El Sindicato de Directores estadounidense reclama el pago de derechos millonarios a Argentina
- por © Luis Díaz García-NOTICINE.com
El Sindicato de Directores de Estados Unidos (DGA, por sus siglas en inglés) reclama a Argentina el pago de cantidades millonarias. El motivo: los países de todo el mundo pagan a Estados Unidos los derechos de autor de sus películas estrenadas. Sin embargo, Argentina tendría esa deuda pendiente con el gremio de realizadores de Hollywood.
Según la web Deadline, el país latinoamericano debería abonar una cifra entre los 7,5 y los 9 millones de dólares, debido a que el período estimado de impagos se extiende entre seis y siete años.
Aunque Argentina no ha abonado esta cantidad al DGA, sí que lo ha hecho con el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA, por sus siglas en inglés). Se estima que desde 1992 la cifra asciende a más de 20 millones de dólares pagados a los escritores cinematográficos.
El porqué del pago a unos sí y no a otros se debe a que la legislación argentina no especificaba la figura de director como autor, pero sí la de guionista. Hace unos siete años que la ley Argentina cambió y reconoce a los directores como autores. Pero esto no ha supuesto que se pague al DGA.
En los últimos 25 años, países como Argentina, Japón, Alemania y otros quince países europeos han supuesto un ingreso de mil millones para los autores de películas de cine y televisión en Estados Unidos. El dinero recaudado por derechos de autor se divide de la siguiente manera: la mitad va a las compañías y la otra mitad para la DGA y la WGA, que se dividen el dinero entre las dos.
Este impago perpetuado en el tiempo en el tiempo podría derivar en un litigio entre el país y el Sindicato de Directores, según apuntan desde la institución estadounidense. En especial por la discriminación específica que se hace a los directores y no a los guionistas.
Pero lo cierto es que países como China y Rusia tampoco pagan a los sindicatos estadounidenses. Otros, como Reino Unido, Canadá o Australia no pagan de manera anual, como se exige a Argentina, sino que remiten ingresos puntuales cuando reciben pagos por películas rodadas o escritas en Estados Unidos.
Este cobro a los países del extranjero comenzó en los años 80, cuando algunos países europeos empezaron a imponer gravámenes sobre las cintas de video en blanco y los equipos de grabación, con la intención de compensar a los autores en caso de piratería.
En el caso de la DGA y la WGA, el gran peso que tiene su industria les permitió que los países extranjeros aceptasen hacer pagos directos por los derechos de autor después de años de disputas judiciales. En concreto, en 1990 se empezó a poner en funcionamiento este modelo.
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Según la web Deadline, el país latinoamericano debería abonar una cifra entre los 7,5 y los 9 millones de dólares, debido a que el período estimado de impagos se extiende entre seis y siete años.
Aunque Argentina no ha abonado esta cantidad al DGA, sí que lo ha hecho con el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA, por sus siglas en inglés). Se estima que desde 1992 la cifra asciende a más de 20 millones de dólares pagados a los escritores cinematográficos.
El porqué del pago a unos sí y no a otros se debe a que la legislación argentina no especificaba la figura de director como autor, pero sí la de guionista. Hace unos siete años que la ley Argentina cambió y reconoce a los directores como autores. Pero esto no ha supuesto que se pague al DGA.
En los últimos 25 años, países como Argentina, Japón, Alemania y otros quince países europeos han supuesto un ingreso de mil millones para los autores de películas de cine y televisión en Estados Unidos. El dinero recaudado por derechos de autor se divide de la siguiente manera: la mitad va a las compañías y la otra mitad para la DGA y la WGA, que se dividen el dinero entre las dos.
Este impago perpetuado en el tiempo en el tiempo podría derivar en un litigio entre el país y el Sindicato de Directores, según apuntan desde la institución estadounidense. En especial por la discriminación específica que se hace a los directores y no a los guionistas.
Pero lo cierto es que países como China y Rusia tampoco pagan a los sindicatos estadounidenses. Otros, como Reino Unido, Canadá o Australia no pagan de manera anual, como se exige a Argentina, sino que remiten ingresos puntuales cuando reciben pagos por películas rodadas o escritas en Estados Unidos.
Este cobro a los países del extranjero comenzó en los años 80, cuando algunos países europeos empezaron a imponer gravámenes sobre las cintas de video en blanco y los equipos de grabación, con la intención de compensar a los autores en caso de piratería.
En el caso de la DGA y la WGA, el gran peso que tiene su industria les permitió que los países extranjeros aceptasen hacer pagos directos por los derechos de autor después de años de disputas judiciales. En concreto, en 1990 se empezó a poner en funcionamiento este modelo.
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