevistaría a ningún director o actor para darlos a conocer a la gente, nadie se enteraría de nada. Esto es algo que tendría que tener en cuenta cualquier festival, por eso en otros festivales tratan con respeto y cuidan a los periodistas que los cubren, ya sean del medio que sea, esto es algo que este festival esta descuidando en favor de compromisos sociales locales, algo que deberían replantearse. Esto es un festival internacional que no debe quedarse sólo en el nombre.
También deberían cuidar más sus galas. La inaugural contó este año con una coreografía y escenificación sencilla y colorida, y con la presentación de Cayetana Guillén Cuervo y Emma Suárez, podríamos calificarla como correcta y austera. Por su parte, la gala de clausura pasó a ser espartana y no destacó por bien organizada, ni glamourosa ni vistosa. Los premios deberían entregarse con mas emoción, no como el que lee una nota de prensa. Es un festival de cine, y cine equivale a ilusión, glamour y espectáculo.
El acierto de la clausura de este año fue sin duda la proyección de la cinta francesa fuera de concurso del director Jérôme Salle, "L’Odyssée" (La odisea), interpretada por Lambert Willson, Audrey Tautou y el talentoso Pierre Ninei, que también participó en la sección Perlas con "Frantz". Sin duda el cine francés es una buena apuesta, y la cinta trata el tema de las relaciones entre Jaqcues Cousteau y su hijo Philipe, una cinta que ha gustado mucho y que dio un toque de luz azul marina y de buen cine, y al que además asistió todo el elenco a excepción de su protagonista femenina, la inolvidable" Amelie".
Hasta el año que viene, ya sin capitalidad europea 2016. Nuestros mejores deseos para la edición 2017 y que la cosecha sea buena.
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