Mauro Andrizzi escribe sobre rodar en China "Una novia de Shanghai"
- por © NOTICINE.com
Por Mauro Andrizzi *
Pude filmar una película en China. El grupo Swatch me dio la posibilidad de desarrollar un proyecto en Shanghai, invitándome allá por seis meses a un hotel histórico en el corazón de la ciudad. El proyecto que yo había presentado era filmar un largo de ficción, hablado en Chino mandarín, y trabajar con técnicos y actores chinos. Si bien había ido a Shanghai previamente, ya había pasado mucho tiempo, y la ciudad cambia muy rápido. Entonces, el desafío era filmar en una mega ciudad que apenas conocía, en un idioma que no hablo, y armar equipo sorteando la barrera del idioma. En seis meses tenía que buscar las locaciones, los actores, los técnicos, presupuestar una y otra vez, reescribir el guión todo el tiempo, y finalmente filmarlo. Y volver a Buenos Aires para hacer la postproducción.
Viajé a Shanghai el 1 de mayo con un guión bajo el brazo, y con el apoyo de un grupo de productores argentinos que se la jugaron por el proyecto desde el inicio: Pablo Salomón, Juan Solanas, Gustavo Burochowicz, Carlos Abboud y Fabián Nielsen.
La barrera idiomática con el Chino mandarín es una auténtica cordillera. Hice un intensivo antes de irme, para entender los fundamentos más básicos del idioma, pero allá realmente me sirvió para muy poco. Así que la comunicación a veces era en inglés. Pero como la gran mayoría de chinos que conocí no hablaba otro idioma que no fuese chino (mandarín y diversos dialectos), ya en la etapa de producción me comunicaba a través de una traductora. Y si no, señalando y haciendo gestos también me hacía entender. El resto, la comida, los horarios, costumbres, y hasta la polución ambiental es todo tolerable y se asimila rápidamente.
Me contaron que era común que en los rodajes en ciudades gigantes como Shanghai, todo el equipo duerma en un mismo hotel. Aunque todos vivan y tengan su casa en la ciudad donde se filma, de todas formas conviven durante el rodaje en un hotel para evitar los larguísimos traslados y embotellamientos constantes. Nosotros no convivimos, y tuvimos suerte con los problemas de traslado. El azar nos favoreció en general, salvo en algunos días del rodaje en que hubo un tifón. Y filmamos igual. En Shanghai en todas las estaciones cae una lluvia finita muy agradable, pero que complica un poco para filmar. Tampoco filmamos, como suelen filmar en China, con muchos asistentes. Trabajan con el asistente del asistente del asistente. Así que en este proyecto los “cabeza de equipo” tuvieron que trabajar bastante más de lo usual. Los actores, por su parte tenían que ser graciosos y empáticos, por el tono que yo buscaba.
Conocí a varios, inclusive participantes del "American Idol" de allá: "Chinese Idol". Hasta que finalmente conocí a Hugo (ese es su nombre para cuando interactúa con personas no chinas), y trabaje con él. Y a Johnny (también, ese es su nombre para interactuar con personas no chinas), el actor que hace de su compañero de aventuras en la película, lo conocí a través de Hugo. Hacía diez años que no se veían, y Hugo lo convenció de viajar a Shanghai desde su casa que quedaba en una ciudad a 500kms, para filmar el proyecto del loquito argentino. Preparando una escena, le dije a Johnny que como su personaje amaba el dinero, iba a tener una fantasía con que le llueve plata del cielo. Había que bañarlo en billetes. Era fácil de solucionar porque en China tienen los billetes de mentira que queman en rituales para que los muertos tengan dinero y prosperidad en la vida después de la muerte. Entonces mi plan era comprar muchos de esos billetes para tirarle por la cabeza a Johnny, pero para mi sorpresa él no quería hacerlo.
Me dijo que ese dinero era dinero de los muertos, y que él tenía la creencia que si tocaba esos billetes de mínima le iba a ir mal en los negocios, y como castigo máximo, se podía llegar a morir. Así que había que hacerlo con billetes de verdad, con yuanes. Y con muchos yuanes. Entonces Johnny me preguntó cuántos necesitábamos para hacer la escena, qué monto teníamos que tirar al aire para que cayera sobre él como lluvia de billetes. Calculé a ojo unos cien mil yuanes. Me dijo entonces que el día de esa escena, él iba a ir al banco, sacar todos esos billetes, y que los íbamos a usar para filmar y después al final del día los volvía a depositar en su cuenta. Y así hicimos, le llovieron sus cien mil yuanes sobre su cuerpo, en un cuartito mínimo de un hotel de trabajadores migrantes.
La muerte es tabú en todo el mundo, y en China el tabú está muy presente en la gente mas tradicionalista. Y como nosotros andábamos cargando una ataúd por toda la ciudad, nos pasaban cosas como que nos paraban por la calle para decirnos que era de mala suerte andar cargando un muerto de un lado a otro. Y en una locación hotel necesitábamos que un recepcionista dijera que un viejito se había muerto en una de las habitaciones, y no hubo forma que dijera la palabra “muerto” porque no le gustaba la idea que alguien se muriera en su hotel, ni siquiera en la ficción. Así que terminamos negociando que dijera una palabra que significa algo así como “nos dejó”, una metáfora no muy indirecta de la muerte.
(*): El marplatense Mauro Andrizzi estrena esta semana en Buenos Aires "Una novia de Shanghai", su cuarta película de ficción, tras "Mono" (2007), "En el futuro" (2010) y "Accidentes gloriosos" (2011).
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Pude filmar una película en China. El grupo Swatch me dio la posibilidad de desarrollar un proyecto en Shanghai, invitándome allá por seis meses a un hotel histórico en el corazón de la ciudad. El proyecto que yo había presentado era filmar un largo de ficción, hablado en Chino mandarín, y trabajar con técnicos y actores chinos. Si bien había ido a Shanghai previamente, ya había pasado mucho tiempo, y la ciudad cambia muy rápido. Entonces, el desafío era filmar en una mega ciudad que apenas conocía, en un idioma que no hablo, y armar equipo sorteando la barrera del idioma. En seis meses tenía que buscar las locaciones, los actores, los técnicos, presupuestar una y otra vez, reescribir el guión todo el tiempo, y finalmente filmarlo. Y volver a Buenos Aires para hacer la postproducción.
Viajé a Shanghai el 1 de mayo con un guión bajo el brazo, y con el apoyo de un grupo de productores argentinos que se la jugaron por el proyecto desde el inicio: Pablo Salomón, Juan Solanas, Gustavo Burochowicz, Carlos Abboud y Fabián Nielsen.
La barrera idiomática con el Chino mandarín es una auténtica cordillera. Hice un intensivo antes de irme, para entender los fundamentos más básicos del idioma, pero allá realmente me sirvió para muy poco. Así que la comunicación a veces era en inglés. Pero como la gran mayoría de chinos que conocí no hablaba otro idioma que no fuese chino (mandarín y diversos dialectos), ya en la etapa de producción me comunicaba a través de una traductora. Y si no, señalando y haciendo gestos también me hacía entender. El resto, la comida, los horarios, costumbres, y hasta la polución ambiental es todo tolerable y se asimila rápidamente.
Me contaron que era común que en los rodajes en ciudades gigantes como Shanghai, todo el equipo duerma en un mismo hotel. Aunque todos vivan y tengan su casa en la ciudad donde se filma, de todas formas conviven durante el rodaje en un hotel para evitar los larguísimos traslados y embotellamientos constantes. Nosotros no convivimos, y tuvimos suerte con los problemas de traslado. El azar nos favoreció en general, salvo en algunos días del rodaje en que hubo un tifón. Y filmamos igual. En Shanghai en todas las estaciones cae una lluvia finita muy agradable, pero que complica un poco para filmar. Tampoco filmamos, como suelen filmar en China, con muchos asistentes. Trabajan con el asistente del asistente del asistente. Así que en este proyecto los “cabeza de equipo” tuvieron que trabajar bastante más de lo usual. Los actores, por su parte tenían que ser graciosos y empáticos, por el tono que yo buscaba.
Conocí a varios, inclusive participantes del "American Idol" de allá: "Chinese Idol". Hasta que finalmente conocí a Hugo (ese es su nombre para cuando interactúa con personas no chinas), y trabaje con él. Y a Johnny (también, ese es su nombre para interactuar con personas no chinas), el actor que hace de su compañero de aventuras en la película, lo conocí a través de Hugo. Hacía diez años que no se veían, y Hugo lo convenció de viajar a Shanghai desde su casa que quedaba en una ciudad a 500kms, para filmar el proyecto del loquito argentino. Preparando una escena, le dije a Johnny que como su personaje amaba el dinero, iba a tener una fantasía con que le llueve plata del cielo. Había que bañarlo en billetes. Era fácil de solucionar porque en China tienen los billetes de mentira que queman en rituales para que los muertos tengan dinero y prosperidad en la vida después de la muerte. Entonces mi plan era comprar muchos de esos billetes para tirarle por la cabeza a Johnny, pero para mi sorpresa él no quería hacerlo.
Me dijo que ese dinero era dinero de los muertos, y que él tenía la creencia que si tocaba esos billetes de mínima le iba a ir mal en los negocios, y como castigo máximo, se podía llegar a morir. Así que había que hacerlo con billetes de verdad, con yuanes. Y con muchos yuanes. Entonces Johnny me preguntó cuántos necesitábamos para hacer la escena, qué monto teníamos que tirar al aire para que cayera sobre él como lluvia de billetes. Calculé a ojo unos cien mil yuanes. Me dijo entonces que el día de esa escena, él iba a ir al banco, sacar todos esos billetes, y que los íbamos a usar para filmar y después al final del día los volvía a depositar en su cuenta. Y así hicimos, le llovieron sus cien mil yuanes sobre su cuerpo, en un cuartito mínimo de un hotel de trabajadores migrantes.
La muerte es tabú en todo el mundo, y en China el tabú está muy presente en la gente mas tradicionalista. Y como nosotros andábamos cargando una ataúd por toda la ciudad, nos pasaban cosas como que nos paraban por la calle para decirnos que era de mala suerte andar cargando un muerto de un lado a otro. Y en una locación hotel necesitábamos que un recepcionista dijera que un viejito se había muerto en una de las habitaciones, y no hubo forma que dijera la palabra “muerto” porque no le gustaba la idea que alguien se muriera en su hotel, ni siquiera en la ficción. Así que terminamos negociando que dijera una palabra que significa algo así como “nos dejó”, una metáfora no muy indirecta de la muerte.
(*): El marplatense Mauro Andrizzi estrena esta semana en Buenos Aires "Una novia de Shanghai", su cuarta película de ficción, tras "Mono" (2007), "En el futuro" (2010) y "Accidentes gloriosos" (2011).
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