Crítica: "Vulcania", reinventarse o morir

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''Vulcania''
Por Borja Garrido 

¿Qué pasaría si cada mañana al despertar y librarnos de la atadura que ejercen las sábanas sobre nuestro cuerpo nos diésemos cuenta de que misteriosamente estamos volviendo a vivir exactamente el día anterior? ¿Y si eso ocurriese continuamente y hubiésemos entrado en un bucle al parecer infinito y eterno? No es un planteamiento para nada novedoso, y de hecho ha servido como carta de bienvenida para multitud de producciones que han querido presentarse a las grandes masas bajo esta peculiar temática, entre las que muy probablemente todo el mundo destacaría "El Día de la Marmota / Atrapado en el tiempo / Hechizo del tiempo / Groundhog Day".

Esa peculiar sensación de percibir este extraño fenómeno no puede ser en absoluto unánime si analizásemos cómo actuaríamos cada uno de nosotros al encontrarnos bajo esa especie de desagradable embrujo; muchos se verían atemorizados de no poder abandonar nunca el barco al que al parecer acaban de subir; otros sin embargo encontrarían en sus primeros momentos una sensación de tranquilidad al no tener que enfrentarse nunca más a lo desconocido... Pero si hay un factor común obviamente sería la poca originalidad y la cansina rutinización a la que nos veríamos sometidos, aun pudiendo cambiar ciertos elementos del entorno. Eso es precisamente lo que transmite la experiencia de ver "Vulcania" (2016), de José Skaf, un viaje de una hora y media de duración que no aporta absolutamente nada nuevo al concepto de las sociedades distópicas.

"Vulcania" cuenta la historia de los habitantes de un pequeño pueblo perdido entre montañas en el que todos trabajan en una gran fundición. En él se encuentra Jonás (Miquel Fernández; "La gran familia española"), quien tras la muerte de su esposa y su hijo en un extraño accidente, parece no levantar cabeza y decide aceptar uno de los trabajos más peligrosos, en el que se aisla y encuentra una bocanada de aire para mantener su triste vida a flote. Cuando conoce a Marta (Aura Garrido; "Asesinos inocentes"), quien también perdió a su marido en ese mismo accidente, Jonás comienza a investigar qué es lo que realmente pasó y si verdaderamente fue un infortunio o hubo algo más tras ese extraño episodio. Ésto les llevará a descubrir secretos oscuros de la comunidad en la que conviven y a la que pertenecen y cuyos líderes no tienen interés en que la verdad salga a la luz.

Uno de los aspectos que siempre se ha destacado de manera interna por parte del director argentino José Skaf ("Albert White", "Save"), quien se enfrentó con la realización de "Vulcania" a su primer largometraje, y que sirvió como eslogan para la presentación del film en el Festival de Cine de Sitges, es que podía recordar a la aceptable obra de M. Night Shaylaman "El bosque / La aldea / The Village", lo cual en principio serviría como atractivo general para cualquier aficionado a producciones de esa temática. El problema de la cuestión reside en el grandioso momento en que el espectador se da cuenta de que se encuentra exactamente ante la misma trama antiutópica pero desmejorada en cualquier aspecto que se quiera analizar de manera individual, detectando entre otros síntomas: Falta de motivación para continuar viendo la cinta ante la ausencia de momentos de interés en todo el metraje, indiferencia sentimental ante la nula capacidad de transmitir la presión y el dolor a la que los protagonistas (totalmente planos tanto en su comportamiento como en sus aspiraciones) se ven sometidos y, una vez más, la sensación de estar viendo nuevamente una película que ya se conoce - exceptuando por la telequinesis metalúrgica que poseé el protagonista, lo cual tiene relevancia cero y parece más una broma de mal gusto producto de risa y bromas que un elemento a tomar en cuenta y que le otorgue personalidad propia -.

Con todo ello, definitivamente retomamos el punto principal con el que comenzábamos la crítica: "Vulcania" puede llegar a funcionar y a resultar interesante para alguien que se aventure de nuevas a primeras en este tipo de historias de engaño, traición y filosofía existencial de bajo presupuesto, pero no aporta savia nueva a una temática muy castigada y en la que enseguida se detectan las repeticiones. Es innegable que la película presenta una ausencia total de carisma propio, no habiendo logrado encontrar las piezas necesarias como para reinventar una historia que parece haber sido ya contada en innumerables ocasiones.